Compartí, desde la lectura hace unos días con los colegas María del Carmen Ramón y Fernando Medina, el placer de leer un libro hecho a mano. Me agradó encontrarme con Ediciones Vigía desde sus líneas e imaginarme una obra literaria partiendo de la creación manual; pero no pude desprenderme de la imagen que tuve mucho antes de la holguinera Editorial Papiro, de la que logré tener entre mis manos un ejemplar de Raíz de hierba mate, del escritor Moisés Mayán y del artista de la plástica Javier Díaz.
Grandes dimensiones las de estos libros que desaparecieron, como por arte de magia, del K-4 en la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, durante la celebración de la Feria Internacional del Libro en La Habana y que se crean en esa especie de taller medieval en la casona colonial de la calle Morales Lemus entre Martí y Luz Caballero, muy cerca del parque Calixto García.
Lo más sublime, afirmo, es el olor y la asimetría en sus páginas…Una no es igual a la otra y los materiales diversos que confluyen te embargan en una atmósfera rara, única, mística. Tatiana Zúñiga Góngora, su directora, me dedicó unos minutos y pude desentrañar los misterios de esta exclusividad.
“La Cuba de los años 90 impuso realidades muy duras para el país. Surgió entonces la alternativa de fabricar papel, en especial para los artistas de la plástica que los necesitaban en sus grabados y dibujos. Bebimos de fuentes originarias, de China y Japón pero esas fórmulas foráneas las fuimos criollizando hasta lograr la nuestra.
“Una hoja de papel es una obra en sí porque a partir de todo lo que se desecha en oficinas, en las casas, todo lo que pueda ser reciclado es utilizado por la editorial, sin que implique un daño a la naturaleza. Fabricamos alrededor de 40 tipos de papel con buena calidad: de ajo, de maíz, de coco, de arroz, de pétalos de flores, de tabaco…
“Cada libro demanda una hoja de papel determinada en función del texto. Sobre esas hojas manufacturadas imprimimos en el linotipo del año 1900 y en máquinas impresoras de 1916, con tipografía del siglo 18. Los armamos de forma manual y de esta manera llegan al público 100 ejemplares de cada título.
-Poseer un libro de Papiro es digno de coleccionistas…
-Cada libro tiene un certificado de autenticación, en el que se refleja el número del ejemplar, en qué máquina está impreso, técnicas de grabado empleadas…
“Además tenemos las intervenciones del artista porque para Papiro, cada obra tiene dos autores…El escritor del texto, conocido o no, y el artista de la plástica que deja su huella en cada ejemplar, a modo de ilustración.
“Somos solo seis trabajadores los que integramos la editorial, inscrita en la Cámara cubana del libro y producimos alrededor de 12 títulos al año. Más allá de las máquinas patrimoniales con las que trabajamos, que tienen sus piezas originales, y el producto final, lo más importante es que lo que hacemos es un proyecto de vida, más que un trabajo. Cada libro tiene implícito una política emocional, más que una política editorial y nuestras vidas también cambian con cada uno”.
Y no lo dudo, pues no es el afán comercial lo que signa los días de Tatiana y el resto de los trabajadores. Es tal vez, el deseo de que podamos tener una joyita hecha a mano en casa, digna de ser acariciada por nuestras manos, luego de que fuera el desvelo de sus sueños.
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