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sábado, 16 de noviembre de 2024

África: Aires de distensión en los Grandes Lagos

Las relaciones entre Ruanda y Uganda se han ido deteriorando gradualmente a lo largo del tiempo con acusaciones mutuas de asesinatos...

Julio Marcelo Morejón Tartabull en Exclusivo 18/10/2019
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Africa-distersión
La distensión debe abrir una puerta a un futuro de optimismo y supervivencia en los Grandes Lagos africanos (Foto: tomado de huellasdelahistoria.wixsite.com).

Como otros escenarios de conflictos, la región de los Grandes Lagos africanos varía su dinámica, ahora se esfuerza por dejar atrás la etiqueta de peligroso polvorín con la cual por mucho tiempo se identificó.

Hoy es evidente que la realidad política del área se impone y plantea tomar decisiones que afectan a las relaciones entre los Estados, en marzo pasado Ruanda cerró su frontera con Uganda, tras el presidente de ese país, Yoweri Museveni, recibir a algunos opositores políticos del mandatario ruandés, Paul Kagame.

La tensión fue progresando: Todo comenzó el miércoles 27 de febrero cuando la seguridad de Ruanda en la frontera impidió que los camiones cruzaran esa franja y al otro día comenzaron a prohibir que los ómnibus con pasajeros lo hicieran, con lo que las personas quedaron varadas en la parte ugandesa.

El argumento ruandés sobre tales cierres fue el mejoramiento de puestos fronterizos, pero el sitio digital Fundación Sur citó que: “Las relaciones entre Ruanda y Uganda se han ido deteriorando gradualmente a lo largo del tiempo con acusaciones mutuas de asesinato, tortura, espionaje y secuestro de ciudadanos”.

En marzo el gobierno de Kigali también emitió una alerta relacionada con los viajes a Uganda, en su declaración afirmó que no podía garantizar la seguridad de sus ciudadanos que se trasladaran al país vecino; antes las autoridades bloquearon el paso a estudiantes ruandeses que a diario pasan a territorio ugandés para asistir a sus escuelas.

En medio del incremento de las fricciones e intercambio de acusaciones relacionadas con las funciones de varios puestos en la frontera común, el gobierno de Kagame fue más allá, cuando acusó Uganda de apoyar a grupos rebeldes ruandeses, con lo cual dio un matiz político al asunto y revolvió la historia de los vínculos bilaterales.

No es la primera ocasión en que las tensiones emergen en la zona, en la década de 1990 sobresalieron hechos que marcaron de por vida la dinámica subregional como la guerra en Ruanda, el genocidio de 1994, la ofensiva conjunta en  apoyo al jefe guerrillero congoleño Laurent Desire Kabila contra Mobutu Sese Seko.

También estuvo el conflicto que enfrentó a los exaliados del Congo con el poder central (principalmente Ruanda, Uganda y Burundi, por una parte y Angola, Zimbabwe y Namibia por la otra), una contienda que comenzó en 1998 y concluyó oficialmente en 2003 con los Acuerdos de Pretoria (Sudáfrica).

Esa conflicto -conocido también como Guerra Mundial Africana, Gran Guerra de África-causó aproximadamente cuatro millones de muertos, la mayoría  por hambre y enfermedades, además creó condiciones para la pervivencia de facciones armadas contrarías a los gobiernos de la zona, y dedicadas al latrocinio y a diseminar el terror.

Actualmente, los países de los Grandes Lagos sufren las secuelas de aquella escalada de violencia, que se convirtió en un asunto de seguridad trasfronteriza, y que persiste aunque ya no como forma de contienda bélica de gran intensidad y causa graves efectos de índole humanitaria.

Tras romper con Kabila, Ruanda fue a la guerra fundamentalmente para mantener lejos de sus fronteras a las milicias extremistas hutu participantes en el genocidio de 1994 y que se refugiaron en Congo, entonces Zaire, lo cual  considera aún una cuestión de supervivencia.

Uganda acudió a la disputa principalmente para impedir que su vecino congoleño fuera empleado por movimientos rebeldes enfrentados a Kampala.

Lo anterior ganó complejidad cuando sus ejércitos y grupos guerrilleros afines se enfrentaron entre sí, lo cual dejó bien establecido claramente una verdad: la Segunda Guerra del Congo partía de causas geopolíticas que de no resolverse sobre la base del entendimiento generaría pésimos augurios.     

En cuanto a Burundi, sus fuerzas participaron en forma muy limitada en la guerra, al combatir en la región fronteriza del Kivu Sur a la milicia antigubernamental hutu (Fuerzas de Defensa de la Democracia (FDD) con base en Lubumbashi, provincia de Alto Katanga.

Tras la firma del acuerdo de paz de 2003, los efectivos procedentes de al menos nueve países y de 20 facciones armadas diversas que combatieron en el conflicto, entraron en un proceso orientado a la estabilizar a los Grandes Lagos, pero eso no abarcó a todos los beligerantes, algunos se asocian hoy a grupos revividos.

Después se multiplicaron los contactos diplomáticos y acciones afirmativas en línea con la necesidad de asegurar la tranquilidad subregional; de ahí la labor de la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos (CIRGL) que facilita la solución pacífica de los altercados en esa área.

Aunque el camino para lograr que la subregión deje de ser un polvorín es largo y atestado de dificultades, se perciben algunas acciones para conjurar los contratiempos y contradicciones políticas que enfrentaron y aún lo hace a esos países luego de tanta violencia.

TRES PROBLEMAS

Durante estos meses se realizaron  encuentros entre representantes de los dos países, al respecto el canciller de Kigali, Richard Sezibera, dijo que “es importante separar los problemas fronterizos de otros”, y  señaló que ese es uno de los existentes entre ambas partes,  dos  se vinculan con “el comercio y las empresas”.

El otro tema se refiere a “los ruandeses que siguen siendo arrestados, torturados, acosados y encarcelados en cárceles ugandesas por motivos que no se comprenden y en violación de sus obligaciones internacionales”, apuntó al exponer la agenda que se seguía en los contactos.

Sin dudas son dilemas engastados en una subregión africana que apenas descansó en los últimos 25 años y contiene en su expediente ser escenario de grandes olas migratorias y de sucesivos enfrentamientos por las riquezas presente en su suelo, principalmente en la República Democrática del Congo (RDC).

Resulta indudable la necesidad de reducir las tensiones, es decir colocar en su cauce los lazos bilaterales para evitar resquemores que impidan el entendimiento, tan importante como tan precario se presentó en el escenario de los Grandes Lagos, lo cual parece que impulsó a Kigali y Kampala a actuar con sentido común.

Los presidentes de Ruanda y Uganda firmaron en la capital angoleña, Luanda, un memorando que promueve eliminar las asperezas de los conflictos fronterizos y las fricciones de los últimos años. Yoweri Museveni y Paul Kagame firmaron el texto ante los gobernantes de Angola, República del Congo y la República Democrática del Congo.

Con esa acción se pretende mejorar la seguridad, el comercio y los lazos políticos entre los dos Estados, una decisión que beneficia el ambiente subregional y colocará en la mesa de diálogo los asuntos más complicados para procurarles soluciones realistas y humanas.

Comienza, pues una nueva etapa en la cual la distensión puede neutralizar la gastada imagen de conflicto armado propia de ese escenario y aunque falta por hacer para que la paz se generalice, este es un momento importante que agradecen todos los integrantes del mosaico continental. 


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Julio Marcelo Morejón Tartabull

Periodista que apuesta por otra imagen africana


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