Un embauque más del presidente norteamericano ha sido la cadena de jugadas sucias que, en torno al caso sirio, lleva adelante con el apoyo de sus más acérrimos aliados en el desinflado plan de controlar Asia Central y Oriente Medio y cercar las fronteras de Rusia y China.
Hace poco más de tres años era común oírlo despotricar en los mítines electorales contra las “estúpidas guerras” desatadas por las anteriores administraciones. Entonces chillaba sin desenfreno contra aquellas “verdaderas sangrías” de dinero y vidas de militares gringos “sin resultados palpables.”
Pero convertido en ocupante de la Oficina Oval, “donde dije digo, dije Diego”, y cada alharaca de Donald Trump contra la agresividad armada hacia el exterior no pasó de ser agua en un colador.
En Siria, por ejemplo, todavía asediada y atacada luego ocho años de injerencia foránea Made in USA, con 370 mil ciudadanos muertos y millares de heridos y mutilados a manos de los terroristas, una industria petrolera devastada, y una infraestructura golpeada en lo más profundo, Washington, empujado por los palos a sus protegidos locales a manos del Ejército Nacional y sus aliados rusos, iraníes y del Hizbolá libanés, anunció tiempo atrás su “retiro gradual” de aquellos espacios sirios donde desplegó efectivos sin ser llamados por el gobierno legítimo del país.
Poco después, ya volvía ser noticia que el asunto no era tan definitivo, y por último, justo en estos días, se sabe, y la Casa Blanca así lo corrobora, que mantendrá tropas ilegales en Siria para “proteger” a los grupos kurdos de corte separatista aupados por la “colación internacional” adscrita a los criterios hegemonistas gringos, y pretender allanar la vida a los restos de las bandas extremistas como Al Nusra (la versión siria de Al Qaeda), las tituladas Fuerzas Democráticas Sirias, y los remanentes del Estado Islámico, copados todos en dispersos bolsones geográficos.
En pocas palabras, si el plan inicial de lanzar por la borda al gobierno de Bashar el Assad ya no es posible, entonces la táctica debe apuntar a mantener la inseguridad, la hostilidad, el desasosiego, el clima de tensiones, y el aliento a toda corriente separatista, de manera de dificultar la reconstrucción nacional y debilitar el espíritu patriótico y de resistencia que han demostrado hasta hoy el pueblo sirio y su dirigencia.
De hecho, hace unos días, Washington llegó incluso a pactar con Turquía una suerte de zona de seguridad para evitar enfrentamientos entre las tropas de Ankara, también ilegalmente desplegadas en suelo fronterizo sirio, y los grupos kurdos armados y entrenados por los efectivos de Estados Unidos asentados en dichas áreas para presuntamente “batir a los terroristas” (los precisamente pagados y armados por la Casa Blanca y sus amigotes sionistas y de las satrapías regionales)
Algo así, el susodicho acuerdo turco-gringo, como si se tratase de dos intrusos aposentados a capricho en casa ajena y dividiéndola en porciones para que “no existan choques” entre un vecino indispuesto con el resto de la familia y a la vez con viejas rencillas con uno de los invasores. Mientras, a la porra con los legítimos dueños de la vivienda.
De todas formas, vale indicar que, acostumbrados a ciertas y perennes políticas externas marcadas por las manipulaciones y actuaciones burdas de un imperio lleno de huecos, nada de lo contado en líneas anteriores es como para sorprenderse.
En todo caso, la prolongación forzada de las tensiones, a estas alturas del juego, solo hará más fuerte al pueblo sirio en su lucha por preservar su unidad e integridad nacionales, así como el apoyo de sus más caros aliados en una lid donde de seguro ya no caben “finales felices” para el hegemonismo.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.