¿Podría Elizabeth Warren convertirse en la primera mujer presidente de Estados Unidos? Pronosticar quién ganará las elecciones en noviembre de 2020 es una tarea inútil a estas alturas, pero sí se puede asegurar que Joe Biden, Bernie Sanders y Warren son quienes tienen mayores posibilidades de lograr la nominación por el Partido Demócrata.
Encuestas recientes la muestran más cercana a Biden –quien todavía marcha en la delantera–, e incluso algunas la consideran favorita para ganar en Iowa y New Hampshire, los estados por donde iniciarán las primarias demócratas a partir de febrero del próximo año.
Warren, quien ha tenido un ascenso lento pero sostenido en las encuestas desde que se lanzó como aspirante, podría beneficiarse de que sus dos principales rivales están pasando por momentos difíciles. Biden está envuelto en el escándalo sobre la impugnación contra Trump, luego de que este pidiera al mandatario ucraniano investigar al hijo del ex vicepresidente. Sanders, por su parte, sufrió un infarto hace unos días, y aunque sus médicos aseguran que se encuentra bien se vio obligado a suspender algunos eventos de campaña, y esa dolencia podría afectar su imagen frente a los votantes.
Patrick Murray, director de encuestas de la Universidad de Monmouth, asegura que Warren ha logrado atraer a diversos grupos de votantes, desde los más liberales hasta los moderados. Según declaró al sitio web Vox, hay una sensación de que ella es una “candidata viable” para competir en las elecciones generales contra Trump.
Algunos le llaman “la candidata de los planes”, porque desde el inicio de la campaña lanzó una gran variedad de propuestas, desde un impuesto a la riqueza hasta un proyecto para eliminar la mayoría de las deudas estudiantiles.
Su trayectoria la ubica en lo que sería el ala más liberal del Partido Demócrata. Fue elegida como senadora por el estado de Massachusetts en 2012, y reelecta en 2018. Nació en 1949 y creció en Oklahoma. Antes de llegar a la Cámara Alta, trabajó durante años como profesora de derecho en varias universidades. Fue asesora de Barack Obama para la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, entre 2010 y 2011; y entre 2008 y 2010 dirigió el panel de supervisión del Congreso del Programa de Alivio de Activos en Problemas (TARP, por sus siglas en inglés), creado para manejar la crisis de las hipotecas.
Su campaña para la presidencia se ha centrado en criticar la corrupción en la política, y especialmente el trabajo de los lobbies por ayudar a reproducir un sistema que favorece a las clases más altas. “Tenemos un Washington que funciona muy bien para los ricos, los poderosos, los bien conectados”, dijo en un mitin multitudinario en Nueva York a comienzos de septiembre. Cuando un gobierno no funciona para nadie más –añadió– “eso es corrupción, simple y llanamente”.
Una de las propuestas en las que más ha insistido es limitar el poder de las empresas farmacéuticas para reducir el precio de los medicamentos. Además, se ha mostrado contra las compañías privadas de seguro médico, y copatrocinó un proyecto de ley presentado por Bernie Sanders para crear en un período de cuatro años un sistema sanitario de acceso universal en Estados Unidos.
En materia de educación, considera que las universidades públicas deben ser gratuitas, y ha propuesto medidas para condonar las deudas de préstamos estudiantiles a las familias con menos recursos.
Por otra parte, respalda el llamado Green New Deal, que tiene como objetivo la transición de Estados Unidos a la energía limpia y renovable en un plazo de 10 años, al tiempo que estimularía la economía mediante la creación de nuevos puestos de trabajo.
En materia tributaria, ha propuesto un impuesto a la riqueza para el 0,1% más rico del país, con un gravamen del 2% sobre los activos superiores a los 50 millones de dólares, algo que calcula afectaría a unas 75 000 familias y generaría 2,75 billones de dólares en diez años.
Algunas de las propuestas de Warren que más críticas han recibido tienen que ver con la regulación corporativa. La senadora ha dicho que quiere controlar los monopolios y aumentar la competencia. Propuso, por ejemplo, dividir a las mayores empresas tecnológicas del país, incluidas Google, Apple, Facebook y Amazon, por considerar que tienen un poder excesivo tanto en su relación con los usuarios como con en el mercado.
Por todo eso, es lógico que no sea la candidata favorita de Wall Street, los lobbies, ni de los gigantes tecnológicos. Mark Zuckerberg, co-fundador de Facebook, prometió “luchar y ganar” contra la propuesta de Warren de fragmentar su empresa. En respuesta, la senadora escribió en Twitter que gigantes como Facebook llevan a cabo “prácticas anticompetitivas” y “pisotean el derecho de privacidad de los usuarios”.
En materia de política exterior, Warren pidió la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán e Irak, y se opuso al abandono de Trump del acuerdo nuclear con Irán. Con respecto a Cuba, copatrocinó en 2017 un proyecto de ley que hubiera permitido a los estadounidenses viajar libremente a nuestro país, y apoya otro presentado en febrero que posibilitaría las exportaciones a la Isla. Asimismo, firmó junto a otros senadores una carta donde criticaron la decisión de la administración Trump de prohibir los viajes “people-to-people” y las visitas de cruceros a la Mayor de las Antillas.
Sobre Venezuela, dijo al Huffington Post que se opone a las sanciones y a la intervención militar, pero criticó al gobierno del legítimo presidente, Nicolás Maduro. “El pueblo venezolano merece elecciones libres y justas, una economía que funcione, y la posibilidad de vivir sin miedo a la violencia de su propio gobierno”, declaró. “En lugar de amenazas irresponsables de acciones militares o sanciones que amenazan a los más necesitados, deberíamos estar dando pasos para apoyar verdaderamente al pueblo”.
Warren tiene una larga carrera de lucha contra la desigualdad en un país gobernado por elites de poder, donde los pobres e incluso la clase media tienen muy pocas posibilidades de ascender en la escala social. Su candidatura ofrece una especie de “tercera vía” para los que apoyan al Partido Demócrata, o no quieren a Trump en la Casa Blanca, pero no se sienten identificados con las propuestas de Sanders –que defiende lo que llama “Socialismo Democrático–, ni con lo que representaba en 2016 Hillary Clinton, más a la derecha en el espectro del partido.
En ese escenario, aunque las propuestas de Warren se acercan más a las de Sanders, ha dicho claramente –como para que no queden dudas– que es “capitalista”. “Creo en el mercado”, declaró a CNBC, pero un mercado “regulado”, porque uno sin reglas hace que los ricos y poderosos “lo obtengan todo”.
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