La vida está llena de coincidencias, no pocas veces reveladoras. Así, mientras al abrir este julio el presidente norteamericano concluía su reality show en territorio asiático iniciado en la Cumbre del G 20 con sede en la ciudad japonesa de Osaka, espacio donde dejó claro que le importa un bledo que el planeta juzgue vital el acuerdo internacional de París sobre la defensa del medio ambiente, en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, la ONU proclamaba que el Mundo se dirige aceleradamente a una catástrofe si no se detiene la depauperación climática actual.
Y es que a contrapelo de los criterios de todos los demás concurrentes a la cita japonesa, que reiteraron sin mayores perezas la urgencia de revertir los tangiblemente negativos efectos del cambio climático, el ocupante de la Oficina Oval optó por dar la espalda al resto del orbe e insistir en que todo marcha bien en materia de estabilidad y cuidados del entorno natural global.
Esperada decisión, es lo cierto, con más razón cuando Trump es el más celoso figurín en eso de dárselas de duro y de mostrar con creces a quien en verdad corresponden los calificativos de inmovilista, totalitario y engreído que el aparato mediático gringo suele prodigar con creces cuando juzga a los incómodos oponentes de Washington.
Y como para él -evidente aspirante a “emperador” de USA a juzgar por sus recientes afirmaciones de que “no soportaría” salir de la Casa Blanca en el 2020 ni mucho más allá- el clima no requiere de atención y cuanto se habla de desastre medioambiental es pura patraña, entonces no vale siquiera escuchar los argumentos discordantes, incluso de no pocos de sus carnales de Occidente.
De hecho, jefes de gobierno europeos, desde la alemana Angela Merkel, el francés Emmanuel Macron, el español Pedro Sánchez y el canadiense Justin Trudeau, para nada elogiaron en Osaka la soberbia del socio mayor, e hicieron lo posible para lograr un consenso fuerte en lo relativo a destacar la vigencia de los acuerdos climáticos de París, a sabiendas de que los Estados Unidos navegaría en el más absoluto aislamiento.
Horas después llegaría “la tapa al pomo”, cuando el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, en la ya citada reunión de Abu Dabi, precisara con acentuada alarma que “el desajuste climático está ocurriendo ahora. Avanza incluso más rápido de lo que preveían los mejores científicos mundiales, y supera nuestros esfuerzos para luchar en su contra.”
“Estamos aquí, subrayó el alto funcionario internacional, porque el mundo enfrenta una grave urgencia climática… situación que continuará empeorando a menos que actuemos ahora con ambición y urgencia.”
En efecto, según datos de 2018 recopilados por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, se advierte “que si se limita el aumento de las temperaturas globales a 1.5 grados Centígrado en vez de a 2 grados como prevé el Acuerdo de París de 2015, entonces se reducirían fuertemente las consecuencias negativas del calentamiento global.”
Pero conjurar la elevación de la temperatura mundial a esa alentadora cifra “implicaría reducir casi a la mitad las emisiones de gases con efecto invernadero para 2030 con respecto a los volúmenes de 2010, algo que, dijeron los expertos, no asumen “ciertos países muy contaminantes”...y no hay que ir muy lejos para saber de quien se habla, digo yo.
De manera que mientras las olas de calor se esparcen por estos días en los más disímiles paisajes de la geografía internacional; la sequía o las lluvias torrenciales resultan casi impredecibles; truenan los volcanes, los tornados o los tifones; los océanos desbordan las costas en busca de tierra adentro; y las especies vivas se nos esfuman casi a diario entre las manos, el mister Trump de las orillas del Potomac nos cuenta que todo es pura ficción, y que por eso él, sabedor único como corresponde al líder de una raza de innatos triunfadores, nunca se inclinará para escuchar los absurdos de que la naturaleza se nos muere y que con ella nos vamos nosotros mismos… ah, incluidos los “elegidos por la Providencia”.
GAM
5/7/19 11:49
La arrogancia y prepotencia de NeoMussolini le impiden percibir un Mundo más allá de su presencia física. Para nada le importan las nuevas generaciones, porque todo existe para servir a una élite privilegiada, que en última instancia, cuando se agoten las posibilidades de vida en la Tierra, se retirará en naves espaciales a colonizar otros planetas. Por eso la experiencia histórica nos recuerda que no se puede dilatar la formación de un amplio Frente AntiNeofascista, pues el día que tenga garantías personales de supervivencia es capaz de lanzar armas nucleares para garantizar la supremacía y el hegemonismo. ¡Abrid las conciencias!
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