Sólo una solución inteligente, teniendo en cuenta las actuales condiciones históricas y geopolíticas de América Latina, conllevarán a una solución del diferendo entre Bolivia y Chile, luego de que este último invadiera a su fronterizo vecino y en una guerra manipulada lo convirtiera en una nación mediterránea, tras usurparle en 1879 más de 400 kilómetros de costa y 120 000 km2 de territorio en el desierto de Atacama, rico en recursos naturales.
El presidente boliviano Evo Morales anunció que en los próximos días su Gobierno presentará el caso contra Chile en la Corte Internacional de la Haya, centrando su discurso en la injusticia del Tratado de 1904 —firmado dos décadas después de la contienda— que, según explicó, dejó bajo la soberanía chilena esas grandes áreas.
En un discurso el pasado 23, Día del Mar, fecha que recuerda la primera acción militar de la Guerra del Pacífico, en que los bolivianos perdieron el control de Calama, en Atacama, Morales expresó que “los Gobiernos de Chile no han tenido la capacidad de manifestar coherencia en su discurso ante la posición firme de Bolivia respecto al tema marítimo, incurriendo en serias y continuas contradicciones” y recalcó la falta de honestidad de las autoridades santiaguinas.
Después de reunirse con expresidentes y excancilleres de su país, el Presidente anunció la intención de presentar el asunto en La Haya, luego de estudiar la situación legal de la reclamación no reconocida por Santiago de Chile. Tras evaluar las posibilidades de que el diferendo fuera aceptado en esa instancia internacional, Bolivia decidió actuar en consonancia.
La reacción del conservador presidente chileno, Sebastián Piñera, no tardó. Acompañado de su ministro de Relaciones Exteriores, Alfredo Moreno, no solo desestimó una vez más la posición boliviana sino que además ratificó que su país “se defenderá con toda la fuerza ante la demanda” que se presentará en La Haya.
Los vínculos y diálogos entre las dos naciones entraron en una etapa negativa luego de la asunción de Piñera, uno de los hombres más ricos de su país.
En el 2006, Morales y la expresidenta Michelle Bachelet acordaron un plan bilateral de 13 puntos en el que aparecía la reclamación marítima, el cual fue cumplido en parte. Al asumir el gobierno de Piñera, aunque se retomó el diálogo, la parte chilena no asistió a una cita en el 2010 en la que debía presentar “concretas, útiles y factibles” propuestas sobre los requerimientos de su querellante.
La actitud del actual Mandatario, representante de la oligarquía nacional, inició el deterioro de las relaciones, agravadas en dos momentos en el actual año: la detención por Chile durante un mes de tres soldados bolivianos que protegían la frontera y supuestamente habían penetrado en su suelo, lo cual tenía solución diplomática, y el video tomado por una turista argentina en el balneario de Viña del Mar, cuando un pelotón de marinos trotando iban cantando “argentinos mataré, bolivianos fusilaré y peruanos degollaré” lo cual puso en evidencia el carácter discriminatorio y fascista que persiste en el Ejército chileno, aún permeado por la ideología del dictador Augusto Pinochet.
Ahora, agotados los medios diplomáticos para un entendimiento bilateral y ante la intransigencia de Piñera, al Estado Plurinacional no le queda otra opción que dirigirse a la Corte Internacional, cuyos fallos son definitivos e inapelables.
UNA NUEVA GEOPOLÍTICA SUBREGIONAL
El contencioso entre Bolivia y Chile parte de dos criterios muy diferentes. El chileno está basado en la dominación, ya que impuso una guerra a su vecino en 1874 basada más en un carácter económico que de derecho, y el boliviano, que es el de recobrar la liberación y la soberanía nacionales perdidas en el robo colonialista.
De ello se entiende que la argumentación de La Paz deberá demostrar la actual insostenibilidad del documento de 1904, aceptado por elementos señoriales bolivianos, que jamás pensaron en los habitantes autóctonos de aquellas tierras suramericanas habitadas antes y ahora por una mayoría indígena. Situación muy diferente a la que presenta ahora el Estado Plurinacional de Bolivia.
El reclamo de La Paz no se fundamenta sólo en un derecho constitucional, pues Chile haría lo mismo. Por tanto, lo que exige el gobierno de Morales es el derecho de la nación a su continuidad territorial hasta las costas del Pacífico.
En la era precolombina existía una conexión geopolítica del Altiplano con la costa, hecha por los aymaras. Chile, empero, nunca podrá argumentar la presencia araucana o mapuche y menos española en el Atacama. Todavía el comercio del occidente boliviano desciende por esos lados.
Siempre la costa estuvo presente en el espacio territorial de los aymaras, pues ella constituía la frontera natural de las poblaciones andinas. Bolivia pretende que se reconozca su espacio ancestral, desde donde se levantó como pueblo.
El Tratado de 1904 está plagado de trampas para Bolivia. Para usar los puertos chilenos, Bolivia debía pagar un peaje para trasladar sus productos hasta el mar, lo que destruyó en buena medida el comercio nacional. Algunos analistas bolivianos aseguran que Chile sustentó su desarrollo de manera parasitaria, gracias a Bolivia.
Por tanto, los políticos y el pueblo bolivianos consideran la usurpación chilena como una cuestión de Estado, al igual que ocurre con las Islas Malvinas, arrebatadas por la fuerza a Argentina por el Reino Unido, las cuales están también en litigio que será llevado a Naciones Unidas por Buenos Aires.
La revocación del Tratado de 1904 permitiría en el nuevo contexto latinoamericano otra posibilidad de unión regional y el cierre de una histórica disputa, puesto que ya muchos analistas apuestan a la creación de un corredor económico-comercial entre Brasil, Bolivia y Perú, este último también con un diferendo con Chile por razones similares.
Se podría pensar entonces en una reconfiguración geopolítica en la que los bolivianos salgan de manera definitiva del enclaustramiento en que los metió Chile y se integren al mercado hemisférico y mundial, al que fueron obligados a desistir desde hace más de un siglo.
En ocasión del Día del Mar, el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, envió una misiva a Morales, en la que expresaba: “En las tierras arrebatadas a Bolivia, siguiendo la línea trazada por las potencias coloniales, nuestras jóvenes naciones fueron despojadas de inmensos recursos. De las tierras arrebatadas a Bolivia, la burguesía y el imperialismo extraen cada año decenas de miles de millones de dólares”.
Este jueves, en reciprocidad, el líder boliviano agradeció el gesto de Fidel, que reitera, manifestó, “el invariable apoyo y el de su heroico pueblo al derecho boliviano de retornar a las costas del Pacífico con soberanía”.
“Los bolivianos, añadió, nos sentimos honrados con este gesto solidario al que nos tienen acostumbrados los millones de hombres y mujeres que desde Cuba luchan incansablemente por las causas más nobles de la humanidad”.
Bolivia, con la sabiduría de sus pueblos ancestrales, y su fortaleza ideológica, mantendrá su lucha pacífica por recobrar sus costas y territorios robados en invasiones y guerras planificadas en el pasado siglo para despojarlas de sus riquezas naturales, su mar, su legítimo mar, ese que ni siquiera conocen millares de habitantes en la cercada nación suramericana.
La nueva historia que se está escribiendo en América Latina, afirman especialistas, no debe ser manchada por los criterios estrechos de los gobiernos de Chile que no perciben, al parecer, que se están quedando en solitario en un hemisferio donde prima, por encima de las ideologías, el sentido de la unidad y la integración.
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