Incentivado —ha dicho— por la “urgente necesidad de darle un cambio a los Estados Unidos luego de la desastrosa administración de Donald Trump”, otro acaudalado local, pero con muchísimo más dinero que el actual presidente, anunció su entrada en campaña para convertirse en el posible candidato demócrata en los comicios presidenciales norteamericanos del inminente 2020.
Se trata de Michael Bloomberg, exitoso magnate del suministro de información de primera mano al influyente universo empresarial y financiero de Wall Street, ex alcalde de Nueva York, acendrado filántropo, simpatizante y hasta activista de positivas causas como la lucha contra el cambio climático o el control de la venta de armas, y novena fortuna personal del planeta (unos 55 000 millones de dólares), según los medios dedicados a escrutar el monto de los más encumbrados bolsillos ajenos.
Con 77 años de edad, Bloomberg decidió finalmente adherirse a la lista de aspirantes demócratas, preocupado porque estima que ninguno de sus inmediatos contendientes “ha logrado afianzarse” como en una alternativa que pueda derrotar a Trump.
“No podemos permitirnos cuatro años más de las acciones imprudentes y poco éticas del presidente, manifestó el nuevo candidato en su presentación”. Y añadió que Donald Trump “representa una amenaza existencial para nuestro país y nuestros valores. Si gana otro mandato es posible que nunca nos recuperemos del daño”, sentenció.
Por su parte, analistas como Anthony Zurcher, corresponsal en Washington de la BBC, afirman que la postulación de Bloomberg supone un parte aguas en la campaña demócrata, marcada hasta ahora por aspirantes que han basado gran parte de su discurso en el debate sobre la desigualdad de la riqueza en EE.UU.”
No obstante, otras fuentes se apresuraron a indicar que una disputa Trump-Bloomberg podría interpretarse por algunos como una “particular batalla entre ricachones” por ocupar la Oficina Oval.
Lo cierto es, estiman terceros, que pese a un arranque tardío, el nuevo aspirante parecería tener oportunidades frente a Joe Biden, quien hasta ahora lidera las encuestas partidistas como figura de corte moderado, y a la vez resulta mucho más apetecible para los sectores tradicionales demócratas que Bernie Sanders, Elizabeth Warren, Kamala Harris u otros contendientes ubicados “demasiado a la izquierda”, según la visión política de dicha élite.
Otros criterios le dan como ventaja al recién llegado el hecho de financiar su campaña por completo (ya colocó 35 millones de dólares para publicidad televisiva), algo que Trump prometió en sus días de candidato y nunca cumplió.
Bloomberg tiene además en su expediente, ya lo decíamos, tres períodos como alcalde neoyorquino, durante los cuales resarció las heridas dejadas en la urbe por los atentados del 11 de septiembre de 2001, se movía a su trabajo en el metro y no en autos privados u oficiales, logró un descenso en la criminalidad citadina y desarrolló campañas efectivas contra descuidos y maltratos medioambientales. Apoya además el derecho al aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, promueve asistencia para los inmigrantes, pero no concuerda con un servicio de salud regulado por el Estado y se le señalan aspectos contraproducentes en algunas de sus disposiciones al frente de la alcaldía.
Además, en toda su trayectoria política ha sido republicano, independiente y ahora demócrata, lo que para algunos denota inestabilidad en sus posiciones. De todas maneras, en un reciente mensaje digital afirmó: “…mi conjunto único de experiencias en negocios, gobierno y filantropía me permitirá ganar y liderar”. Aun cuando, de acuerdo con algunos criterios de última hora, el seguir inflando la canasta de aspirantes demócratas tal vez no logre tanto facilitar un desenlace de corte unitario, como el desbandar las fuerzas y hacer más complicada y fragmentada la decisión de a quién se le otorga la candidatura a la presidencia.
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