Este primer día de junio asume la presidencia de El Salvador Nayib Bukele, ganador en las elecciones de febrero pasado con la derechista Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA),y lo hace con un discurso en el que manifiesta su adhesión a la plataforma política de Estados Unidos (EE. UU.) para América Latina, mientras ataca al izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), del que fue expulsado hace dos años.
Bukele (1981), de origen palestino, recibe la banda en la plaza capitalina General Gerardo Barrios, a las 15:00 (hora local) ante, según un vocero oficial, 83 delegaciones extranjeras de distintos niveles estatales y gubernamentales.
El acto movilizó a miles de efectivos militares para garantizar la seguridad de los asistentes y fue coordinado por él personalmente con el presidente de la Asamblea Nacional, Norman Quijano, del tradicional partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), de cuya escisión surgió Gana. O sea, mismo perro con diferente collar.
Bukele era una de las figuras más prometedoras del FLMN, con el que había ganado dos alcaldías, una de ellas la de San Salvador, la capital. El Tribunal de Ética de la organización política lo expulsó de sus filas en 2017 debido a un comportamiento indigno —según se dijo— en un enfrentamiento verbal con una concejala capitalina.
Poco después de ganar los comicios, el mandatario electo suspendió toda comunicación con el gobierno saliente de Salvador Sánchez Cerén, con quien el FMLN cierra un ciclo de diez años de mandatos consecutivos.
Llamado por la juventud salvadoreña como ¨el rey de los selfies¨ por el uso público de esa herramienta de internet, también solicitó el lugar de su investidura mediante su cuenta en Twitter, lo que permite suponer que hará un gobierno informatizado aunque no necesariamente transparente.
Al igual que algunos candidatos derechistas que usaron las redes sociales como centro de sus campañas —Donald Trump y Jair Bolsonaro, entre ellos— Bukele puso en internet millares de mensajes y fotos dirigidas a sus votantes más jóvenes, en los que prometía cambiar las reglas de juego en el país y acabar con la corrupción, en evidente alusión al expresidente Mauricio Funes, del FMLN, acusado de supuesta corrupción y prófugo de la justicia.
No obstante, fue el candidato que más dinero gastó en su búsqueda de la presidencia: más de 9 000 000 de dólares, procedentes en su mayoría de fondos enviados por la comunidad salvadoreña en Estados Unidos (EE. UU.) nucleada en la organización no gubernamental Nuevas Ideas América.
Aunque su origen palestino levantó ciertas dudas en medios conservadores, dentro y fuera del llamado Pulgarcito de América, el entonces candidato se encargó de alejar cualquier duda que lo uniera a la política de resistencia del heroico pueblo abusado por Israel.
En declaraciones públicas aceptó que se separó del eje progresista de América Latina —al contrario del gobierno saliente— cuando reconoció al autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, habló con el consejero de Seguridad Nacional de EE. UU., John Bolton –el gran fracasado en sus planes contra el gobierno de Nicolás Maduro— , se acercó al traidor secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, y manifestó que retomará las relaciones con Taiwán.
No obstante declinar cualquier alusión a sus orígenes, es sabido que su padre es musulmán y su madre cristiana. Las creencias religiosas del nuevo mandatario son tema recurrente en ciertos círculos políticos, ya que fueron difundidas fotografías que lo muestran rezando en una mezquita de Ciudad de México.
El joven empresario, que ganó las simpatías de los salvadoreños con un ágil estilo de gestión, tiene una trayectoria política que nació en su familia, ya que su padre, el doctor en Química Industrial, Armando Bukele Kattán, es reconocido por su solidaridad con la guerrilla del FMLN en la década de los 80 del pasado siglo.
De esa simpatía nació la militancia de Nayib luego de la paz firmada en 1992. Su primera victoria electoral le llegó como alcalde de Nuevo Cuscatlán en 2012, un municipio cercano a San Salvador donde también hizo un reconocido trabajo político, siempre bajo la bandera izquierdista.
Luego de su ruptura con el FMLN, aunque trató de postularse por el partido Nuevas Ideas, que el creó, no pudo inscribirlo hasta agosto de 2018 ante el Tribunal Supremo Electoral, fuera de fecha, por lo que emprendió carrera hacia la presidencia bajo la bandera de GANA.
Su campaña electoral estuvo dirigida a barrer con el bipartidismo de ARENA y el FMLN —explicó en la mayoría de sus mensajes digitales— y basó su plataforma en el lema “El dinero alcanza cuando nadie roba”.
Bukele visitó EE. UU. poco antes de su investidura, y dio un discurso en la Fundación Heritage en Washington, DC., considerada un laboratorio de ideas conservadoras en ese país.
Esa organización jugó un papel clave en el desarrollo de la política durante el gobierno de Ronald Reagan y ahora dio su apoyo al de Trump.
Para analistas como Jorge Rodríguez, del blog Anda, América, Bukele ha demostrado en poco tiempo un entusiasmo por las élites conservadoras, y encubierto sus ideas que, dijo, eran independentistas para luego posicionarse en una agresiva agenda de derecha.
El entonces presidente electo precisó en su discurso del pasado 13 de marzo que “el pueblo salvadoreño quiere la misma cosa que quieren los americanos”, es decir, “empresa libre, gobierno limitado, libertad de expresión y democracia”.
Dijo más y levantó la ira de los emigrantes salvadoreños en Estados Unidos, que suman más de 5,5 millones, al culparlos por los problemas actuales del país, obviando el nefasto papel de Washington en la aplicación de medidas neoliberales, Tratados de Libre Comercio y la violencia desatada por una supuesta guerra contra el narcotráfico.
Estos factores impulsan la emigración masiva de los salvadoreños, que vieron desaparecer la producción local agrícola mientras se desataba una llamada guerra por las drogas, con saldo de centenares de muertos cada año.
“Las políticas que promueve Bukele para una ‘nueva era’ en El Salvador se parecen exactamente a lo que los gobiernos de derecha hicieron por 20 años después de la guerra. ARENA llevó a El Salvador a una deriva hacia el fondo, aparentemente para atraer la inversión extranjera. Los resultados han sido alarmantes niveles de desigualdad, los cuales, finalmente, se habían empezado a revertir bajo el gobierno progresista", dijo Alexis Stoumbelis, directora ejecutiva del Comité en Solidaridad con el Pueblo de El Salvador (CISPES), presente en la Fundación Heritage.
Bukele pareció olvidar en su intervención en Washington que durante las dos últimas administraciones, el FMLN llevó la desigualdad de ingresos a los niveles más bajos en América Latina e instauró programas sociales que deberá proteger ahora desde la oposición.
Las palabras de Bukele debieron ser escuchadas como cantos de ángeles por la administración de Trump, que desprecia públicamente a los centroamericanos.
Este joven presidente prometió ante el auditorio poner un fin a la migración de El Salvador, pero sin brindar una respuesta a las interrogantes de sus oyentes, que solo escucharon una actitud servil al declarar: “Estoy seguro de que es más fácil pedir algo como un amigo y aliado y no como un enemigo, como ha sido el caso en los últimos diez años... Lo que tenemos que hacer —precisó—, es dejar de pedir, pedir y pedir sin dar”.
Según Esther Portillo, de la Alianza por los Derechos Humanos de las Familias y Niños Refugiados de Los Ángeles: “Más allá de la total falta de reconocimiento de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos que los Estados Unidos está perpetuando contra los migrantes y refugiados centroamericanos, hizo aún más, culpando al gobierno salvadoreño por su defensa de los derechos internacionalmente protegidos de sus ciudadanos. ¿Cómo podemos confiar que Bukele defenderá los derechos de los migrantes y refugiados salvadoreños y no simplemente se someterá a Trump?”.
Buena pregunta que espera respuesta. Se inicia hoy una nueva etapa política en El Salvador, un país castigado primero por la guerra y luego por un sistema neoliberal que lo dejó en ruinas. Nada permite presagiar que Bukele cambiará para bien el destino de su pequeña nación.
elpidio
3/6/19 12:56
Mas de lo mismo, exizquierdistas (o mejor disfrazados) que de repente son los peores enemigos de los pueblos. Los movimientos y partidos de izquierda tendran que soltar los lastres que les aquejan cuando llegan al poder, limpiar sus filas de oportunistas y doble-caras si no la historia siempre sera la misma y se impondra el mejor pagado, esto se parece al futbol, donde los jugadores dicen morirse por sus equipos pero cuando les enseñan la billetera salen corriendo para agarrarla, es que el pensamiento hoy es verde??
Javier Nd
1/6/19 13:51
Una vez más el pueblo tiene lo que quiere, el FMLN no le sirvio y optaron por la derecha como muchos pueblos de Suramerica y que ahora estan en las calles pidiendo que no se acabe lo que gobiernos progresistas lograron para ellos, esperemos que pronto comenzaran las protestas en El Salvador, otro paso atras de la Izquierda en centroamerica
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