Quizás ninguna afición del mundo haya apoyado con tanto fervor a dos equipos al mismo tiempo como lo hizo la cubana en la tarde de ayer sobre las gradas del estadio Pedro Marrero.
A pesar de que jugaba la selección nacional, los fanáticos celebraron con exclamaciones los regates, las paradas y los goles del Cosmos de Nueva York como si fueran suyos, y aplaudieron, sobre todas las cosas, cada movimiento de Raúl González Blanco.
El histórico delantero del Real Madrid ya lo había dicho: “Venimos a tratar de brindar un buen partido para hacer disfrutar a la gente que vaya al campo”, y a pesar de que sus compañeros no tuvieron piedad con el conjunto local al marcarle cuatro goles en el primer tiempo, para los miles de aficionados que asistieron al encuentro el espectáculo estaba garantizado por la sola presencia del “7” blanco.
Ya desde el calentamiento previo Raúl se había ganado los aplausos de unas gradas exultantes que lo siguieron todo el tiempo y en varias ocasiones corearon su nombre. El astro español complació a los presentes con algunas filigranas en el dominio del balón y ya dentro de los 90 minutos reglamentarios sorprendió especialmente su desempeñó como mediocampista y la jugada en la que sorteó con maestría la marca de tres jugadores.
A pesar de las malas condiciones del terreno agravadas por causa de la lluvia, el club norteamericano fue superior y sentenció el partido con el doblete de Lucky Mkosana y los goles de Sebastián Guenzatti y Hagop Chirishian. Por el equipo cubano el mejor del partido fue el centrocampista Andy Baquero que marcó el descuento a los cinco minutos del segundo tiempo para sellar una notable actuación.
Otro de los momentos más emotivos del día fue la llegada al estadio de Edson Arantes do Nascimento “Pelé”, quien para muchos para muchos ha sido el mejor jugador de la historia y que también fue largamente ovacionado.
La llegada del Cosmos a la Habana ha sido trascendental por muchos motivos. Esta es la primera vez que un conjunto norteamericano visita la Isla en casi cuarenta años, luego de que el Chicago Sting disputara un amistoso en La Habana en 1978 y el hecho también destaca como otro importante paso para el acercamiento entre las dos naciones.
Sin embargo, nadie puede negar que la jornada de ayer fue especial por la presencia invaluable de dos de los futbolistas más importantes de la historia del deporte más popular del mundo. Fueron ellos quienes consiguieron que los fanáticos ignoraran la lluvia y olvidaran las malas condiciones de un Pedro Marrero al que le urge un remodelación, tampoco importó el marcador, las gambetas y pases del “ángel del Madrid” y la sonrisa del rey Pelé fueron lujos suficientes.
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