Fátima o el Parque de la Fraternidad ha comenzado bien su camino en el circuito de proyección nacional. La que ya se considera la mejor película como director de Jorge Perugorría y el más sobresaliente papel de la vida actoral de Carlos Enrique Almirante (Fátima) cuenta hasta ahora con ovaciones de audiencia y no pocos elogios de la crítica.
Versión cinematográfica del cuento homónimo de Miguel Barnet, la cinta llena salas por estos días de la 36 edición del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, como el primer largometraje de ficción centrado en la identidad transgénero.
En la premier mundial del largometraje en el cine Yara, Barnet insistió en no concebirla como otra “película de gays. Es una historia dramática de alguien que vive en la angustia diaria de sentirse atrapado en un cuerpo que no siente como suyo, y vive esa dualidad, esa tragedia”.
“Quise entrar en un drama humano, humano y social, con rasgos sicológicos muy fuertes y me pareció que lo más representativo era el tema del travestismo. En definitiva, un escritor es un travestido, como lo es un artista plástico. Un actor o una actriz se trasvisten”, explicó también Barnet al sitio Cubadebate, meses antes, durante la etapa de grabación del filme.
A manera de recordación, Perugorría resaltó, en conferencia de prensa, que el proyecto surgió de cierta ocasión en la cual escucharon un disco con el relato narrado por Barnet con su propia voz. “Enseguida supe que tenía posibilidades para una buena película. Esa noche empezó el sueño de hacer realidad este filme”.
Sobre cuánto hay de Diego y Fresa y Chocolate en Fátima, el también director de Afinidades recalca la implicación sutil. “Desde un principio intentamos alejarnos de estos precedentes, pero de forma natural salieron algunos guiños. Es inevitable”. Pero, “aunque hay temas parecidos, no es la misma tragedia”, añade el propio Barnet.
En el elenco participan además primeras figuras del séptimo arte cubano como Broselianda Hernández, Néstor Jiménez, Tomás Cao y Mirtha Ibarra, entre otras primeras figuras del cine en la isla.
LITERATURA Y CINE
Resulta inevitable que, tras versiones cinematográficas de conocidas entregas literarias, algunos cinéfilos hurguen semejanzas y diferencias entre ambas propuestas. Aunque en muchas ocasiones la recreación audiovisual pierde en relación con el original literario, en el caso de esta propuesta, salvando distancias lingüísticas epocales y escenarios de circunstancias contemporáneas, se respeta la sustancia primigenia de la proposición escrituraria de Barnet.
Bajo dicho monólogo, Perugorría y su equipo entretejen un drama psicológico en una estructura narrativa que gira, en diversos tiempos, desde la infancia, pubertad hasta la juventud de una Fátima llena de abusos y desgarramientos.
“Vemos a veces a estas personas en los espectáculos, en las tablas, en show de segunda o cuarta categoría y no entramos en el dolor que hay en estas almas. Eso fue lo que quise expresar”, continuó Barnet sus palabras a Cubadebate. “Esta no es una película que trate de un tema gay de una manera epidérmica, frívola. Es el caso de un homosexual que se trasviste, porque no quiere ser un homosexual, quiere ser una mujer; tiene una relación con un hombre que es un bisexual o un heterosexual (ya no sé cómo definirlo) que lo que hace es manipularlo y explotarlo. Pero esta persona tiene sentimientos afectivos, sentimientos de amor, de desgarramiento”.
La identidad de género emerge, entonces, en una cinta que trata de librarse de estereotipos, y aunque presenta cuadros humorísticos, propios de cualquier producto fílmico cocinado en la isla, se aleja de la caricatura burda y los chistes prefabricados.
ESENCIAS: DIRECCIÓN DE ACTORES
Uno de los grandes retos para el realizador fue encontrar quien encarnara el personaje central: Fátima, “en cuyos hombros descansaba toda la película”. “Hicimos uno de los casting más rigurosos de toda mi vida. Al resto de los actores del elenco los conocía, sabía qué le aportarían a la película. Pero era primordial encontrar a un buen protagonista”, añade Perugorría. “Nada más que vi a Carlitos (Carlos Enrique Almirante) me convencí de que era lo que buscábamos”.
Para el joven actor, la esencia del éxito del filme radica en la credibilidad de las interpretaciones, hecho alcanzado en buena medida por la “química existente entre muchos de los personajes”, tanto dentro como fuera de la pantalla.
Tomás Cao (Vaselina, pareja de Fátima), por su parte, enfatiza en el papel determinante de la dirección de actores. “Para nosotros es esencial que exista una atmósfera propicia para la creación. Y eso lo logra Pichy (Perugorría) desde su postura director-actor. Eso se siente en el filme”.
En este mismo aspecto insiste Mirtha Ibarra. “Cuando la batuta de la cinta tiene esa vasta experiencia en la actuación, la dinámica fluye. Te exige y moldea desde ese conocimiento y nos hace explotar al máximo la psiquis de los protagonistas”.
Para todos: Almirante, Caos e Ibarra, la propuesta significó un mundo nuevo. “Con cada representación se adquieren ideas, aprendizajes. Este fue peculiarmente interesante”, insistió Ibarra.
Almirante también lo sabe, que su Fátima marcará un antes y un después en su carrera actoral. “Le dediqué mucho tiempo. Nunca un trabajo exigió tanto de mí. Me entrevisté con personas vinculadas a ese mundo para poder esbozar física y psicológicamente mi papel. Todavía veo el resultado y entro en shock. A veces no sé ni cómo logré todo”.
¿UN CANTO DE LA DIVERSIDAD?
Fátima marca ya un precedente en la filmografía nacional dedicada al abordaje temático sobre la diversidad sexual. Más allá de posicionar añejos temas tabú dentro del audiovisual cubano y denunciar posturas homofóbicas, Perugorría explica su interés en la propia personalidad del protagónico. “Siempre quise mostrar al ser humano. No quiero que la película se recuerde solo como una cinta de travestis o bajo un tópico homosexual. Fátima puede enseñarnos a todos y de todo. Especialmente esa voluntad, ese espíritu de no rendición, esas ganas de vivir. Ella es admirable, plural, universal. Ella se reinventa desde sus propias desgracias”.
No es, pues, Fátima, “otro” largometraje de homosexualidad o un espectáculo musical de travestis. Tiene, por supuesto, flashazos de travestismos, de espectáculo, de música; pero el mayor objetivo resulta, en opinión del equipo de trabajo, despertar la conciencia hacia la diversidad, la complejidad, el respeto a la diferencia.
Como termina el propio Barnet su cuento-monólogo: “En mi pueblo dicen que siempre que llueve escampa. Si de niña se me apareció la Virgen de Fátima, por algo será. La noche sí no me falla, ella está ahí y es mi reino. ¡Ay Habana, paraíso encantado! Fátima no se rinde, Fátima es inmortal”.
Armides Campos Mayo
5/6/15 9:40
Hace un buen tiempo ya de este post sobre Fátima, y ahora es que veo la película, sin embargo, no puedo dejar de comentar y hacer loas. Definitivamente espectacular, no solo en su trama, sino en la forma simple pero original de contar la historia, la vida de "Manolito", su transformación en Fátima...
Creo que sin duda alguna esta película marcará (para bien) a Almirante de por vida. Y para los tontos que siempre pretenden juzgar por un papel el comportamiento del artista... solo decirles que estamos en presencia de un "tronco" (permítaseme la vulgaridad) de profesional, perdón, de profesionales.
Nada, simplemente genial. Enrique Almirante estará en cielo repleto de orgullo paternal.
carlosvaradero
12/12/14 11:39
No he visto la pelicula, sòlo han tenido acceso a ella quienes viven en la capital, de todas maneras creo que es una pelicula necesaria y estarà sin dudas entre las favoritas en este 36 festival del nueo cine latinoamericano..
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