¿Qué nos impide experimentar bienestar? Parece una pregunta tonta, pues en la vida atravesamos situaciones difíciles y obstáculos que provocan displacer. Sin embargo, esto no es lo que nos impide sentirnos bien o ser felices. Antes de responder a la pregunta, deberíamos definir qué es bienestar.
¿QUÉ SIGNIFICA BIENESTAR?
Al escuchar la palabra, lo primero que viene a mi mente es tranquilidad. Otros pueden pensar en una buena salud, en mejores ingresos económicos, o en estar rodeados de familia.
¿Quién tiene la razón? ¿Es más correcto pensar en lo espiritual que en lo material? ¿Se debe priorizar a los demás o tenemos que centrarnos en nosotros? Lo cierto es que cuando se trata de interpretaciones subjetivas nadie tiene la verdad absoluta. Cada opinión es igual de válida. El bienestar de cada persona depende de los aspectos que ella considere importantes y de su satisfacción con los mismos.
¿BIENESTAR ES OBTENER LO QUE QUEREMOS?
Esto no quiere decir que si tenemos todo lo que deseamos podremos experimentarlo. Muchos obtienen sus objetivos y aun así no son capaces de sentirse satisfechos.
Voy a poner el ejemplo de alguien cuya meta es ser un profesional —aclaro que este es un ejemplo simple, generalmente para las personas resulta significativo más de un aspecto de su vida—. Al ingresar en la universidad supuestamente debería disfrutar de su logro, pero tiene que prepararse a exámenes, estudia constantemente, no se permite descansar porque quiere cumplir su meta. La situación pudiera empeorar si obtiene bajos resultados en alguna asignatura, el estrés empeora, se recrimina por no haber estudiado más, teme que le vuelva a ocurrir. Este estudiante experimenta ansiedad, tensión y otras tantas emociones que están muy lejos del bienestar.
Tomé como ejemplo un estudiante, pero esto ocurre con frecuencia en casi todos los ámbitos de la vida. Otro ejemplo pudiera ser el de alguien que dé gran importancia a la pareja. Puede esforzarse en exceso para que todo vaya bien en la relación, y cuando no sucede así entristecer, enojarse, culparse o culpa a su pareja, comparar la relación actual con otras anteriores, temer por lo que pueda ocurrir en el futuro.
Una vez dicho esto repito la pregunta que hacía al inicio de la lectura. Si no son las adversidades y los obstáculos que se nos presentan los culpables de que no experimentemos bienestar, entonces ¿a qué se debe?
De los ejemplos anteriores podemos sacar varios elementos en común. Tanto el estudiante como el individuo que está en una relación, no son capaces de disfrutar el presente. Además, si las circunstancias no son favorables buscan justificaciones en el pasado y comienzan a sentir temor por lo que pueda ocurrir en el futuro.
Por tanto, podríamos deducir que no podemos experimentar bienestar si no tenemos emociones positivas hacia lo que valoramos como importante en nuestro presente, si no aprendemos a superar los errores pasados y a recibir con optimismo el futuro.
SI NO BUSCAMOS EL BIENESTAR, NADIE LO HARÁ POR NOSOTROS
Hago énfasis en que tener emociones positivas vinculadas a nuestra vida no se trata de engañarnos y hacernos creer que todo es perfecto, sino de aprender a sobreponernos y a crecer a partir de los problemas y errores. ¿Cómo? A continuación ofrezco varios consejos que ayudarán.
- Evita los pensamientos negativos: ellos nos hacen menos eficaces, menos racionales y nos impiden superar los obstáculos. Al inicio puede ser difícil ignorarlos, pero al igual que el cuerpo se adapta a hacer cuclillas, planchas y abdominales, la mente puede entrenarse para desviarse de lo que es dañino para ella.
Consejos para evitar los pensamientos negativos:
Trata de centrarte en lo que te trae felicidad y estabilidad en el presente, ya sea la familia, la salud, el trabajo, o los pasatiempos.
Hazte consciente de cada emoción positiva que surja en el día, aunque no parezca muy grande o importante, de lo contrario, terminarás por olvidarla y solo recordarás los problemas a los que tanta atención prestas.
Haz visualizaciones optimistas para ganar esperanzas en el futuro: imagina que han transcurrido algunos meses. Piensa en cuál es tu posición en la vida, qué habrás hecho para obtener tus planes y evalúa cómo te hace sentir. Recuerda siempre pensar en metas realistas, las fantasías inalcanzables solo traerán mayor disconfort.
- Sonríe siempre aunque no tengas un motivo: Se ha demostrado que sonreír —aunque sea falso— levanta el ánimo y disminuye la ansiedad.
- Comparte espacios relevantes: No pierdas cada oportunidad que se presente para mejorar los vínculos con la familia y los amigos. Ellos son una poderosa herramienta de apoyo para las vicisitudes que puedan emerger. Además, crear experiencias significativas y con peso afectivo aumenta las emociones positivas.
- Reelabora tus vivencias: Un paso importante para superar lo que nos ocurre es aprender a verlo de otra forma. Piensa en los eventos de tu vida que te han hecho sentir mal y encuentra qué aprendiste de ellos. Cada experiencia que atravesamos es necesaria para que nos convirtamos en quiénes somos hoy, es por eso que de cada vivencia se puede sacar un aprendizaje. Esto te permitirá cambiar cómo te sientes hacia ellas, hacer las paces con lo ocurrido y crecer como persona.
- Permítete equivocarte. No seas duro contigo mismo, no te exijas más de lo que la situación te permite dar. Si hay algo que querías y no has podido conseguir, piensa que no todas las soluciones están en tus manos y hay muchos otros que seguramente han transitado por lo mismo. Ten esperanzas en que podrás lograrlo en el futuro y trabaja duro por alcanzarlo.
La vida impone retos para que encontremos formas novedosas de solucionarlos.
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