ESPECTÁCULO Y PÚBLICO: OVATIONS TO RENT
Acceder a la sala Tito Junco del Bertolt Brecht y enfrentar la primera imagen que proyectaba Rent, resultaba un fenómeno singular por fútil que pareciera, durante los tres meses que se mantuvo en cartelera. Tal vez, el eslogan “Broadway en La Habana” creó una especie de ilusión sobre la visualidad de este musical y las expectativas de la mayoría estuvieron relacionadas con el despliegue fastuoso de iluminación y decorados, o coloraciones excitantes en el vestuario, tal y como pudiera verse en la sede de esta compañía en New York. Absolutamente lo contrario. Para la producción escenográfica, el equipo diseñador se apropió de recursos comunes, poco estilizados, para buscar coherencia entre las locaciones ficticias de la historia y el espacio escénico real.
A la derecha del espectador, un constructo metonímico se erigía desde el piso hasta el techo prácticamente; algo que simulaba dos elementos claves para el desarrollo del espectáculo: un árbol de navidad y el edificio de la renta. Al centro, una mesa cumplía varias funciones, y a la izquierda, el set instrumental. Hubo otros objetos y accesorios que aparecían y desaparecían de la escena, pero en esencia esa fue la primera imagen que percibimos.
En el transcurso de la puesta se notó cierta deficiencia en los tonos medios del diseño de iluminación, lo cual comprometió la intensidad expresiva en varios momentos, y provocó un efecto de ralentización innecesario en el tempo-ritmo de algunas escenas. Los excelentes planos superiores del escenario estuvieron algo subutilizados para la magnitud de movimientos que lleva y trae a un elenco tan grande, además de los matices visuales que hubiesen podido aportar.
Igualmente, personajes como Roger, Mark, Collins y Benny se desplazan e interactúan entre sí, proyectando, desde sus roles, una sensación de integridad entre todos los elementos sobre los cuales descansa, en gran medida, el efecto de realidad que se disfruta en lunetas. Fungen también —Roger y Benny— como centro de rivalidades que descuellan por el amor de Mimi o por una amistad —Mark y Roger— que toca fondo y genera separación, distancia, pero que logra revitalizarse. Tales situaciones en derredor de estos personajes crean la alternancia necesaria en el despliegue individual de Mimi, Joanne y Maureen, y estimulan el equilibrio en la percepción global del público.
Pero las ovaciones intermedias para Rent llegaron fundamentalmente de números femeninos individuales. A un lugar lleva el encanto y la sensualidad que imprime el personaje de Mimi al musical. Vamos bien, arroja fuerza y determinación sobre la escena, dos características que modelan a Joanne en todo el espectáculo. Maureen, en La luna saltar, nos ofrece destreza y énfasis, cualidades que distinguen toda su interpretación, con un carácter bien esculpido, creado distintivamente desde búsquedas internas y en total sintonía con los otros roles.
Un aparte especial merece la interpretación de Ángel. EnHoy por ti, primer número que canta este personaje, y en todas sus apariciones, logró convertir su cuerpo y proyección en verdadero signo escénico. Posee, además, capacidad de desdoblamiento y flexibilidad –en su sentido más amplio- perfectamente sincronizadas con la música; es un cuerpo y una voz codificado desde la sonoridad. Simbólico desde su nombre mismo, Ángel fue matiz imprescindible de toda la puesta. En la escena que agoniza por el SIDA, con Collins a su lado, se crea una visión icónica sobre su imagen que se adueña de la atención de los espectadores, y en su muerte queda mitificada. Su reaparición, luego de concluido el espectáculo, recibió el particular reconocimiento de muchos aplausos.
Cualidades loables y momentos para la ovación tuvieron todos los protagonistas; pero, sobre todo, es bien interesante cuando se integran momentos corales y no hay resaltes particulares en la proyección escénica ni tonos vocales elevados. Por el contrario, hacen del número un verdadero momento pleno, se suman a un carácter colectivo y convierten el coro en personaje distinguible por su brillo e impacto en la acción dramática, que lleva al público a un clímax emocional poco común en nuestro teatro actual.
EN FIN…
La llegada de Rent a La Habana se ha convertido en estímulo ineludible para los amantes del teatro musical. Así, hemos visto cómo el hecho ha sobrepasado el boom que ofrece un contexto marcado por el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, para convertirse en el suceso cultural esperado por muchos durante varias décadas.
La interrogante sobre si existirán otras producciones de Habana Broadway para nuestro público es una constante; pues, aunque ambas partes de este proyecto se han mostrado interesadas en una continuidad, su materialización requiere de esfuerzos considerables. De todas formas, mantengo la fe en el beneficio real que debe arrojar tanto revuelo a nuestras tablas: sirva Rent como detonador cultural e incentivo para el nacimiento de proyectos cien por ciento nacionales, que superen todo obstáculo mental y económico; nuestra tradición musical y teatral particularísima, avala y exige un desarrollo para el género.
¡Larga vida al teatro musical en Cuba… luego de un largo silencio!
Patricia
31/3/15 11:16
¿Dónde se puede disfrutar de propuestas cubanas de teatro musical, a la altura de Rent? Creo que ahí radica uno de los grandes retos del teatro cubano.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.