Sorprendido “fuera de la base”, y errático en su pretendida “contraofensiva”, el presidente norteamericano, Donald Trump, podría atravesar en los siguientes días uno de los episodios más amargos de su controvertida permanencia en la Oficina Oval.
Se trata de la posibilidad de ser sometido a juicio político ante el poder legislativo a cuenta de la revelación de “un funcionario de la CIA que trabajó en la Casa Blanca” sobre sus presiones personales de julio último a su par ucraniano, Volodimir Zelenski, “a cambio de información que podría dañar a Joe Biden, el principal candidato demócrata para las elecciones presidenciales de 2020.”
Según el informante, Trump llamó telefónicamente a Zelenski para comprometerlo en esa “operación”, incluso reteniendo de antemano la ayuda financiera prometida por Washington a las autoridades de Kiev.
Según diversas fuentes, el objetivo del presidente gringo era crear un escándalo en torno al presunto hecho de que en 2016, siendo vicepresidente durante el gobierno de Barack Obama, demandó Joe Biden de Ucrania que destituyera al principal fiscal del país con la intención de proteger a su hijo Hunter, quien integraba entonces el directorio de una compañía de gas de ese país europeo acusada de corrupción.
La pifia del presidente de los norteamericanos se le complica mucho más con el involucramiento en la trama de Rudy Giuliani, ex alcalde de Nueva York y actual abogado personal de Trump, una persona errática en su proyección pública, que aparece como mediador con Kiev para favorecer el plan del empresario inmobiliario de desprestigiar la figura de Biden.
En una entrevista con la prensa Giuliani negó todo contacto con las autoridades ucranianas, y al cierre de sus declaraciones terminó afirmado textualmente: ¡Claro que lo hice! , e incluso refirió haber actuado por órdenes del Departamento de Estado.
Mientras, la reacción de Trump no ha podido ser más bruta. En días pasados llegó a recordar que “en otros tiempos, la traición y el espionaje se resolvían rápidamente”, en alusión a la eliminación física y si rastros de los culpables.
Lo cierto es que, en medio de este nuevo episodio, la jefa de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, debió ordenar una investigación para la formulación de un posible juicio político al presidente, decisión que apoyan no menos de 160 miembros de esta entidad.
Asimismo la legisladora pidió premura a los seis Comités de la Cámara que ya llevan algún tiempo investigando otras denuncias contra el inquilino de la Oficina Oval.
Para los analistas, Donald Trump al parecer todavía confía en que este nuevo capítulo se diluya en un largo proceso de búsquedas e indagaciones, y que, llegado el caso de que se proponga un juicio político en su contra, la mayoría republicana en Congreso votará a su favor.
No obstante, las mismas fuentes hacen referencia a la creciente oposición a Trump dentro de diversos grupos oficiales, quejosos de sus prácticas en la conducción de la política del país.
En ese sentido el estudioso cubano Carlos Alzugaray especifica en recientes consideraciones sobre el tema, que “hay una tremenda presión del sector de seguridad nacional (entre ellos ex oficiales de la CIA, la DIA, el Pentágono, y el Departamento de Estado que son actualmente representantes a la Cámara) que considera que las acciones de Trump ponen el peligro la estabilidad del país” y citan entre sus desvaríos la pretendida “tolerancia hacia Rusia, su hostilidad hacia los aliados, el nombramiento de personas incapaces para los cargos clave, la inestabilidad en las políticas, y los cambios súbitos sin estudio previo.”
En pocas palabras, que los nubarrones parecen ser muchos, y la tormenta ya se otea en el horizonte.
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