Apenas unas horas después de su asunción en medio de una grandiosa fiesta popular, el gobierno del peronista argentino Alberto Fernández comenzó su trabajo para tratar de salvar al país de la crisis económica en que lo dejó su antecesor, el derechista Mauricio Macri, y mejorar la vida de los 15 millones de pobres existentes.
No será un camino fácil a recorrer en los próximos cuatro años. Pero el abogado Fernández, de 60 años, su vicepresidenta y exdignataria en dos mandatos, Cristina Fernández, junto a un equipo de ministros muy capacitados, jóvenes y comprometidos, ya dieron señales este miércoles de que su discurso de acabar con el hambre en esa nación —donde se producen alimentos para 400 millones de personas— no era cuestión de campaña.
El nuevo mandatario anunció que la primera reunión de gobierno será para tratar el Plan contra el Hambre. “El cooperativismo y la agricultura familiar serán actores centrales" —dijo en su discurso de asunción, y anunció que el plan fue armado por Daniel Arroyo desde antes de las elecciones nacionales del pasado 27 de octubre.
Las medidas a implementar por el flamante mandatario con el objetivo de fortalecer y dar impulso a la creación de puestos de trabajo en la economía popular incluyen la creación de los Mercados Alimentar, una nueva tarjeta alimentaria y un plan de becas para el primer empleo. La tarjeta llegará a dos millones de madres con hijos menores de seis años a cargo o embarazadas.
Otra de las medidas adelantadas fue la creación de un sistema de becas para garantizar el derecho al primer empleo, mediante el que los jóvenes podrán capacitarse en empresas medianas y pequeñas y cooperativas de la economía social. También se reconocerán los derechos de los cooperativistas que hoy cobran el salario social complementario, para que accedan a los beneficios de la seguridad social.
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Casi un mes antes de asumir, Fernández creó de manera anticipada el Consejo Federal Argentina contra el Hambre, sentando en una mesa a delegados de movimientos sociales, organismos de derechos humanos, dirigentes políticos, sindicales y estudiantiles, además de representantes de la iglesia católica.
“No sería sincero —les aclaró a sus interlocutores— si no dijera que los marginados y excluidos de nuestra patria no solo necesitan que les demos un pedazo de pan: necesitan ser parte y comensales en la misma mesa, en la mesa grande de una nación que tiene que ser nuestra casa común”.
Resultaron varios días de análisis y discusiones que demostraron el interés de la sociedad en participar en la construcción de políticas públicas desde dentro del Estado.
MEDIDAS RÁPIDAS Y EFICIENTES
Este miércoles, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, adelantó que el gobierno enviará al Congreso Nacional un proyecto para declarar la emergencia económica y sanitaria, y anunció que el Poder Ejecutivo convocará a sesiones extraordinarias en el legislativo para trabajar con estos dos asuntos tan sensibles para la población.
Al abundar sobre las primeras medidas gubernamentales, el jefe de gabinete precisó que “todas apuntarán a resolver las asimetrías que se profundizaron durante los últimos años”. Refirió también que una de las primeras tareas “será recuperar las reservas de libre disponibilidad que tenemos y estamos enfocados en ver cómo empezar a atacar este supercepo que nos dejaron y cómo lo hacemos convivir con el poco nivel de reservas. En los próximos días se anunciarán medidas”.
En su primer discurso a la nación como mandatario, Fernández comunicó su decisión de impulsar cambios en los mecanismos de funcionamiento de la comunidad de inteligencia e información estratégica del Estado, considerados una fuga importante de dinero y nido de presunta corrupción. Añadió que este es uno de los pasos para hacer más democrático, efectivo y transparente el sistema judicial en su lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, entre otras violaciones a las leyes. Adelantó que inmediatamente dispondrá la derogación del decreto 656 del 2016, disposición que calificó como una “penosa”¨ medida del gobierno saliente, dirigida a mantener en secreto el uso de los fondos reservados para el trabajo de los agentes de inteligencia.
El desastre económico dejado por la coalición Cambiemos, en especial una deuda de unos 50 000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es otra de las grandes preocupaciones del nuevo ejecutivo, ya que Fernández anunció que será pagada, pero sin afectar al pueblo.
Trazado el rumbo por Fernández y puesto en práctica, según pasen los días, los argentinos esperan, incluido el 40 % que votó para reelegir al millonario empresario, los beneficios de un gobierno que mira y siente los problemas de sus ciudadanos, y no actuará como una entidad corporativa.
Personas como Alberto y Cristina Fernández y con ellos un grupo de jóvenes, en su mayoría a cargo del gabinete, volverán a catapultar la justicia social, al igual que hizo el presidente ya fallecido Néstor Kirchner —del que el actual mandatario fue jefe de gabinete— cuando asumió la presidencia. Si Kirchner y luego su viuda Cristina Fernández lucharon por recuperar la Argentina del neoliberalismo que la llevó a la ruina, ahora los nuevos líderes trabajarán en una nueva Argentina destrozada por Macri, los consejos de Estados Unidos (EE. UU.) y sus socios.
Uno de los dolores de los argentinos es que el expresidente conocía los fracasos del modelo neoliberal en el país, primero bajo la dictadura cívico-militar (1976-1985), luego cuando el presidente Carlos Menem en 1989 y con el liderazgo ideológico de Domingo Felipe Cavallo, quienes dejaron tras sí una debacle económica sin precedentes.
El fracasado experimento neoliberal fue reimplantado otra vez el 10 de diciembre de 2015, cuando Macri aplicó una fracasada agenda neoliberal. Ahora le toca a los Fernández, como antes hizo Kirchner y continuó Cristina en la Casa Rosada, recuperar la economía y devolver sus valores al Estado, la cultura, la educación, el empleo, la ciencia, e insertar de nuevo a Argentina en el movimiento integracionista independiente de EE. UU.
Se vienen años duros para los argentinos pero hay esperanzas en el cumplimiento de un programa de gobierno serio, responsable y que se muestra comprometido a fondo con cambiar la tristeza colectiva dejada por cuatro años de miserias de diverso tipo. Un solo ejemplo: uno de cada dos niños argentinos vive por debajo de la línea de pobreza, muestra de la enorme desigualdad social existente en la nación.
Este 2020, cuando comience a moverse la estructura oficialista apoyada por la sociedad civil —que con tanto ahínco combatió al régimen derechista de Macri en las calles—, ante el pueblo habrá nuevos haces de luz capaces de hacer desaparecer la oscuridad neoliberal.
Atrás han quedado los llamados tarifazos, las sublevaciones contra los ajustes neoliberales (reformas previsional y laboral), la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Atrás quedó también la represión brutal de la Casa Rosada y la política de odio fomentado por el régimen del Gato Macri.
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