El próximo día 20, Bolivia inaugura las elecciones presidenciales que mantienen en vilo el Cono Sur de América Latina, pues siete días después Argentina y Uruguay se suman a la disputa, mientras en Colombia miles de cargos regionales y municipales estarán en disputa en igual fecha.
Si el pasado año hubo momentos importantes para América Latina con la victoria del izquierdista Andrés Manuel López Obrador en México, y en el otro extremo el derechista Jair Bolsonaro en Brasil, los resultados de este mes podrían equilibrar la oleada conservadora que, de momento, revirtió el proceso del progresismo en una tierra codiciada por Estados Unidos, el que ataca de manera virulenta a los gobiernos que se oponen a su política de odio.
Aunque Bolivia es en estos momentos una plaza atacada por los opositores de derecha que pretenden impedir la continuidad política del proyecto socio-económico del Movimiento al Socialismo (MAS) liderado por el mandatario Evo Morales, hay una fuerte tendencia sobre mantener al presidente en el cargo por amplia mayoría de votos.
Desde hace meses, el gobierno del MAS enfrenta una campaña difamatoria de la oligarquía boliviana, en la cual tratan de desprestigiar los logros alcanzados por ese estado plurinacional, que en poco mas de una década alcanzó uno de los sitiales privilegiados de la economía latinoamericana (en torno a un sostenido 4 o 5% anual), sacó de la miseria a 38 millones de personas, y a partir de la nacionalización de los hidrocarburos transformó la vida de la población.
Elementos opositoresa ,tras los cuales se reconoce la injerencia de Estados Unidos, crearon la denominada Institución de Observación electoral, con nexos directos con la extrema derecha latinoamericana, que reúne expresiones políticas de sectores opuestos a la postulación oficialista y pretenden la interrupción de las elecciones.
En la entidad están aliados medios de comunicación católicos, la Fundación Jubileo, un nexo de la Iglesia Católica y recursos eclesiales europeos, y la fundación Colombia, entre otros, publicaron una supuesta encuesta no permitida por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) pues vulnera la confiabilidad demandada por la ley y la racionalidad técnica de dicho instrumento.
De lo que se trata es de sembrar en la opinión pública la idea de una segunda vuelta electoral entre Morales y el siguiente colocado –que en la actualidad parece un absurdo dado que el presidente cuenta con más del 50% de las intenciones de voto- pero que los indecisos y despistados entienden pueda pasar, a partir de que, según la entidad, los resultados parten de una interrogación a 14 000 ciudadanos.
La encuesta derechista expresa una tendencia que parece irreversible a disminuir la enorme brecha de posibles votos entre el MAS y el derechista partido Comunidad Ciudadana, haciendo creer que es seguro un balotaje, como publicaron varios periódicos, estaciones de radio y televisión, para posicionar esa idea en el electorado.
Tal falacia tendría un segundo momento, pues si el presidente es reelecto el día 20, como todo indica, la oposición puede acusar al TSE de fraude, tomando como pretexto que el conteo del TSE es fraudulento, tomando como base la encuesta.
En su interpelación, el TSE demostró las contradicciones de los abruptos resultados de alza de Comunidad Ciudadana, las manipulaciones de los datos, los tres días ocupados para recorrer los nueve departamentos del país, y la poca garantía que brindan las distorsiones de preguntas mal elaborados o un diseño irreal de la muestra.
Esta es otra expresión de las maniobras contra el gobierno progresista de Bolivia, a las que se unen las manifestaciones de calle, la intimidación violenta para que el pueblo no acuda a las urnas.
Una de las últimas acusacioness del ultraderechismo boliviano es acusar al presidente del incendio en la región de la Chiquitania, que nada tiene que ver con el ocurrido en la Amazonía de Brasil. La Chiquitania es un paso seco que suele incendiarse por las fuertes temperaturas, una acción que este año se fue de control en coincidencia con el fuego que arrasó la parte brasileña por la deforestación del suelo ordenada por el presidente Jair Bolsonaro para favorecer a las madereras trasnacionales.
Para los estrategas del plan contrarrevolucionario, cualquier pretexto inventado tiene validez en estos días cruciales previos a los comicios, en los que están en juego la continuidad de la reestructuración de Bolivia fomentada por el MAS mediante una Asamblea Constituyente y una nueva Carta Magna o el retroceso al neoliberalismo representado por el segundo colocado Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana, 22% intenciones de voto), ex vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Losada, expulsado del país por su política económica plegada a los intereses del capitalismo.
Despejado el día 20 el panorama boliviano, siete días después otra elección presidencial mantiene en ascuas a América Latina, aun cuando la mayoría de los analistas consideran que el presidente derechista Mauricio Macri carece de la mínima posibilidad de ser reelecto.
Macri, un millonario que antes ocupó la jefatura política de Buenos Aires, realizó uno de los peores gobiernos de la época democrática argentina, endeudada de nuevo con el Fondo Monetario Internacional, dejando en pobreza a 32 millones de personas, un alto desempleo, inflación en subida, y un sistema cambiario desplomado.
Ninguna de las encuestas publicadas hasta ahora dan ganancias al líder del partido Cambiemos, que prometió hambre cero para esta fecha, pero que hizo que retornaran a la vía pública las ollas populares para darle comida a los mas vulnerables.
Como eventuales ganadores de la Casa Rosada aparece el binomio Alberto Fernández-Cristina Fernández, del Frente para todos, quienes, si ganan, deberán enfrentar una nación en bancarrota y pésimos indicadores sociales.
Una encuesta de la firma Circuitos sostiene que la pareja cuenta hoy con el 53,7% de los posibles votos en la provincia de Buenos Aires, la mayor del país en porcentaje electoral, seguido de la dupla de Macri y Miguel Ángel Pichetto con 30,4 puntos, tendencia que parece irreversible.
Si ganan Evo y los Fernández .-como llaman a la pareja de políticos progresistas- los planes del conservadurismo regional sufrirán un duro golpe en sus planes de entregar de nuevo a América Latina al dominio norteamericano.
Ese mismo día, en la vecina Uruguay, también se elegirá al sustituto del presidente Tabaré Vázquez, en una lucha donde encuestas y analistas coinciden en que ganará el izquierdista Frente Amplio, primero en las encuestas, pero en una segunda vuelta.
La competencia electoral está centrada en los tres grandes partidos tradicionales de ese país, el oficialista FA –que si resulta victorioso empezaría un cuarto mandato consecutivo- con el candidato Daniel Martínez, mientras siguen en batalla por el Nacional, Luis Lacalle Poy, y por el Colorado, Ernesto Talvi.
La agrupación oficialista lidera la intención de voto con un 34% de favor popular, según sondeo de Opción Consultores difundida a fines del pasado mes.
El proceso electoral estipula que si ningún aspirante cuenta con la mayoría mas uno de los votos se iría a una segunda vuelta y eso es precisamente lo que dicen los números hasta el momento.
La Calle, el segundo colocado, aparece estancado en un 26 por ciento, indica la firma Equipos Consultores concluida el pasado día 25.
Entretanto, ese mismo día, Colombia realizará elecciones regionales, que muchos consideran un balón de ensayo con vistas a las presidenciales del 2020 y que están signadas por la violencia y el asesinato de activistas políticos y sociales por bandas paramilitares, con el silencio cómplice del gobierno de Iván Duque.
En coincidencia con los comicios de Argentina y Uruguay, los colombianos elegirán el día 27 a 32 gobernadores, 1 101 alcaldes, 32 asambleas departamentales, 1 102 concejos municipales y 6 .000 juntas administrativas locales, según datos de la Registraduría Nacional.
Son casi 37 millones de posibles votantes los convocados a esta maratón electoral en que medirán fuerzas en las bases los partidos Cambio Democrático,del ex presidente Álvaro Uribe, Colombia Humana, del izquierdista Gustavo Petro, entre otros muchos.
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