“Rojo y Negro me ha parecido una obra magistral. Cada frase está tensa como cuerda de arco; pero la flecha vuela siempre en la misma dirección y hacia una meta siempre visible, lo cual permite advertir mejor cómo la alcanza” , así se refiere el premio Nobel de Literatura, André Guide sobre "Rojo y Negro", clásico de la literatura francesa y de todos los tiempos.
La novela de Henri Beyle, más conocido por su seudónimo, Stendhal, llegará a ser más que un retrato de la sociedad francesa del período postnapoleónico, en una ventana al alma de personajes complejos e irrepetibles.
Se centra en Julián Sorel, hombre humilde de grandes pretensiones, que añora los días de Napoleón. El joven, hijo de un carpintero en la ciudad ficticia de Verrières y en principio un simple tutor, hallará su camino a través de la alta sociedad francesa que a su vez desprecia, como un ingenioso escalador social.
Napoleón es para Sorel el prototipo de hombre poderoso, de éxito, lo contrario a su pobreza y falta de rango social. Sin embargo, el joven se hace maestro de la hipocresía y esconderá estos sentimientos y su ambición.
Se oculta bajo una fachada halagadora y cual animal de circo, responde lo que lo que los demás quieren oír y hace lo mismo. Sacrifica su persona en pos de un futuro que prevé prometedor, pero no siempre alcanzará ese objetivo soñado.
Mientras se ganará el corazón de nobles damas, más enamoradas del amor que de otra cosa, del tipo que Simone de Beauvoir se refería en el Segundo Sexo como la eterna enamorada.
Sobre los personajes femeninos, el alemán Goethe reflexionaba: “son demasiado románticos. Por otra parte, revelan gran espíritu de observación y profunda intuición psicológica, por lo que se perdonan de buena gana al autor ciertas inverosimilitudes en los pormenores”
Rojo y Negro es de las primeras novelas psicológicas. Introduce el monólogo interno, la descripción de la vida interior de los personajes, mediante sus pretensiones, emociones, culpa.
Sus temáticas, a pesar de ser representadas en la Francia del siglo XIX, son atemporales. La hipocresía de Sorel y esa ganas de halagar, al punto de perderse a sí mismo para desempeñar un papel, mientras se justica y se contradice en pensamiento y en acto, serán después inspiración para otros autores.
Oscar Wilde expresaba: Rojo y Negro ha intentado seguir la pista del alma por sus lugares más secretos y hacer confesar a la vida sus más amadas culpas.
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