“Entre cielo y tierra todo se sabe”, así reza un viejo refrán que por estos días he recordado una y otra vez a raíz del escándalo que vincula al popularísimo Facebook (Fb) con Cambridge Analytica (CA), empresa que, a decir de sus integrantes, se dedica a “cambiar el comportamiento de las audiencias” a partir del almacenamiento y empleo de grandes cantidades de datos provenientes de la Red.
Al parecer, dicha compañía —conocida en años recientes por su protagonismo en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, por su participación en el Brexit y otros tantos procesos en naciones de América Latina— extrajo, sin previa autorización, información personal de unos 50 millones de usuarios de Fb con la finalidad de conocer los perfiles políticos de los votantes estadounidenses y así redirigir sus preferencias.
Luego de que la noticia se regara como pólvora y tras inútiles declaraciones de voceros que en un principio negaban la responsabilidad de esta plataforma digital en todo el asunto, Mark Zuckerberg, fundador y director ejecutivo de la red social, reconoció la “metedura de pata” y se presentó como el máximo responsable al permitir tan grande brecha de seguridad, aun cuando según él existían mecanismos para evitar lo sucedido.
Evidentemente, el manejo de información privada por parte de los centros estatales de poder para establecer y prever patrones de comportamiento y actitudes es una clara violación a los más elementales derechos civiles. Sin embargo, ¿dónde está la sorpresa? Lo reflejado durante las últimas semanas por decenas de diarios de todo el mundo no ha hecho otra cosa que mostrar dos cuestiones que todos sabíamos o, al menos, sospechábamos: la seguridad de Facebook está muy lejos de garantizar tranquilidad a sus usuarios y la creciente “tendencia” de las naciones a espiar tanto fuera como dentro de sus fronteras a partir del empleo de las nuevas tecnologías es un hecho.
Mire como se mire, la trama de esta historia no deja de parecer un deja vú pues, en definitiva, ¿por qué es Edward Snowden reclamado por la justicia de su país? Hace apenas unos cinco años, el quien fuera contratista de inteligencia de la Central de Inteligencia Americana y de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos develó al mundo un amplio programa de espionaje desarrollado por esa nación, donde la vigilancia de amigos y enemigos a través del monitoreo de correos, imágenes, cuentas bancarias y llamadas se hacía —¿o se hace?— a través de Internet.
La paranoia de los Estados, fundamentalmente los más poderosos, de querer controlar y manipular al estilo orwelliano de 1984 es realmente alarmante. El uso de la Big Data por empresas como CA permite la clasificación de nuestras prácticas y modos de pensar, de forma tal que nos hace indefensos ante la manipulación política y el mercado.
El derecho a la intimidad es, al parecer, algo que la sociedad debe perder. En tiempos donde la palabrería y el vacío legal fomentan el desarrollo de noticias falsas y campañas difamatorias y sucias con fines de manipulación, la protección de nuestra privacidad resulta imprescindible si queremos mantener lo que nos identifica como ciudadanos libres, decisores de nuestras acciones. ¿Acaso será verdad que entre cielo y tierra todo se puede saber?
Wilber Ulloa
11/5/18 21:47
Gran demostracion de tu talento mi hermano.Sigue asi
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