Si usted es un brabucón de barrio dado al uso de cualquier arma para dirimir los conflictos que provoca, entonces no se haga el tonto si se le señala como el primer gran sospechoso cuando aparece un incómodo parroquiano con cuatro balas en el cuerpo.
Y algo así sucede en torno al masivo Ataque Informático que en días pasados afectó a sistemas digitales en decenas de países y obligó a las más rápidas acciones para intentar poner freno a semejante catástrofe.
La “incursión” se concretó, según analistas, en difundir globalmente “un fragmento de software que aprovecha una vulnerabilidad de un sistema para ejecutar el código malicioso que ha sido identificado como WannaCry”.
“Este tiene como objetivo secuestrar los archivos de una computadora para posteriormente pedir su rescate a los usuarios a cambio de una suma de dinero, un esquema malintencionado típico del denominado ransomware”.
En pocas palabras, otra “genialidad” que sin dudas está muy ligada al interés de acceder a redes informáticas, recolectar información, poseer la habilidad de trastocar sistemas operativos, y finalmente penetrar y desajustar entidades de todo tipo en cualquier lugar del paneta.
Y de hecho, tal como se ha divulgado ampliamente en las últimas semanas muy a pesar de los organismos norteamericanos de seguridad, resultan precisamente ellos los que muestran más empeño en desarrollar, almacenar y poner en juego tales artilugios digitales en su “tarea” de caotizar oponentes e intentar conocer y controlar todo en todo el mundo.
En consecuencia, y aún cuando medios estadounidenses intentaron imponer conjeturas acerca de “un nuevo ataque informático ruso” o de “operaciones de hackeo provenientes de China y Corea del Norte”, lo cierto es que para los entendidos sobre el asunto la fuente del problema radica en la CIA y en la Agencia de Seguridad Nacional, entre otras entidades gringas dadas a husmear y crear conflictos e imágenes falseadas dentro y fuera de sus predios nacionales.
De hecho, no pocos estudiosos han recordado la capacidad de la Agencia para atacar sistemas informáticos y luego hacer aparecer que esa acción se debe a medios extranjeros.
Las mismas fuentes también han hecho referencia a las recientes revelaciones de WikiLeaks que detallaron la larga lista de “utilidades” confeccionada por las entidades norteamericanas de inteligencia para penetrar servicios de e-mail y de telefonía celular, amén de la incorporación de medios de escucha y espionaje visual en televisores, computadoras y otros equipos electrónicos de uso común en oficinas, hogares o de manera estrictamente personal.
Sobre este “primer ataque concentrado de ransomware a nivel global” también se pronunció otra autoridad, el exempleado de la CIA Edward Snowden, refugiado en Moscú luego de haber revelado importantes manejos de esta entidad en materia informática, quien hizo incapié fundamentalmente en el daño a los sistemas digitales de varios hospitales británicos producido por el reciente fenómeno.
“La decisión de la Agencia de Seguridad Nacional de crear herramientas de ataque dirigidas a software estadounidenses, ahora amenaza las vidas de pacientes en los hospitales”, precisó Snowden en su cuenta de Twitter
Recalcó que la Agencia estadounidense, “a pesar de las advertencias”, diseñó una “peligrosa herramienta de ataque que afecta a los sistemas operativos occidentales y cuyas consecuencias se han hecho visibles”.
“Esta agresión en particular fue liberada con el disfraz de una filtración desde los círculos de Inteligencia de los Estados Unidos”, concluyó el especialista.
¿Entonces qué?
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