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lunes, 18 de noviembre de 2024

¿Hasta cuándo?

Europa se reduce solo a una pieza a la que se puede regañar, exigir, demandar, amenazar e incluso sacrificar si de proteger a “los Estados Unidos primero” se trata....

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 03/06/2019
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Relaciones USA-UE
Europa es apenas concebida realmente como un socio por los nuevos dirigentes de la política externa gringa. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

De todas formas, Europa parecería no entender que su actuación frente al Washington oficial, con más razón luego de la llegada a la Casa Blanca de un insolente de la talla de Donald Trump, no se corresponde con la de un conglomerado de naciones que por su devenir histórico se supone tendría mayores lustres e independencia en sus proyecciones globales.

Lo cierto es que prevalece un virtual acto regional de constricción frente a unos “vivaces” Estados Unidos, que supo aprovechar a su favor estrictamente particular los trastazos y devaneos del Viejo Continente luego de las Primera y Segunda guerras mundiales y de los largos años de tensiones con la hoy extinta Unión Soviética, factores todos que incitaron al aherrojamiento de Europa Occidental a las políticas y acciones agresivas gringas en calidad de “segundona”, así como la aceptación de los cánones económicos de orden asimétricos dictados desde el “aliado mayor”.

Para colmo de males, la incorporación de Europa del Este al aparato comunitario no hizo más que profundizar la obediente tendencia de siempre esperar por las indicaciones e intereses de Washington, dados los alborozados y desesperadamente íntimos lazos de las naciones exsocialistas con su nuevo “polo rector”.

Un nivel de dependencia que ha involucrado a Europa en aventuras militares y políticas virtualmente ajenas, soterrando en gran medida las visiones, interpretaciones y actos netamente soberanos de la región.

Con Trump, la moneda de pago del gran patrón tomó tintes más sombríos. Europa es apenas concebida realmente como un socio por los nuevos dirigentes de la política externa gringa. Se reduce solo a una pieza a la que se puede regañar, exigir, demandar, amenazar e incluso sacrificar si de proteger a “los Estados Unidos primero” se trata.

Personalmente, el jefe de la Oficina Oval reclamó de los europeos “gastar y pagar más” por su membresía en la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte; meter la mano en cuanta aventura militar ha iniciado o inicie Washington en defensa de sus “intereses globales”; enemistarse y hostilizar a Rusia sin importar los lazos económicos y energéticos provechosos para Europa que esa posición reduzca a polvo; transformarse en “primera línea gringa” destinada a hundirse sin remedio en caso de conflicto bélico con Moscú, de manera que USA cuente con tiempo y mayores oportunidades de sobrevivir mientras sus “aliados occidentales” se desangran en la lucha con el “indeseable oponente”; y, desde luego, admitir, refrendar y soportar todo lo que desde la Casa Blanca se dicte en favor del “socio mayor”.

Así, a Washington no le ha temblado la mano para imponer aranceles unilaterales de 25 por ciento a las ventas de acero y aluminio de la UE al mercado norteamericano; intentar hacer pedazos la construcción del gasoducto Nord Stream 2 destinado a llevar gas ruso a Alemania, para que sea Estados Unidos quien asuma el abastecimiento en barcos desde sus campos de frackeado; empujar a Europa a sancionar al Kremlin, que en respuesta cortó muchas de sus compras alimentarias en el Viejo Continente con pérdidas de 150 millones de euros por día para los suministradores occidentales; boicotear el tratado con Irán sobre el uso pacífico del átomo suscrito, entre otros, por la Unión Europea; y restablecer el capítulo tres de la Ley Helms Burton dirigido, entre otros blancos, contra las inversiones europeas en Cuba.

Por si fuera poco, hace apenas unas horas Donald Trump anunció su intención de recortar sensiblemente las importaciones de automóviles y piezas europeos a los Estados Unidos para “defender la industria local”, mientras el secretario de Estado Mike Pompeo desembarcó en Berlín con la tarea de demandar de la Unión Europea que deshaga sus vínculos con el gigante de las telecomunicaciones Huawei “para evitar que el tráfico de información digital acabe en manos del Partido Comunista Chino”, aun cuando eso implique para el Viejo Continente dejar de acceder a un producto muy competitivo para el desarrollo de la tecnología 5G, “el más novedoso estándar de transmisión de datos a través de internet, con una velocidad muchísimo mayor que el actual 4G, lo que serviría de base para el desarrollo de infinidad de productos, servicios y aplicaciones como el coche autónomo”, según indican expertos en la materia.

En fin… el cachumbambé siempre para el mismo lado… el gringo. Como para preguntarse ¡hasta cuándo señora progenitora de viejos reinos, añejas tradiciones y no pocos orgullos!... ¿o acaso al respeto por sí mismo también USA le impuso altos aranceles?


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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