El ex presidente uruguayo José ¨Pepe¨ Mujica reconoció su error político al proponer para la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) a su ex izquierdista canciller Luis ¨el Oso¨ Almagro, un evidente infiltrado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos (EE.UU.) durante su gobierno, y que desde su triste papel de pelele va perdiendo los dientes en sus actuales derrotas políticas.
Este individuo que hizo una labor diplomática destacada como Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay y trabajó en la creación de organismos integracionistas fundados por los líderes progresistas de América Latina en las dos últimas décadas, devino traidor –aunque es evidente que lo era desde hace mucho- de lo que dijo eran sus ideales, para representar las ideas imperiales de EE.UU.
Almagro, quien por su historial fue aceptado hace cuatro años por 23 de los 34 miembros de la organización fundada por iniciativa de Washington en 1948 tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, ha demostrado ser un pelele sin criterios que repudia lo que antes defendió –como mantener a América Latina como zona de paz- y en su lugar fomenta la división regional y apoya los planes guerreristas tanto de las administraciones norteñas como la de sus aliados en esta zona geográfica.
Uno de sus graves errores es que no reconoce que aunque por diversas causas –entre ellas el guión global de la derecha- cayeron varios gobiernos progresistas, gran parte de los integrantes de la OEA mantiene sus principios de no injerencia en otros países inalterables.
El Oso aspira a mantenerse un nuevo período en su cargo, aunque denigra e insulta a los presidentes reelectos democráticamente en las urnas como Evo Morales, Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Es posible que siga moviendo los hilos cada vez más delgados de la OEA para lograrlo, olvidando que el Grupo de Lima fue formado debido a sus continuos fracasos para derrocar la Revolución Bolivariana. Solo no ha sido sustituido por el paraguas de su jefe Trump, a quien le conviene tenerlo como su pieza más obediente.
El Grupo de Lima quedó integrado en la capital peruana por 14 gobiernos conservadores, aunque ahora son menos, tras el revés de Almagro cuando intentó aplicar en Venezuela la Carta Democrática Interamericana para propiciar una intervención en Venezuela con el pretexto de aliviar una supuesta crisis humanitaria interna.
La idea de Washington es que sean sus lacayos quienes pongan armas y hombres para entrar en tierra venezolana, derrocar a Maduro y adueñarse de los recursos naturales del país. La unión cívico-militar venezolana y la resistencia popular ha destruido cada uno de sus planes.
El hombre de la CIA
Para pocos es secreto que EE.UU., en cuya capital radica la sede de la OEA desde su fundación, reclutó a Almagro como agente de la CIA mucho antes de que Mujica lo designara canciller.
Miembro del izquierdista Frente Amplio de Uruguay, el Oso cumplió misiones diplomáticas en importantes países y fue reclutado por la CIA cuando cumplía misión diplomática en Irán en 1979. Fue preparado para ocupar la máxima jerarquía de la OEA llegado el momento. Investigaciones posteriores indican que Almagro resultó electo gracias a una maniobra del Departamento de Estado que presionó a los otros dos candidatos, el ex vicepresidente guatemalteco Eduardo Stein y el jurista peruano Diego García-Sayán, para que retiraran sus respectivas candidaturas. Para el resto de la membresía, la mejor credencial del uruguayo era su función activa y progresista con Mujica.
Para convencer más al auditorio, en su primer discurso, afirmó “Juntos podemos darle a la OEA una credibilidad que hoy todos reclaman (...) la OEA del siglo XXI debe ser global, salir al mundo, relacionarse con países y entornos estratégicos, con organismos multilaterales globales y regionales”.
Pura mentira. EE.UU. lo usa para tratar de restablecer en América Latina el conservadurismo y derrocar, con la OEA como escenario, a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua, mientras continúa su estrategia de destruir la Revolución Cubana, y ajusta planes contra Bolivia.
Almagro y sus jefes olvidan dos cosas: ya perdieron de sus fueros a los dos mas importantes países del Caribe, Venezuela y Cuba, esta última expulsada de esa entidad en 1962 por sus discrepancias ideológicas con EE.UU.. Venezuela también cerró su capitulo con la OEA el 30 de abril pasado, luego de solicitar hace dos años su salida voluntaria de la organización que trató de cambiar la historia y convertir de nuevo a ese país suramericano en un lacayo de la Casa Blanca. El pueblo festejó en las calles la salida de la entidad.
La victoria del izquierdista Andrés Manuel López Obrador en México –que de inmediato sacó a su país del Grupo de Lima- es un contratiempo para Almagro, al igual que los políticos del Caribe, que actúan como bloque compacto contra sus artimañas a pesar de las amenazas de Washington.
Tampoco le resulta muy conveniente la elección en Brasil del evangélico Jair Bolsonaro, un fascista que quiere convertirse en una versión ridiculísima de Trump y pretende ser la estrella de la –así lo dice- caída del comunista Maduro.
El supuesto gerente ideal del bloque ha hecho varios ridículos este año y una es antológica: tratar de castigar a Venezuela cuando ya esa nación se despedía por su libre voluntad de los pasillos de Washington.
Su maldad no se detiene. Reconoció como presidente venezolano al diputado Juan Guaidó, quien se autoproclamó mandatario interino del país. Fue Guaidó quien lo llevó el pasado 23 de febrero a la frontera colombo-venezolana para recibir a los soldados desertores de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, a quienes entregarían ayuda humanitaria procedente de EE.UU..
El chasco fue tal que Almagro apenas se dejó fotografiar junto a los presidentes de Colombia, Iván Duque, y de Chile, Sebastián Piñera, también convocados a una entrada triunfante en Caracas. Tremenda burrada de Guaidó, que cada día pierde más respaldo de la oposición en su país y a quien en cualquier momento pueden desaparecer de la escena política.
En su afán de cumplir el sueño (mas bien pesadilla) de Trump de eliminar cualquier vestigio de socialismo en América Latina, la OEA ataca de nuevo a Cuba, quien en 1999 cuando los gobiernos progresistas quisieron que se reintegrara a esa entidad replicó con un no absoluto.
El pasado 10 de diciembre, día de los derechos humanos, Almagro convocó de improviso a una reunión para atacar a la Revolución Cubana, quizás olvidando que ese proceso tiene 60 años y cuenta con un apoyo mayoritario de la población.
Igual quiso entrometerse cuando la nación caribeña, en una acción democrática sin paralelo a nivel mundial, planteó la renovación de su Constitución Nacional. Más de seis millones de cubanos analizaron y discutieron la nueva Carta Magna, se modificaron decenas de artículos propuestos por los electores, y después fue refrendada mediante el voto libre y secreto por más del 80% de la ciudadanía. Otra trompada en el hocico del oso.
Hace pocos días, este individuo que aun debe rendir cuenta al pueblo uruguayo de sus presuntos robos durante su período como Canciller, volvió a la carga contra el gobierno de La Habana, al que acusó de una supuesta represión interna, la que, según dijo en conferencia de prensa, ¨exporta a otros países a través de su personal médico que vive en condiciones de esclavitud y viola derechos humanos¨.
Nada más ridículo y disparatado que esas declaraciones refutadas de inmediato por La Habana.
El viceministro de Relaciones Exteriores cubano, Rogelio Sierra, expresó que con ese nuevo acto agresivo Almagro pretendió calumniar a Cuba y demeritar su cooperación solidaria, por lo que exigió el cese de las mentiras sobrenuestro país.
Mentiras que también dice casi a diario Trump, quien como si fuera cierto, asegura que Maduro se sostiene en el poder gracias a Cuba y por eso dictó la implantación del Título III de la Ley Helms-Burton que trata de asfixiar la economía isleña y alejar a las inversiones y visitantes extranjeros.
El Oso, que se defiende como puede de sus meteduras de pata, ha reiterado que no tiene intención alguna de regresar a Uruguay, donde fue expulsado del Frente Amplio por su actitud entreguista a Washington y su discurso derechista.
Además, según Radio La Pizarra, el diplomático deberá explicar por qué de 233 859 dólares entregados por concepto de viáticos como Canciller, al término de su mandato solo devolvió 8 000. La diferencia entre los dineros recibidos y devueltos es de USD 225.856, según planillas oficiales.
Para cumplir a cabalidad su traición, el Secretario General recibe 15 000 dólares mensuales, sin contar beneficios. Ello haría una cifra de 180 000 dólares al año, tomando como base el salario de su antecesor José Miguel Insulza. Analistas afirman que el Oso gana 360 000 dólares anuales.
Aunque la OEA es sustentada por las naciones miembros, Almagro posee tres viviendas en Washington. Una la usa con su familia en el exclusivo barrio de Palisades, la de su servidumbre y la de su personalidad de seguridad.
Además, acumula una pensión equivalente al 20% de su salario por cada año de servicio. Si sale de la OEA en 2020 lo hará con una pensión vitalicia equivalente al ciento por ciento de su mesada actual, o sea, 150 000 dólares mensuales. Poco le importa a este agente de pacotilla su denigrante papel en la historia latinoamericana. El dinero es, desde hace tiempo, su ideología.
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