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lunes, 25 de noviembre de 2024

Energía nuclear: ¿paso adelante?

Ninguna victoria conseguida con bombas atómicas y ninguna reivindicación nacional así alcanzada vale la pena...

Jorge Gómez Barata en Exclusivo 08/04/2013
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bombas atómicas
La bomba lanzada sobre Hiroshima era conocida como Little Boy y la que destruyó Nagasaki Fat Man.

La conquista del espacio y el proyecto Manhattan fueron las empresas científica más relevantes del siglo XX; ambas tuvieron origen militar y se realizaron en secreto. Una dio a la humanidad nuevos horizontes y la otra la colocó frente a sus inconsecuencias, anclándola a la más bárbara expresión de violencia de Estado.

En 2 años, tres meses y 16 días, partiendo de cero, a un costo de 20 000 millones de dólares de hoy un equipo integrado por los mejores físicos de todos los tiempos fabricó tres bombas atómicas: una de uranio y dos de plutonio. Una de las de plutonio fue probada en Nuevo México el 16 de junio de 1945, la de uranio se arrojó sobre Hiroshima (el 6 de agosto de 1945 y la restante sobre Nagasaki tres días después. No había más bombas pero los japoneses lo ignoraban.

Según una costumbre militar, los norteamericanos utilizaron nombres en clave. El proyecto en su conjunto se llamó Manhattan, la operación de prueba Trinity, la bomba utilizada Gadget. El artefacto que se lanzó sobre Hiroshima era conocido como Little Boy (Niño Pequeño) y la que destruyó Nagasaki Fat Man (Hombre Gordo).

Entre la prueba realizada en el desierto de Nuevo México (16/6/45) y el ataque sobre Hiroshima el 6/8/45 transcurrieron 51 días que fueron aprovechados para realizar la compleja operación de traslado por mar de las dos bombas desde la costa este de los Estados Unidos hasta la isla de Tinian en el archipiélago de las Marianas donde fueron armadas sin colocarle el dispositivo detonante.

Para lanzar las bombas se creó el Escuadrón 393d integrado por 15 aparatos B29 con sus respetivas tripulaciones. También se activó un Comité para la Selección de los Blancos que entregó sus propuestas en el mes de mayo: Kioto, Hiroshima, Nagasaki, Yokohama y Kokura fueron fríamente condenadas.

Hechos los ajustes operativos y con luz verde del presidente Harry Truman, el jefe de la fuerza aérea dio la orden y el 6 de agosto, por separado tres aviones despegaron de la base área de North Field en Tinian y desde distintas direcciones coincidieron sobre la isla de Iwo Jima donde en formación de ataque emprendieron un vuelo de seis horas que los llevó hasta Hiroshima.

Los aviones tenían nombres: “Enola Gay” portador de la bomba, “Great Artiste” encargado de la meteorología y “Necessary Evil” que fotografió la operación. Durante el vuelo el capitán Williams Parsons colocó a la bomba el mecanismo de ignición y 30 minutos antes de llegar al blanco el subteniente Morris Jeppson retiró los dispositivos de seguridad.

El B29 encargado del reconocimiento y de informar sobre el estado del tiempo se adelanto, sobrevoló la ciudad e informó al comandante de la misión que el puente Aioi, punto de referencia para el bombardeo era visible. A la orden del coronel Tibbets, el capitán Parsons accionó el mecanismo que dejó caer la bomba. Eran las 08:15 de la mañana del lunes 6 de agosto de 1945. En 55 segundos Little Boy, sostenido por un paracaídas flotó a 600 metros sobre Hiroshima, altura a la cual hizo explosión.

En menos de un segundo la temperatura del aire que circundaba la bomba sobrepasó el millón de grados centígrados, creando una bola de fuego de casi 300 metros de diámetro que lo incendió todo, derritió el acero y pulverizó el hormigón. Seguidamente se escuchó la explosión cuya onda de choque arrasó un radio de 15 kilómetros. Minutos después comenzó la “lluvia radioactiva” formada por miríadas de objetos y partículas levantados por la explosión, ruinas de los edificios, polvo, hollín y restos humanos cargados de radioactividad. Alrededor de 100 000 personas murieron en el acto.

16 horas después, jubiloso por el “éxito”, por radio, el presidente Harry Truman informó al país y dio a conocer su implacable mensaje: “Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto el golpe multiplicado…Vamos a destruir sus muelles, sus fábricas y sus comunicaciones…Vamos a destruir completamente el poder de Japón para hacer la guerra…”

Puede haber otras lecciones pero una lo incluye todo: ninguna victoria conseguida con bombas atómicas y ninguna reivindicación nacional así alcanzada vale la pena. Luego contaré más. Allá nos vemos.

 


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Jorge Gómez Barata

Profesor, investigador y periodista cubano, autor de numerosos estudios sobre EEUU. y especializado en temas de política internacional.


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