Sentimientos como el amor, el deseo, la repulsión, la soledad, la traición y la muerte se conjugan en el texto Las azules colinas de Europa, con el que la escritora y periodista matancera Náthaly Hernández Chávez mereció este 2021 el Premio David que otorga la UNEAC a autores inéditos, en el apartado de ciencia ficción y fantasía.
“Es un libro inspirado en el siglo XX, se refleja ya desde su título. Está compuesto por ocho relatos que abordan temas comunes a través de historias distintas que pertenecen a la llamada ciencia ficción blanda. Algunos muestran una sociedad parecida a la actual con algunos “adelantos” tecnológicos. Lo interesante en ellos es proyectar como las personas reaccionarían a las nuevas circunstancias.
“En otros relatos, el estadío tecnológico humano avanzó al punto que permite la creación de replicantes (seres artificiales casi idénticos a los hombres), el viaje por el sistema solar o la terraformación de Europa, luna de Júpiter la cual se convierte en una equivalencia del África terrestre, un lugar de naturaleza exuberante y fantástica dedicado en parte a los safaris de caza.
“El título del cuaderno es un doble homenaje a dos maestros, uno del realismo y el otro de la ciencia ficción. En este caso, Ernest Hemingway y Robert Heinlein, que tienen cada uno un libro de nombre similar. Me pareció bien que fuera así, porque este es un libro muy referencial, que bebe de diversas fuentes, de autores como Hemingway y Heinlein, Ray Bradbury, Phillip K. Dick, Úrsula K. Le Guin, Oscar Wilde, Ken Kesey y los cubanos Delfín Prats, Daína Chaviano, Chely Lima y Alberto Serret, por solo mencionar algunos.
“También usé como inspiración piezas escogidas de la música y el cine que me ayudaron a recrear emociones o ambientes específicos que necesitaba para cada historia. Utilizo en ocasiones exergos con letras de canciones que están vinculados de forma poderosa al relato en cuestión.
“Este es un libro que busca balancear la violencia con emociones relatadas de forma casi poética. Mi estilo narrativo va hacia a la poesía de forma natural, porque este es un género al que me dedico constantemente. Esto provoca que los sentimientos de los personajes estén a flor de piel para que el lector pueda conocerlos, y proporciona a las emociones un papel protagonista.
“El dolor ante la muerte, la nostalgia y el amor están presentes en todo momento. En cuanto a las acciones, mis personajes toman decisiones que no terminan por absolverlos ni condenarlos, que los hacen tanto empáticos como despreciables, les corresponde enfrentarse a la traición a otros o a sí mismos”.
En una ciudad como Matanzas (propuesta como Ciudad Creativa de la Literatura este 2021), donde la poesía aflora en casi todos el panorama literario en todas las épocas, elegir la narrativa y dentro de ella la ciencia ficción se torna, cuento menos, una elección arriesgada.
“Pienso que uno escribe según lee. No necesariamente un autor escribe todos los géneros que lee, pero no es menos cierto que esto tiene influencia en ellos. Yo me he sentido inclinada a lecturas maduras de ciencia ficción/fantasía desde hace algunos años y eso me ha posibilitado sentirme cómoda en el género como para crear mis propias historias.
“Una de las mayores virtudes de la escritura es su capacidad de borrar las distancias espacio-temporales. Gracias a la literatura puedes hacer contacto con otras épocas y lugares (reales o ficticios) ajenos al tuyo, conocerlos o incluso vincularte a ellos, hacerlos formar parte de tu realidad”.
Su inclinación por la literatura la acompaña desde hace varios años. A los libros agradece, en parte, su formación como lectora, escritora y periodista.
“No recuerdo una época en que los libros no fueran parte importante de mi vida. Siempre han estado ahí, mi familia me leía antes de que pudiera hacerlo por mí misma y cuando pude no he parado de leer.
“Amo las bibliotecas y el conocimiento. Soy una incurable acumuladora de libros. Gracias a ellos he podido ejercitar mi inteligencia y creatividad, conservar medianamente la fantasía que se pierde tras la infancia. Siempre he tenido ideas, imágenes e historias rondándome en la cabeza, pero de ahí a escribirlas era otro asunto.
“No empecé a escribir algo más que textos aislados hasta mi época universitaria, cuando por intermedio del taller literario dirigido por la escritora Yanira Marimón tuve la confianza de darle a esas ideas forma de cuentos y poemas.
“Desde entonces estudio de forma autodidacta y me esfuerzo por mejorar mis textos al máximo posible. La literatura es un mundo apasionante, y su amplitud es tal que parece una fuente interminable”.
Existen entre el periodismo y la literatura coincidencias y así también algunos desencuentros. No debe asumirse que uno es igual al otro solo porque ambos se desarrollen sobre la base de las palabras. En esa disyuntiva vierte la joven matancera todo su talento.
“El periodismo, como la literatura, siempre ha estado presente en mi vida. De niña era una lectora ávida de periódicos, me gustaban en especial el Juventud Rebelde dominical y la Revista Bohemia. Los leía de atrás hacia adelante porque en el fondo y el centro estaban los contenidos de humor, cultura e historia, que eran los que me gustaban.
“Siempre consumí muchísima radio también, con emisoras que escuchaba desde que me levantaba hasta que me quedaba dormida. Por eso, a la hora de escoger una carrera, opté en primera opción por Periodismo y me sometí a la prueba de aptitud.
“Siendo graduada de Técnico Medio debía entrar por la modalidad de Concurso y eso lo hacía un reto mayor, por lo que aprobar tanto las pruebas de aptitud como las de ingreso han sido de mis momentos más felices”.
El trabajo de un periodista suele ser bastante ajetreado; el del escritor requiere de mucho tiempo y constancia; los dos exigen talento y consagración. La profesión de sacar a la luz hechos actuales, de manera atractiva y sugerente, mucho tiene en su manera de plantearse del arte de enzarzar palabras para crear interés en lo que se está narrando. Aunque en sus esencias no llegan a convertirse nunca uno en la otra, ambas se complementan.
“A mi profesión de periodista le debo el que me acostumbrara a escribir con regularidad, con disciplina y para un público. Comenzar la carrera de periodismo y unirme a mi primer taller literario provocó que tuviese acceso a literatura especializada y pudiera ampliar mis horizontes intelectuales. Me aportó además una seguridad para escribir que no logré antes, cuando ser escritora no era más que un sueño largamente acariciado desde la infancia, pero en apariencia imposible para mí.
“De mi quehacer literario devuelvo al periodismo por las vías de la enseñanza. De las asignaturas que imparto en la Universidad de Matanzas, mi favorita es Técnica y estilística narrativa. Incontables cuestiones de técnica narrativa de la ficción me han ayudado a la ahora de enseñar y/o sugerir distintas maneras de pensar y escribir el periodismo.
“El periodismo también me empujó a narrar antes de describir, a centrarme en detalles significativos sin dejar de generalizar, a autoeditar mis textos y pulirlos de defectos básicos del lenguaje que cargan todos los autores neófitos. Escribir para otros también me ayudó a perder parte de mi timidez, a ver y conocer de cerca a personas que se dedican a variadas profesiones, acercarme a las grandes historias cotidianas que están en todas partes y donde menos uno se lo espera”.
Pero no se conforma con la prosa Hernández Chávez, quien además se desempeña como profesora en la Universidad de Matanzas. A su vida también le ha agregado la belleza de la poesía.
“La circunstancia poética de Matanzas es algo que influencia en mayor o menor medida a todos sus autores, sean narradores o poetas, jóvenes o viejos. Yo no escapo tampoco a ella y de hecho ha sido importante a la hora de nutrir mi poesía.
“En Matanzas se están viviendo tiempos inéditos. Creo que por primera vez hay en la misma generación literaria, en este caso, los jóvenes, una mayor cantidad de narradores que de poetas, además de que se están introduciendo en la narrativa temas, formas y géneros nada comunes en la provincia”.
Con sorpresa, emoción y la humildad que la caracteriza, Náthaly Hernández Chávez recibió este año el Premio David que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba a escritores inéditos, en la categoría de ciencia ficción. Un reconocimiento que, confiesa, “significa mucho en cuanto es una oportunidad de publicar mis primeros cuentos, de promocionar mi obra en general.
“Otorga visibilidad, oportunidades, validación frente a los demás escritores y críticos, una validez a medias porque la otra mitad es la validez que confieren los lectores.
“Pero por sobre todo este premio me da un tremendo impulso, para considerarme una autora seria y continuar ese camino, para considerarme una escritora profesional, lo cual es un sueño hecho realidad.”
Náthaly Hernández Chávez es una matancera que, más allá del periodismo, confiesa y nos hace partícipes de sus preocupaciones como mujer, como joven, como cubana.
Al definirla, no sabría si catalogarla una periodista con hambres de creación literaria o una escritora a quien el periodismo le ha cambiado la vida. Lo cierto es que, entre comas, signos de interrogación, puntos y seguidos, sinalefas, símiles y narraciones crece la artista que habita en ella, creando, renovando, entregándose al placer de escribir, regalándonos motivos para disfrutar la literatura y amar el periodismo.
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