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jueves, 31 de octubre de 2024

Enredos impuestos

Sigue lloviendo sobre el acuerdo nuclear con Irán...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 27/04/2021
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Acuerdo nuclear-Irán
Mientras USA da marchas y contramarchas, Teherán insiste en sus válidos argumentos y se prepara para cualquier contingencia.

Mantiene aún su curso la hostilidad de Washington, con extensión en estos días de gobierno de Joe Biden, contra el acuerdo internacional relativo al uso pacífico por Irán de la energía atómica.

Como se sabe, el protocolo fue suscrito el 2015, luego de prolongadas negociaciones, por Teherán, varios países euro occidentales, Rusia, China y los Estados Unidos, y en su momento fue celebrado como un gran triunfo diplomático.

No obstante, con la égida de Donald Trump y su “mala” caracterización del documento de marras, Washington se desentendió unilateralmente de su compromiso en 2018, mientras que su sucesor demócrata, que agitó en épocas electorales la reincorporación norteamericana como una de sus prioridades, hoy navega por procelosas suspicacias para dar el prometido vuelco.

La Casa Blanca acompañó además su decisión de salida con la imposición de un paquete de sanciones (aún vigente) contra la nación persa, por aquello de “honrar” su vieja práctica de “castigar” a los respondones ajenos para obligarles a aceptar lo que se les imponga.

Lo cierto es que luego de una paciente espera y no pocos silencios cómplices de ciertos firmantes, Teherán reinició el procesamiento de uranio y presentó un lógico pliego de condiciones: no aceptará cambios en el texto original (la Casa Blanca pretende, entre otras cosas, sumar el programa iraní de misiles defensivos), ni habrá avances si los Estados Unidos no evapora primero sus sanciones… así de razonable, justo, sensato, equilibrado y objetivo.

Y, en Viena, por estos días, las rondas de conversaciones entre los adheridos al protocolo, con la lógica ausencia de la auto marginada primera potencia capitalista, parecerían al fin impulsar cierto movimiento positivo en torno a aspectos claves del susodicho pacto, en términos balanceados y sin menoscabo de las válidas razones esgrimidas por Irán.

En cuanto a los Estados Unidos, analistas han coincidido en que, sin lugar a dudas, dentro de la nueva administración las posiciones sobre el tema son encontradas.

Cierto segmento oficial suscribe un retorno al acuerdo nuclear sin alterar lo logrado en 2015, mientras otro grupo muy influyente, el titulado bloque prosionista, insiste en la tirantez y el litigio como formas de favorecer los intereses de Israel, que subsiste aterrado ante cada avance de Irán (al cual estima un formidable enemigo para su papel de agresor supremo mesoriental), y que al mismo tiempo es poseedor semiclandestino de arsenales atómicos, sobre los cuales los Estados Unidos y otras naciones occidentales se cuidan de hablar, o de rememorar su larga data.

Un encono que solo en los últimos días llevó a los servicios secretos sionistas a perpetrar el ataque a un barco mercante iraní, el Saviz, en el Mar Rojo, y la ejecución de un sabotaje eléctrico contra la planta nuclear persa de Natanz, entre otros episodios agresivos.

Una suerte de “desesperada escalada” que Teherán ha prometido no pasar por alto, toda vez que cuenta con todos los medios necesarios para garantizar su defensa y las respuestas adecuadas a quienes intenten violarla.

Juego que, por cierto, la propia prensa de Tel Aviv califica de harto peligroso, puesto que “podría tener graves consecuencias”, entre ellas, desatar un enfrentamiento militar “que dañaría principalmente a Israel”.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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