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sábado, 16 de noviembre de 2024

América Latina: Un bodrio a bolina

El esquema hegemonista en la región vive horas definitotias...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 24/10/2019
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Chile-manifestación en las calles
Los pueblos del sur del Hemisferio tienen instrumentos y maneras para hacer cambiar la realidad a su favor.

El gran error estratégico de los grupos gringos de poder es que, sobre la base de su endémica prepotencia, resultan incapaces de entender que el ayer global no es ni será el hoy ni el futuro.

No se trata de vuelcos mágicos, es cierto, pero resulta un elemento evidente que los siglos de capitalismo planetario han llegado a una encrucijada que apunta a su inevitable retroceso, por encima de todas las perretas y barbaries que se puedan ejecutar en el intento de darle aire.

Y en esta parte geográfica en que habitamos, ubicada como ninguna otra a las puertas de la primera potencia imperial, las horas de cambio siguen sentando pautas por encima de transitorios reveses y contramarchas, porque la realidad no puede ser sustituida por la “ensoñación”.

Si la buena y constructiva época de gobiernos progresistas enfrentó frenos y retrocesos apenas unos años atrás, cuando Washington y las oligarquías locales  aceleraron todos sus mecanismos mediáticos y agresivos para cazar incautos y remover “obstáculos”, el panorama regional actual nos anuncia que las farsas se gastaron, y que las barbaridades económicas, políticas y sociales que retornaron a ser parte del diario hemisférico, han mostrado que nada tienen que ver con las aspiraciones y urgencias de las mayorías, con el impulso añadido de que muchos de los que hoy las sufren, vivieron tiempo atrás en escenarios donde sí importaban el ser humano y sus aspiraciones.

Las muestras están ahí, en la renovada victoria electoral en primera vuelta del líder indígena y presidente boliviano  Evo Morales; en la movilización popular que obligó a Lenin Moreno en Ecuador a suspender su plan neoliberal de encarecer los combustibles y agredir el ya vapuleado poder adquisitivo ciudadano; en la reverdecer del ala progresista en Argentina y su posible triunfo en los cercanos comicios presidenciales; o en las calles chilenas, donde la gente no acepta más la desigualdad en el reparto de la riqueza nacional, y el gobierno de Sebastián Piñera responde con la violencia militar que ejerció en su tiempo el dictador Augusto Pinochet.

Y no se trata, como algunos pretenden dibujar en el imaginario público, de acciones terroristas o empujadas por “intereses extranjeros”. Es la reacción autóctona de los que han sufrido e identificado el fraude económico, político y social que subyacía en medio de la verborrea, las promesas, las matracas y el fausto de las campañas mediáticas de la derecha, sazonadas con la abundante paga de la Casa Blanca.

Todavía, en medio de la crisis, las más encumbradas “cadenas informativas” de las naciones en franca insubordinación gastaban sus espacios y recursos en transmitir intencionalmente novelas, series, filmes y musicales mientras la gente era apaleada y tiroteada en las calles por las fuerzas del “orden”, como quien estuviese en un universo de embeleso y tibias fragancias.

Desde luego, todo este derroche de respuesta popular es un fenómeno que cambia las viejas reglas del juego de la dominación oligárquico-imperial. Ya no es el estallido espontáneo de gente descoordinada. La región ha alumbrado, en medio de su lucha, poderosos movimientos sociales con un importante grado de concientización, movilización y respuesta capaces de, como en Ecuador, sentar a un presidente en la mesa de negociaciones, o, como en Bolivia, darle continuidad mediante consulta electoral a una administración popular y patriota, a la vez que, pertrechados de redes sociales no manipuladoras, divulgar la verdad de cada acontecimiento local o regional.

Y no pasar por alto ni por un instante, que en ese devenir positivo y decisivo del combate de los pueblos de nuestro hemisferio, tienen su trascendente impronta política, moral y alentadora, aquellos países que como Venezuela y Cuba, entre otros, han resistido y resisten las embestidas multiplicadas de la ultra derecha gringa y sus complotados regionales, como viva evidencia de que es posible sobrevivir, avanzar, crear y abrir trochas seguras en el andar del Sur hemisférico hacia un nuevo orden donde la solidaridad, el diálogo, la concertación y el progreso compartido  sepulten las desgracias que aún se mueven en nuestra geografía.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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