Leonarda,una obra de amor en un contexto que añora cambios, es la puesta que por estos días lleva a las tablas, en la capitalina sala Adolfo Llauradó, el Proyecto Holo Teatro, que dirige el actor Eric Morales Manero.
Basada en el texto del escritor noruego y Premio Nobel de Literatura Bjørnstjerne Bjørnson (1832-1910), “es una historia donde el amor se concreta y no se concreta a la vez. Las miserias humanas salen a flote. Se ven las diferencias de género, las diferencias políticas; pesa mucho la incomprensión, los triángulos amorosos chocan y no terminan bien…”, cuenta a Cubahora Eric, quien añade: “La poesía está latente y era algo que quería hacer y darme el privilegio de estudiar algo que tuviese un corte más novelesco. Traído a nuestro contexto, a nuestro país”.
Sobre el elenco, integrado por Dania Splinter, Faustino Pérez, Yeney Bejerano, Marlon López y el propio Eric Morales, nos comenta: “Tuvimos la oportunidad de ver a Dania Splinter hace poco en Rascacielos y ahora encarna este protagónico. Pertenece a una generación de actrices que ya no frecuentan en el teatro y he aprendido con ella. Me complace que represente a Leonarda. Trabajar con Faustino Pérez, tan importante dentro del teatro cubano, es un privilegio. Marlon y Yeney son actores jóvenes con mucho talento. Se ve el resultado en escena.
Perteneciente al grupo Espacio Teatral Aldaba, dirigido por Irene Borges, el Proyecto Holo Teatro, ideado por Eric, tuvo su primera puesta en el 2012, con Una caja de zapatos vacía, de Virgilio Piñera. “Y a partir de ahí ‒dice su director‒, he ido trabajando con textos que varían de un registro a otro: He incursionado en distintos géneros y estilos. Desarrollo mi carrera de director experimentando diferentes zonas. Por ejemplo, Aquiles y la tortuga, de Reynaldo Montero, en nada se asemeja a La prueba, del suizo Lucas Barsus, que estrené en el 2013. Ahora adapto y estreno esta obra de Bjørnson, con la que quise circunscribirme a un argumento más novelesco. Leonarda es muy poética. Me ha posibilitado seguir marcando una diferencia entre las obras”.
Yo me acerco a Bjørnson y a la vez me distancio. Parodio el mal gusto, que a veces aflora en la sociedad, en la cultura, en la música, la plástica. Utilicé el código del mal gusto, de la chabacanería. Rompo con Bjørnson en ese sentido. Espero que Leonarda le guste al público, se identifique con ella.
‒¿Difícil dirigir y actuar?
‒Sí, es muy difícil. Como actor tienes que estar pendiente del público. Tienes la responsabilidad de darle lo mejor. Pero cuando a la vez diriges hay un grado mayor de responsabilidad porque debes estar atento a otros; quiero que todo esté bien, que la obra salga. Es un ejercicio, me reconforta, me cobra energía, me exige, es un reto más. Siempre me atrajo dirigir y tuve vocación.
Quizás, como soy actor y a los actores nos gusta hacer hoy un mendigo, mañana un rey, un marciano, un niño, pasar por distintas pieles, y eso es algo que está en mí, se refleja en mi yo director. Me gusta ir cambiando, probando distintas cosas. Seguir creándome herramientas. No irme por fórmulas cómodas. Me gusta atreverme.
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