El presidente de Chile, Sebastián Piñera, siempre muy sonriente aunque la procesión vaya por dentro, empezó su segundo año de mandato con mas bajas que altas en sus políticas, por lo que cada día reduce la confianza de sus votantes de manera alarmante.
Piñera, quien asumió cómodamente ante una coalición de centro-izquierda dividida -Nueva Mayoría, luego disuelta- de la ex mandataria Michelle Bachelet, redujo su popularidad en marzo en un 10%, o sea, que ahora solo lo apoya el 34% de los chilenos y puede ser que la flecha siga en descenso. .
Son varias las razones de la insatisfacción de la ciudadanía, reveló un informe de la consultora Criteria. En enero y febrero, los índices eran estables en un 44%, pero en el tercer mes del año los números se desplomaron y la desaprobación alcanzó un 53 por ciento.
Aunque pretende dar la imagen de un político preocupado por los sectores más vulnerables de la sociedad, entre ellos ancianos y pobres, en la práctica sigue una hoja de ruta neoliberal teñida de rosa con la que pretende, sin lograrlo, engañar a los avispados movimientos sociales y sindicatos del país.
En el año 2017, 1 528 284 chilenos se encontraban en situación de pobreza por ingresos, mientras otros 412 .838 en "extrema pobreza", de una población de casi 18 millones, según la última encuesta de Socioeconómica del gobierno (Casen), que se publica cada dos años.
Criteria también obtuvo una respuesta sobre el por qué tampoco el gabinete recibe una buena puntuación. La gestión el Ejecutivo descendió de 40 a 33%, lo que la firma considera se debe a la personalización del mandatario en la gestión global del gobierno. Los ministros, apuntó, aparecen como adornos.
Los movimientos sociales y la ciudadanía rechazaron de plano el espectáculo que el risueño mandatario protagonizó en la frontera colombo-venezolana el pasado 23 de febrero, cuando pensó que el entonces autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, lo haría entrar triunfante con dos camionetas de insumos para calmar lo que llamaron crisis humanitaria, además de miles de soldados desertores de las fuerzas armadas vecinas.
Como ninguna de las promesas de Guiadó se cumplió, Piñera y otros tres mandatarios de la crema derechista de la región tuvieron que tragarse su anticipado triunfalismo y asumir la imagen de imbéciles engañados por un ahora ex diputado venezolano sin impunidad, sin gobierno, sin gabinete y sin moral.
Pero en ese mundo de la política entre conservadores, y a pesar del ridículo mundial que les hizo pasar el usurpador venezolano, quizás ese es el menor de los males a que se enfrenta ahora el multimillonario empresario que ocupa el Palacio de La Moneda.
El presidente libra ahora a una batalla contra la clase obrera y contra los jubilados de la nación, al querer implantar una reforma al sistema de pensiones heredado de la dictadura de Augusto Pinochet, de la cual su hermano ultra liberal José Piñera, ex ministro del Trabajo y Previsión Social, fue el autor e impuso en 1981: el sistema privado de Administradoras del Fondo de Pensiones (AFP) para favorecer a empresarios gestores.
Las AFP utilizan los fondos pagados por millones de personas durante su vida laboral activa – un 10% del salario mensual- a su antojo y los dineros están en riesgo constante ante los movimientos cíclicos de la economía.
Aunque el desenvolvimiento de la macroeconomía, según expertos, es positiva, la realidad indica que hay una negativa percepción del crecimiento entre la población, ya que la inequidad existente en el país apunta a que los ricos son intocables y los más vulnerables carecen de alguna mejoría.
Para endulzar las medidas neoliberales, Piñera lanzó el programa ¨Chile en marcha¨, pero en las manifestaciones populares contra varias de sus medidas aparecen como preocupaciones de una mayoría la reforma al sistema de pensiones, la inseguridad ciudadana, las modificaciones necesarias y siempre pendientes de los sistemas de salud y de educación.
Aunque el gobierno ha presentado varios proyectos al Congreso Nacional, en el que tiene minoría, los anuncios no despiertan entusiasmo, pues algunos –como el que afecta a los jubilados actuales y futuros- son considerados regresivos, y otros lesivos a los intereses de los sectores más frágiles, en tanto favorecen a los más adinerados.
Hace pocos días, Santiago de Chile y otras 18 ciudades fueron escenarios de grandes manifestaciones para repudiar la reforma de las pensiones que, según los bloques, no mejorará la calidad de vida de los pensionados.
Carolina Espinoza, dirigente nacional de la coordinadora ¨No + AFP¨ afirmó que las actuales jubilaciones son de miseria y ¨que están muy por debajo del salario mínimo, que ya es un salario absolutamente insuficiente para vivir en Chile¨.
Entre las propuestas del jefe de gobierno aparece que los empleadores , hasta ahora excluidos del sistema de recaudación previsional, aporten un 4% al fondo del vigente mecanismo de capitalización individual, mientras los empleados siguen entregando un 10% de su sueldo para cuando llegue el momento del descanso.
La Fundación Sol, dedicada a asuntos de laborales, sindicalismo y educación denunció que ningún país del mundo tiene un sistema como el chileno, que, aseguró, fracasó rotundamente, mientras que los cambios planteados ahora por el Ejecutivo tampoco beneficiarán a la clase obrera.
¨Este es el único caso en que los dueños del dinero no tienen derecho a administrarlo¨, y la AFP, que invierte en la bolsa y en otros factores de riesgo económico, pueden dejar sin jubilación a las personas¨, indica un informe de esa institución.
La Fundación analizó la situación actual de las pensiones con los expertos Marco Kremerman y Valentina Doniez, los que sostienen que ¨una reforma que en estos momentos no resuelve los verdaderos problemas, que son principalmente de suficiencia del monto de las pensiones pagadas. Estamos perdiendo, dijeron, la oportunidad de resolver el problema presente y futuro”.
Según su visión, la discusión de la reforma debería ser más amplia y tendría que estar enfocada en cómo tener un sistema de seguridad social integral: “lo importante es que la discusión se centre en cómo resolvemos el problema que tenemos como país desde hace ya casi cuatro décadas, que es no tener un sistema de seguridad social”, en opinión de los expertos.
Asimismo, destacó que Chile tiene 2,8 millones de pensionados de los cuales 1,5 millones cobran mensualidades tan bajas que necesitan ayuda del Estado para sobrevivir. Mientras, otras 300 000 personas, mujeres en su mayoría, no pueden jubilarse aunque tengan la edad para hacerlo, porque las pensiones son demasiado bajas. Para seguir sacándoles el 10% de su salario cada mes, las AFP privadas, entre ellas Habitat, exhortan en su publicidad a seguir en sus puestos después de pensionarse, para aumentar sus entradas.
Para Piñera este año es muy importante. Está a mitad de mandato y el próximo año habrá elecciones municipales y regionales y en 2021 las presidenciales. Este es el llamado período de legado, que abriría con más facilidad las puertas de La Moneda a otro conservador, si es que Piñera logra sus propósitos.
Quizás su reforma más controvertida para la ciudadanía en su totalidad sea la de la reforma tributaria, también en pauta en el Congreso Nacional.
Al parecer, el jefe de gobierno no la tendrá fácil, pues los cambios en la tributación es rechazada por los partidos de izquierda y los sindicatos, entre otros sectores, ya que a la larga pretende que los ricos paguen menos gravámenes y facilitará la evasión fiscal con lo que enriquecen mas a las grandes corporaciones.
Diputados de oposición al gobierno incluso han planteado no legislar sobre el tema, cuya discusión también está en pauta para este mes, con lo que darían un golpe a los planes de Piñera y su programa ¨Chile en marcha¨.
Por otra parte, con una oposición dividida –sello de marca de la izquierda chilena- el Mandatario convocó a una reunión con los partidos de esa ideología para tratar de llegar a un acuerdo que le garantice éxito en las votaciones en el Congreso Nacional, donde su partido está en minoría.
Sin embargo, la reunión resultó un fracaso porque la izquierda en Chile sigue fragmentada, a pesar de su fracaso, por ese motivo en gran parte, en las últimas presidenciales, una situación de la que algunas agrupaciones van ganando conciencia.
En ese sentido, el ex ministro del segundo gobierno de Bachelet, Francisco Vidal, criticó la fuerte desarticulación de las ocho agrupaciones opositoras. ¨Le estamos fallando a la mayoría del país, que nos dio el mayor número de votos en las dos Cámaras¨.
En esa línea, el ex vocero de La Moneda anunció que junto a los partidos de la ex Nueva Mayoría -excluyendo a la Democracia Cristiana- se reunirán el próximo 11 de marzo para “defender aquellas políticas públicas aprobadas en el segundo gobierno de Bachelet, que significaron una sociedad un poco más justa”, en lugar ¨de reformas neoliberales que traerán más sufrimiento¨.
Además de cerciorarse de la desunión de la oposición –quizás fue una prueba política- el Comité Político del partido oficialista barajó en su última reunión la posibilidad de gobernar por decreto, lo cual empeoraría el ambiente político nacional.
Piñera necesita de manera desesperada el logro de sus reformas para afianzar las bases que permitiría en 2021 otros cuatro años de la derecha en La Moneda.
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