En medio de la pandemia de la COVID-19 y su impuesta inmovilidad social, la población rusa otorgó este julio casi el ochenta por ciento de sus votos a los más de doscientos cambios constitucionales propuestos por la presidencia de Vladímir Putin en el afán de consolidar al gigante euroasiático como una potencia de categoría global.
Es sin dudas una buena noticia para los que dentro y fuera de la Federación rusa suscriben el multilateralismo en la arena internacional, entre otras cosas, porque apuntala el proceso de recolocación de una colosal nación que llegó a ser víctima casi inerme de la tormenta política derivada de la desaparición de la URSS y del campo socialista en Europa del Este a fines del pasado siglo.
Desmembrada la Unión y en manos sus restos de figuras como Boris Yeltsin, adictas a los cánones capitalistas dependientes con respecto a los grandes centros de poder de Occidente, el inmenso territorio y su población debieron asistir, desde la dolorosa pérdida de los niveles de vida, asistencia y seguridad vigentes en la antigua URSS, hasta la sistemática degradación de la historia y los valores morales y éticos de la nación.
Una Rusia convertida además en pasto abierto para la maquinaria mediática de los presuntos exenemigos, encargada esencial de “poner a la luz” el “caudal de bajas pasiones, insuficiencias conductuales y móviles luciferinos” derivados de más de setenta años de “comunismo”.
Así, James Bond correteando y matando comunistas sobre un vehículo militar en plena plaza del Palacio de Invierno de Leningrado, hoy San Petersburgo; la tosca “mafia rusa” como eje del universo criminal global; los valientes “asesores” de la CIA y el FBI instruyendo a sus rudimentarios pares rusos que les escuchan boquiabiertos de admiración, o el tráfico de ojivas nucleares a cuenta de descoloridos oficiales del Ejército Rojo, fueron por entonces algunos de los temas de un Hollywood desembarcado en los espacios otrora sitiados por la “cortina de hierro”.
Eso, añadido al acceso, revisión y develación, por “expertos occidentales”, de los “siniestros archivos de la KGB”, la “exhibición pública de los horrendos crímenes internos y externos soviéticos”, y los cortes y rasgaduras contra el heroico papel del pueblo de la URSS y de su Ejército Rojo en la derrota de la Alemania nazi.
En pocas palabras, la venganza y la humillación totales, en el intento de borrar para siempre la más mínima posibilidad de una Rusia medianamente floreciente, influyente y reconocida a nivel internacional.
Cupo entonces a una nueva generación de políticos rusos, liderados por Vladímir Putin, el empeño de restaurar lo hasta entonces esquilmado bajo la batuta de oportunistas, traidores, beodos y programadores extranjeros.
Vale indicar que, en consecuencia, no son por gusto los ataques de Occidente contra el presidente ruso, y el intentar su demonización como “osco y taimado dictador proclive al chovinismo y el autoritarismo”. Y es que no se quiere una Rusia, no ya comunista, sino siquiera independiente y orgullosa de sí misma y de su milenario devenir.
Por eso las reformas constitucionales aprobadas en forma masiva por los rusos con la apertura de este julio, y que la propaganda hegemonista reduce con su tradicional maniqueísmo a un “plan de Putin para reelegirse”, no son materia digerible entre los círculos imperiales de poder.
La prensa cubana, y entre ellas este espacio digital, ha divulgado ya las principales nuevas formulaciones de la Constitución de Rusia, por tanto, huelga enunciarlas.
Solo quedaría indicar que, a juicio de muchos observadores, apuntan a la consolidación del gigante euroasiático como una nación libre, orgullosa de todo lo valioso y glorioso de su pasado histórico, consciente y satisfecha del heroísmo y el papel decisivo de los pueblos soviéticos en la eliminación de la mácula nazi, empeñada en defender y afianzar su integridad, sus valores, y su personería y peso internacionales, a la vez que brindar a todos sus ciudadanos las garantías económicas, sociales y políticas para el logro y disfrute de una vida más plena, provechosa y útil… y allá quien no le guste…
amado
3/7/20 15:03
LOS COBARDES ,INGRATOS OPORTUNISTAS TRAIDORES Y LAMEBOTAS SE COGIERON EL DEDO CON LA PUERTA, HAY RUSIA Y PUTIN PARA RATO, GRACIAS PUEBLO RUSO POR TANTA MUESTRA DE LEALTAD Y VALOR A TODA PRUEBA EL MUNDO ESTA EN DEUDA CON LA MADRE PATRIA RUSA ,SEGUIREMOS RESPIRANDO TRANQUILOS Y DORMIREMOS EN PAZ A PESAR DEL ODIO Y LA ARROGANCIA IMPERIAL DE LOS EEUU Y SUS SECUACES GUSTE A QUIEN LE GUSTE .
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