Sin espacio a la agresión

Muy a pesar de los demonizadores globales, los votantes iraníes otorgaron su sufragio mayoritario este junio a las fuerzas políticas locales que defienden la integridad nacional y regional frente a las apetencias hegemonistas e injerencistas.

En efecto, con más del sesenta por ciento de las boletas, Seyed Ebrahim Raisi será el próximo presidente persa, quien hasta ahora encabezaba el poder judicial nacional.

Conocido su triunfo, el nuevo jefe de Estado declaró que “el verdadero ganador de las elecciones es el propio pueblo iraní, que ha demostrado su férreo apoyo a los principios de la Revolución Islámica, desde la búsqueda de la justicia y la independencia hasta la libertad y la dignidad”.

De manera que con esas credenciales y el “título” de “conservador” otorgado por los medios enemigos de Irán para emborronar su lealtad a su país y a la causa de la resistencia en Asia Central y Oriente Medio, iniciará su trabajo Raisi, haciendo especial énfasis, dijo, en la formación de un gobierno “prolífico, revolucionario y anticorrupción, Dios mediante”.

Según uno de los aspirantes a la presidencia, el excomandante de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, Mohsen Rezaei, el vencedor “ha prometido el establecimiento de un gobierno fuerte y popular para solucionar los problemas del país”.

Por su parte, otro candidato, Abdolnasser Hemmati, dijo que esperaba de Raisi que “proporcione orgullo a la República Islámica, mejore la economía y la calidad de vida de la población, y otorgue bienestar a la gran nación iraní”.

Mientras, analistas destacan que en el sensible tema del controvertido acuerdo internacional sobre el uso pacífico por Teherán de la energía atómica, la posición del electo mandatario es intentar dar continuidad al pacto a pesar del boicot de los Estados Unidos, que lo abandonó unilateralmente en 2018 por orden de Donald Trump, entonces al frente de la Oficina Oval.

Como se sabe, su sucesor, el demócrata Joe Biden, agitó durante su campaña por la presidencia de USA la promesa de un retorno a ese pacto suscrito, además de por Irán y los Estados Unidos, por Gran Bretaña, Alemania, Francia, China y Rusia, pero hasta la fecha no ha concretado su vuelta, toda vez que pretende modificaciones inaceptables para Teherán.

Y es que junto a su retiro, Trump dictó además severas sanciones contra la nación persa, cuyo levantamiento total y verificable Teherán demanda para normalizar la buena marcha del sensible texto.

Vale recordar que los aliados occidentales de Washington firmantes del tratado no han demostrado una actitud resuelta en favor de la integridad del memorando, al tiempo que la Casa Blanca pretende incluir en el también denominado Plan de Acción Integral Conjunto —y para materializar su retorno al mismo— inadmisibles disposiciones en torno al desarrollo misilístico y defensivo iraní.

Por lo pronto, y en sucesivas reuniones realizadas por estas fechas en Viena, los comprometidos han estado elaborando ideas para favorecer la normalización del protocolo nuclear y atender al reclamo iraní acerca del fin de las sanciones gringas como exigencia para la reincorporación norteamericana, una ingente tarea en la que ahora deberán empeñarse el nuevo presidente persa y sus colaboradores.