Si se aplicara a la casa editora Abril la edad socio-psicológica de los humanos, estaría en las postrimerías de la juventud. Con 35 años los especialistas se encapricharían en ubicarla en el prólogo de una antojadiza madurez, mientras despide los últimos rezagos de los años mozos.
Pero Abril no es un humano, aunque en sí abriga a muchos a la vez. No se le puede, en tanto, encasillar en rangos etarios, etapas de desarrollo, épocas de crecimiento. Sean 35, 50, 70, es la casa joven de todos y todas. Y eso, a estas alturas, es bien difícil de cambiar.
SIMPLEMENTE ABRIL
Definir este proyecto cultural se torna tarea difícil para especialistas e investigadores avezados. No es un multimedio de revistas periódicas de variado corte, tampoco una editorial dedicada exclusivamente a la publicación de títulos infanto-juveniles. No resulta nada de esto y es todo a la vez. Simplemente Abril.
La iniciativa se fundó por aquel julio de 1980 tras el sueño de abordar, a partir de diferentes formatos y medios, la diversidad de lectores y edades representadas en la Isla, especialmente la niñez, adolescencia y juventud cubanas.
Resultó un camino complejo, su director Javier Dueñas Oquendo así lo recuerda por estos días. “Quizá ahora los más jóvenes puedan distinguir estos siete lustros de trabajo fecundo e incansable como un hecho fácilmente consumado. En ese caso, habrá que recordar que desde aquellos lejanos años todo mérito se ganó con mucho sacrificio y constancia, y venciendo incontables desafíos para generar productos comunicativos interesantes, agradables y a tono con el propósito de mejorar una sociedad que se forja en el día a día”.
El sueño era magno, magna también su materialización. Todavía lo es. Bien lo sabe también Diana Lío Busquet, subdirectora editorial de la Casa. “Un medio global como este te posibilita tocar, o por lo menos proponerte abarcar con amplitud, y si está bien concretado con profundidad, todos los intereses o por lo menos los más posibles. Casi, en teoría, nada te es ajeno: tienes contemplado el público infantil, el adolescente, el juvenil, el trabajador, el profesional, el científico-técnico, el desempleado, el universitario, el que tiene intereses culturales o artístico-literarios, desde las revistas y también desde los libros”, insiste.
Con más de diez años sumando Abriles, la igualmente periodista reconoce los retos y la autenticidad de tamaña tarea. “El que aupemos sendas formas de difusión (libros y revistas) aporta diversidad desde la proyección editorial. Lo que no puede tener salida en un medio lo tiene en el otro (periodismo o literatura). Hoy ambos se tocan y se concatenan. Hay cada día más periodismo literario y más libros que se nutren del periodismo. Bien llevado, ese es el sueño de lo que debe ser Abril”.
LA BUENA LITERATURA, EL BUEN PERIODISMO
Reconocida en múltiples ocasiones por el gremio literario y periodístico, Abril se distingue por el contenido y forma de sus propuestas. Títulos exclusivos de autores de reconocido prestigio como Katiuska Blanco, Ciro Bianchi, Luis Báez, entre otros, combinan con las bisoñas aunque no menos valiosas entregas de los premios Calendario de la Asociación Hermanos Saíz.
Pero las proposiciones literarias encuentran un complemento perfecto en un equipo de diseño e ilustración merecedor de altos palmarés en la grafía visual. Similar simbiosis de letra e imagen alojan las seis publicaciones periódicas, que desde sus múltiples perfiles atraen a los más variopintos públicos: el sector universitario, la cultura joven, los defensores de una ciencia por la equidad, la adolescencia irreverente, los jóvenes inconformes y los pequeños zunzuneros.
En este sentido, los acercamientos son heterogéneos. Como una revista enciclopédica con abordaje múltiple e instructivo, así le gusta definir a Zunzún su directora Adela Moro Díaz. Los intereses más diversos de los complejos seis a 12 años cubre la publicación surgida apenas unos meses después de creado el sello editorial.
“Muchos periodistas subvaloran los productos comunicativos para niños, lo piensan como empeño menor. Pero resulta bien difícil resumir toda una acuciosa investigación en 15 líneas, a lo sumo 24. La ardua labor de síntesis necesita, a la vez, conjugarse en un lenguaje ameno y asequible para los infantes”, agrega Moro Díaz.
Zunzún cumple su cometido. Atrae a niños y padres sin recurrir a un estilo soso y de apocamiento. “Le hablamos a los pequeños sin subestimar su inteligencia ni disminuir el estilo a ñoñerías innecesarias”.
En ello también influye su alto valor gráfico. Maestros de la historieta en Cuba ilustraron las páginas. Aquí halló cobija Juan Padrón con Elpidio Valdés, Manuel Lamar con su Matojo, Jorge Oliver y su Capitán Plin, entre otros. Todas las estrategias parecen tener efecto en tan complejo público, no por gusto deviene en la revista más vendida del conglomerado mediático.
Aunque si bien Zunzún se vale de una alquimia de periodismo-historieta para generar contenidos sugerentes, Somos Jóvenes también recurre a pócimas comunicativas para mantener un público novel y diverso.
“Partimos de la pluralidad de voces e intereses en nuestra audiencia meta, en tanto juventudes hay en la Isla. Mirándolo así intentamos abarcar disímiles gustos, objetivos de información y estilos”, explica Marieta Manso, al frente de la entrega periódica.
“No es lo mismo escribir para un chico de 18, que un joven de 33. Las aspiraciones-metas varían y nuestros contenidos deben ser así de múltiples. No es tarea fácil ni periodística ni visualmente”, suma Manso.
Desde el número Cero, bajo las luces de Guillermo Cabrera, esta casi cuarentona ha intentado, e intenta, convidar al pensamiento joven actual, desde el análisis y contra vientos de discriminación de cualquier índole. “Pretendemos ser una herramienta de debate y entretenimiento, sin que ninguno de estos valores invalide al otro”; concluye Manso.
Y no solo es Zunzún o Somos Jóvenes. Es Juventud Técnica, Pionero, Caimán Barbudo, Alma Mater. Los libros. Porque Abril es diversa, múltiple como un pulpo multicolor que desplaza iniciativas, textos, trabajos periodísticos, sin que un proyecto mutile al otro, y en tanto, se nutran de igual forma. En su mayoría, resulta literatura y periodismo atractivos. Vendibles. Y la dirección no teme al sentido mercantil de esta última palabra.
“Desde hace mucho tiempo hemos logrado resolver el dilema entre lo que se considera comercializable y la calidad y los propósitos de nuestras propuestas editoriales”, aclara Lío Busquet. “Nuestros libros (o revistas) son, casi mayoritariamente, de gran aceptación por el llamado gran público, considero que sin hacer concesiones a la banalidad o a la seudocultura. Claro, hay títulos que se sabe no son de interés masivo, pero esos también tienen sus lectores. De esas propuestas entonces hay que hacer menos tiradas, promocionarlos más, buscar presentarlos donde están los interesados, y también se venden. Si no, ¿para qué los hicimos? La buena literatura siempre encuentra su público. La mala no es literatura y no merece ser publicada”.
EL FINAL DEL PRINCIPIO
35 años es apenas la mitad de una existencia común, humana. Para un proyecto cultural como este sin fecha de caducidad o esperanza de vida promedio, es solo el final de un principio.
Su principal timonel, Dueñas Oquendo resume una cardinal fortaleza: “su tradición de mirar a la realidad sin perder la capacidad de asombro y abordar su complejidad cuidando de no caer en el lugar común, el aburrimiento o la simplificación”.
En tres décadas y contando, no escapa la editora de las sufridas tareas herculinas de la impresión en tiempo y adecuada distribución. Son engranajes todavía muy imperfectos que no vale analizar en medio de globos de cumpleaños.
Por ahora Abril es un sueño en realización. El pensarse y redefinirse en una era competitiva culmina una etapa y saluda la venidera contienda. Una verdadera producción de ambiciosos y sugerentes proyectos digitales se perfila en la mira de los próximos años, ¿meses podrán ser? Llegan los 35. Esto apenas comienza.
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