Para algunos podría ser curioso. Y es que, reunidos en Japón los dirigentes de las economías más avanzadas del planeta, es evidente que los platos fuertes del mitin se sirvieron en la periferia de la agenda central.
En efecto, si se pregunta a muchos seguidores de la marcha de la citada conferencia, sin dudas reiterarían que los acontecimientos más notables no tuvieron lugar en el seno los debates generales.
Es necesario indicar que las tramas más peliagudas del momento han tenido y siguen teniendo un origen muy exclusivo. Se trata del unilateral desempeño por Washington de una política externa ilógica, tosca y agresiva, de la mano de un presidente embebido de ansias desbordadas de “protagonismo” y de la insensata percepción de que la “guapería barriotera” es fuente preferencial de dividendos.
Así, los encuentros de Donald Trump con el líder chino Xi Jinping y su homólogo ruso, Vladímir Putin, acapararon buena parte de los titulares, junto a otros elementos como la pública “coalición” gringa con el par brasileño, Jair Bolsonaro, para sancionar a las naciones que mantengan lazos con la Venezuela Bolivariana; el acuerdo comercial asimétrico entre un descolorido y neoliberal Mercosur con la Unión Europea en desmedro de los intereses latinoamericanos; o, en buena onda esta vez, el intercambio entre China, Rusia y la India, miembros claves del grupo BRICS, para profundizar el papel alternativo de ese conglomerado ante los vaivenes y desafueros relativos al desajustado orden económico internacional vigente.
Para Trump está claro que viajó a Japón con el propósito (ligado a sus aspiraciones electorales) de instituirse en la “vedette del show” y de intentar vender la idea de que sus conflictivos pares extranjeros “tuvieron que darse a las conversaciones” ante las “efectivas” tandas de sanciones que él, el hombre que devolverá “la grandeza a América”, no ha dudado en poner en marcha como buen hijo de una raza de triunfadores.
Todo, aunque, por ejemplo, el diálogo con Vladímir Putin no implicase en lo más mínimo un cambio de la política rusa y, por el contrario, comprometiera —al menos verbalmente— al ocupante de la Oficina Oval a privilegiar el diálogo sereno y constructivo sobre los más espinosos asuntos bilaterales, desde la situación en Irán, Siria y Venezuela, hasta el futuro de los acuerdos sobre armas nucleares entre los Estados Unidos y Rusia.
Con Xi Jinping ídem. Así, China estableció claramente en el diálogo inter presidencial de Osaka, que los dos países mantendrán las nuevas conversaciones en torno al diferendo económico con Washington sobre la base "de la igualdad y el respeto mutuo", una de las condiciones que exigía Beijing para llegar a un acuerdo en las anteriores tratativas comerciales.
La Casa Blanca, enfatizaron medios de prensa, cedió al suspender la entrada en vigencia de sus anunciados nuevos incrementos arancelarios contra las exportaciones de productos chinos y contuvo la orden a las empresas informáticas norteamericanas de no negociar con el complejo chino Huawei, mientras que Beijing anunció que mantendrá su compra de rubros alimentarios Made in USA.
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Un respiro mutuo, sin dudas, apegado al principio negociador chino de que el diálogo produce ganancias y la hostilidad solo pérdidas, amén de que, sin dudas, Trump llevaba en su cartera el peso de numerosas críticas y demandas internas de medios empresariales y políticos norteamericanos sobre el gran perjuicio que significa para el país una guerra comercial con el mayor suministrador de artículos de la más variada gama al mercado local.
Fuente: (AFP)
De hecho, si ciertamente, y para citar a medios de prensa internacionales, “China exporta a los Estados Unidos 419 mil millones de dólares más de lo que importa desde esa nación”, el problema radica sencillamente en que los grupos dominantes en la economía norteamericana adoptaron hace decenios como sus pilares básicos a la industria militar, la especulación financiera y los servicios, y suplieron la producción de las demás bienes con compras externas cada vez más voluminosas en cantidad y variedad. Y así las cosas ¿quién debe entonces enmendarse: el incapaz de abastecerse, o quien le llena el huraco con su pujanza y potencialidad?
En fin, que lo ocurrido por estos días en Osaka no es más que fiel reflejo de por dónde anda el Mundo, y las matrices de fuerza que hoy actúan para mal o para bien de la escabrosa marcha humana en el tiempo.
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