Una casa en la que Newton no querría vivir (+Fotos)

Newton hizo muchas cosas por el bien de la ciencia. Se dice que experimentó en sí mismo para conocer los poderes destructivos del Sol. Hay quien afirma que estos experimentos no tuvieron graves consecuencias en su salud, aunque se sabe que cuando se levantaba por las mañanas, el gran sabio solía pasarse hasta una hora sentado en la cama, sin saber qué hacer. Luego se ponía a realizar experimentos de física.

No he encontrado ningún texto en el que se haga referencia a su vida matrimonial. Aparentemente este fue un segmento de las ciencias poco explorado por su intelecto. No le gustaba la poesía, ni practicar ejercicios, ni la música, ni los juegos, ni ninguna otra actividad recreativa. A pesar de ello vivió 85 años.

De esta forma tuvo el tiempo necesario para reflexionar, de ahí que cuando afirmaba algo estaba completamente convencido de lo que decía. Tardó 27 años en exponer sus aportes a la Matemática y otros 30 para dar a conocer sus estudios sobre la luz. En cambio, para su teoría general de la gravedad bastó que le cayera una manzana en la cabeza.

Si Newton viviera, quedaría horrorizado con el más reciente atrevimiento arquitectónico de la ciudad de Las Tunas, ubicada a unos 700 kilómetros al este de La Habana. La localidad no tiene nada que ver con la biografía del sabio inglés, aunque hace poco se supo que una señora logró cultivar un manzano “regándolo” con bloques de hielo.

En esta urbe, conocida como Balcón del Oriente Cubano, vive un arquitecto llamado Domingo Alás Rosell, quien durante años ha hecho de los descubrimientos de Newton la principal fuente de inspiración de sus proyectos constructivos.

Primero, en la década de los 90 diseñó una plaza que utiliza la luz del Sol para señalar fechas significativas de la vida de José Martí, y ahora acomete la edificación de lo que ha llamado la Casa Insólita, un sitio que reta al público a poner a prueba las leyes universales de la gravedad.

Si Newton viviera allí tendría en el portal un cartelito que dijera “Se vende” o “Se permuta”.

Péndulos de relojes que descansan en un extremo, agua que da la sensación de correr hacia arriba, una silla en la que todos se pueden sentar con facilidad y luego prácticamente es imposible pararse, una mesa de billar inclinada en la que todas las bolas se mantienen estáticas; son algunos de los fenómenos que se pueden apreciar en el insólito recinto, el cual se encuentra en la fase final de su construcción.

“No se trata de magia ni de trampas —aseguró a Cubahora Alás Rosell— sino de la utilización ingeniosa de las leyes de la Mecánica Clásica para crear efectos ópticos y de otros tipos, con el objetivo de contribuir a la divulgación de la ciencia y despertar el interés por la Física de una forma amena y divertida”.

El inmueble pasó con éxito las primeras pruebas que se le realizaron.

“Durante los experimentos fue posible comprobar la calidad del trabajo que se está haciendo, el cual demanda constantemente realizar mediciones muy precisas”, dijo el arquitecto.

Alás Rosell prefiere no revelar “secretos” para que los visitantes los descubran a través de la experiencia en la Casa Insólita, cuyo proyecto incluye servicios gastronómicos y espacios para las presentaciones de magos e ilusionistas de varios territorios cubanos y de Las Tunas, una ciudad en la que cada año se celebra en el mes de noviembre el Festival Ánfora, considerado el más importante de la manifestación en la isla, por ser el único de carácter competitivo.

Sin embargo, el arquitecto accedió a compartir con los lectores de Cubahora las más recientes fotografías de la edificación, en las que no se compromete la “magia” de su encanto. Con ellas los dejamos…