lunes, 29 de abril de 2024

Poder de disuasión

Los sistemas de misiles SS-300 de fabricación rusa parecen llamados a convertirse en un arma clave destinada a enfriar la mente de los agresores globales...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 23/07/2013
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Misiles SS-300
Los misiles SS-300 son capaces de interceptar y destruir todo tipo de complejos bélicos contrarios.

Tal vez el fabricante de los complejos de cohetes SS-300, la empresa militar rusa ALMAZ-ANTEI JSC, nunca imaginó que semejantes artefactos de combate llegarían a convertirse en una suerte de freno en seco para quienes intentan imponer sus designios al resto del mundo a través del uso desmedido de la violencia y la agresión.

Según textos de expertos en la materia, el citado complejo misilístico “fue desarrollado para neutralizar blancos enemigos como helicópteros, aviones de combate, aviones de vigilancia, cohetes y luego, en versiones posteriores, misiles enemigos de ingreso estratosférico. Este sistema de misiles, transportable en camiones con ruedas y orugas, funciona en conjunto con varios vehículos equipados con radares y estaciones de comando. Es considerado por Rusia como el sistema de defensa más moderno y autónomo disponible en el mundo, y el que cuenta con la más alta tecnología que se ofrece en venta a países que se sientan amenazados por fuerzas agresoras y necesiten proteger sus áreas costeras, golfos, islas y territorios de ultramar.” del SS-300 están clasificados como de alcance medio, y son capaces de interceptar y destruir todo tipo de  complejos bélicos contrarios  en un rango de hasta doscientos kilómetros de distancia.

Desde luego, no se trata ni mucho menos del último grito de la industria coheteril rusa. De hecho, Moscú  ya cuenta con los SS-500, que a juicio de sus diseñadores y productores, “se adelanta al menos en unos quince a veinte  años a sus similares en todo el mundo".  Este último complejo está especialmente destinado a anular el titulado Sistema norteamericano de Defensa Antimisiles, que pretende otorgar a Washington la posibilidad de propinar golpes atómicos a sus contrarios sin la posibilidad de una respuesta de los agredidos.

No obstante, el SS-300, que se comercializa en sus diferentes variables desde hace un buen número de años, ha llegado a la “cima de su gloria” en nuestros días.

La entrega por Rusia a Siria de semejante complejo coheteril en medio de la guerra de agresión que la derecha y el terrorismo globales imponen a esa nación mesoriental, sin dudas ha servido para que los que pretenden derrocar a las legítimas autoridades de Damasco hayan desacelerado sus ínfulas.

Los SS-300 llegados a suelo sirio silenciaron la amenaza que significó la instalación de misiles norteamericanos Patriot en territorio fronterizo turco como un medio de cobertura a la infiltración de mercenarios y armas contra el gobierno de Bashar El Assad.

Vale recordar que ese despliegue estuvo a cargo de los Estados Unidos y de sus restantes aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, quienes junto a Israel, las gobiernos reaccionarios árabes y los extremistas islámicos, integran la colación externa que aúpa la guerra de desgaste contra Siria.

Por demás, la presencia de los SS-300 puso fin a las insistentes incursiones de aviones militares sionistas contra territorio sirio, y estableció una barrera a los movimientos de la armada gringa y otanista cerca de las costas del agredido país.

Ahora, noticias procedentes de Venezuela reportan también la instalación en las áreas fronterizas de esa nación sudamericana de sistemas misilísticos SS-300 destinados a coartar toda posible aventura militarista extranjera contra la Revolución Bolivariana.

El fortalecimiento de la capacidad defensiva venezolana con un poderoso medio disuasivo tiene lugar en medio de una campaña derechista y reaccionaria contra el gobierno de Nicolás Maduro, sucesor del desaparecido Hugo Chávez, y a pocas semanas de la revelación de que la reacción local realizaba transacciones para comprar aviones de uso militar en los Estados Unidos.

Por demás, es conocido el interés norteamericano por afianzar su presencia bélica en naciones como Colombia, con una amplia y tirante frontera con Venezuela.

Y si asumimos lo acontecido en Siria, es muy posible que con relación a Caracas los agresores lo piensen ahora con más detenimiento antes de trasladar irresponsables recetas belicosas desde Oriente Medio y Asia Central hasta esta otra parte del mundo.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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