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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Gracias a la vida que nos dio a Mercedes Sosa (+ Videos)

En la historia de la Voz de América las casualidades no lo son tanto, y con el tiempo mostraron que son pura causalidad...

Mayra García Cardentey en Exclusivo 09/07/2015
3 comentarios

“No soy cantante, soy una cantora”, se definía a sí misma por convicción y también por secundar aquello de Facundo Cabral: “cantante es el que puede y cantor el que debe”. No profesó la máxima desde la superficialidad. Siempre patentizó su compromiso con y para el arte. Nunca vivir de él. Canciones con fundamento(1965), Yo no canto por cantar (1966) y Traigo un pueblo en mi voz(1973)devinieron parte de su música protesta.

Porque Mercedes Sosa vivió, indudablemente, para servir a América. En su historia las casualidades a veces no lo son tanto, y con el tiempo muestran que son pura causalidad. O no hubiera nacido un 9 de julio, Día de la Independencia de Argentina; o no hubiera nacido en Tucumán, lugar donde se firmó el texto que declararía la soberanía de la nación suramericana. Pero, quizás resulta solo una rara concomitancia histórica. Tal vez.

Si bien la coincidencia no descansa. Debutó, como ella misma contaba, con 15 años cantando nada menos que el Himno Nacional de Argentina. Y su último disco resultó nada más que Cantora que cierra también con el himno de su tierra amada. No hay que seguir con extrañas fórmulas del destino. Hay cosas, gente, que nacen para ser, incluso ante aquellos que no crean en cábalas. Y Mercedes Sosa fue una de esas personas.  

Descendiente de calchaquíes, la intérprete supo, por sangre propia, cómo palpitaban las venas abiertas de América Latina. Padre obrero azucarero, madre lavandera de familias acomodadas. Gente humilde. Buena.

Aunque le gustaba más ser “la Marta” para la familia, que Mercedes. “Al final, puertas adentro las cosas son como las madres quieren, y puertas afuera son como la gente manda. En mi casa definitivamente soy la Marta. Para la gente definitivamente soy la Negra”, recordaba en una de sus entrevistas.

Bajo cualquier nombre resultó “una mujer purísima”, como le definieron los allegados. Fue una de las mejores cantantes del mundo, nombrada la Voz de América. El melodioso timbre de la orgullosa tucumana se adueñó de los cosmopolitas teatros primermundistas: del Lincoln Center, el Carnegie Hall, el Mogador, el Concertegebouw, el Coliseo de Roma. Y con ella cantaron sus ancestros, el continente todo.

Aunque no por ello evitó los palos de la vida: como cuando su compañero emocional y de vida artística, Oscar Matus, le abandonara, y dejara sola con su hijo Fabián. “Una chica tucumana se casa para siempre. Eso me destruyó”. Llegó a decir. Luego fue viuda también. Incluso pensó en el suicidio.

Tampoco pudo eludir la marginación: por su etnia, por su procedencia social, por comunista. Vivió la censura, la tristeza del exilio como medida ante su desobediencia a la dictadura militar que se adueñó de Argentina. Ni siquiera así la cantora pudo callar. “Si se calla el cantor se quedan solos los humildes gorriones de los diarios, los obreros del puerto se persignan, quién habrá de luchar por su salario”.

El cancionero latinoamericano nunca podrá olvidar su voz en Canción con todos, Alfonsina y el mar, Gracias a la vida, Como la cigarra, Zamba para no morir, La maza, Todo cambia, Duerme negrito, Calle angosta. Muchas de ellas de autoría variada, pero inmortalizadas por la negra Sosa.

Su arte militante lo reafirmó como fundadora del Movimiento del Nuevo Cancionero y en tanto se erigió cual fiel exponente de la Nueva Canción Latinoamericana. Defendió el folklor argentino, la música popular nacida en las simientes del Río Bravo hasta la Patagonia.

Fue convocada por varios artistas y estilos. Unos cantaron con y otros para ella: Andrea Bocelli, Jorge Drexler, Luciano Pavarotti, Fito Páez, Pablo Milanés, León Gieco, Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Sting. Fue grande, aquella mujer sencilla que nunca perdió ese enorme pánico escénico cada vez que actuaba en público.

Una de sus interpretaciones consagratorias llegó en su Homenaje a Violeta Parra, y sus inigualables versiones de la obra de la cantautora chilena. No compuso Gracias a la vida, pero ese tema llegó a ser tan suyo por la peculiar interpretación, como de Parra por la creación lírica. “Gracias a la vida que me ha dado tanto. Me ha dado la risa y me ha dado el llanto. Así yo distingo dicha de quebranto. Los dos materiales que forman mi canto. Y el canto de ustedes que es el mismo canto. Y el canto de todos que es mi propio canto”.

Con ese canto se alzó la América, porque ella vivió, indudablemente, para servirle. En su historia las casualidades a veces no lo son tanto, y con el tiempo muestran que son pura causalidad. Mercedes moriría un 4 de octubre, día de nacimiento de Violeta. Nada. Ni destino, ni extraña cábala artística. Cosas de la vida.


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Mayra García Cardentey

Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.

Se han publicado 3 comentarios


Lilian
 9/7/15 12:52

Muchas Gracias de una cubana desde Rosario, Argentina!!

Guarina
 9/7/15 11:46

Gracias a Mayra por recordar a La Negra, Mercedes Sosa nunca será olvidada, la admiraba como mujer y como cantante, tengo su música y no dejo de escucharla, es canto que llega a lo más profundo del corazón.

 

carlosvaradero
 9/7/15 11:22

No se puede hablar de mùsica latinoamericana sin mencionar a Mercedes Sosa, es un icono de la buena mùsica, comprometida con los pueblos de latinoamerica toda.

Su voz se quedò para quedarse siempre en el corazòn no sòlo de los argentinos sino tambien de todos los que aùn seguimos amando su mùsica.

Gracias Mercedes!!...

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