Ay Pepe, caramba Pepe

El partido Portugal- Alemania se presentaba como uno de los platos fuertes no sólo de la primera fase de la Copa, sino del Mundial todo. De un lado ese estilo fluido de jugar al fútbol que ha traído Joachim Löw a la maquinaria teutona. Con su nutrido inventario de medio campistas geniales, con una saga muy seria y un portero que se pasea entre los cinco mejores del mundo. Alemania, con su historia y su presente. Del otro Portugal. Una selección que pelea, que siempre está en el listado de las que hay que recordar aunque nunca figure entre las favoritas. Un grupo de excelentes jugadores capitaneados por el dos veces Balón de Oro de la FIFA, Cristiano Ronaldo. Olía a clásico. Olía a partidazo en el majestuoso Arena Fonte Nova de Salvador de Bahía.

En la tribuna un torcedor alemán era enfocado una y otra vez por las cámaras de la televisión local. La canciller Angela Merkel hizo el viaje hasta las altas temperaturas del norte de Brasil para acompañar a su selección. Pero más allá, y más importante, en las tribunas miles de portugueses y brasileños se agitaban unidos por la historia, el lenguaje. Por el balón. Y comenzó bien. Gostoso, como dicen acá. Con buena circulación, con las dos selecciones creando oportunidades. Nada podría predecir lo que en poco tiempo vendría.

Las malas noticias comenzaron para Portugal cuando una vez más el arbitraje  se hizo vedette en este Mundial. Y de paso siguió dando material para primeras planas. Sobre el minuto 10 con el partido recién nacido, el árbitro serbio Milorad Mazicno se lo pensó dos veces para marcar penal en una acción de Joao Pereira sobre Mario Goetze. Una decisión cuando menos polémica. Porque el contacto no es tan claro, por la juventud del partido. Porque uno lo ve diez veces y al final sólo puede preguntarse ¿penal? ¿de verdad? Lo de los árbitros en este mundial ya es para preocuparse. Y ocuparse. ¿Tanta tecnología en la línea de meta para esto? Ya no hay problemas con  los goles fantasmas. Ahora los fantasmas se apoderaron de las acciones de penalti  y fuera de juego.

Cobró Thomas Müller. El falso 9. El calificativo me parece una ironía. Pienso en cuántos 9 verdaderos quisieran tener la calidad y los números goleadores de este “falso”. Impecable. Alemania salía delante y eso ya sabemos es un pésimo indicador para cualquiera que esté del otro lado de la cancha.  El segundo llegó a puro estilo teutón. No estaba MiroslavKlose pero en su lugar apareció la cabeza de Matt Hummels, alzándose por delante de Pepe, para poner el 2-0 que ya era para preocuparse. Pero hasta ahí, el partido tenía arreglo para Portugal, que confiaba como los miles de aficionados lusos en la magia posible de su capitán. Sólo que no sería Cristiano el protagonista de la tarde. Si no Pepe. De nuevo Pepe. El leñador, el antimotines. Esta vez, hay que decirlo, no fue una acción demasiado violenta. El manotazo en el rostro de  Thomas Müller era perdonable. Pero Pepe, caramba Pepe se lanza cabeza por delante contra el jugador alemán, que no hizo teatro, que no merecía recriminación alguna.  Y en un instante Pepe ve la roja y junto a él toda Portugal. Una vez más el defensa del Madrid dejaba a un equipo con diez en un partido crucial. Y si Alemania en igualdad numérica te hostiga, te embosca, te ataca,  con 2-0 y un hombre de más, te mata. Y así fue.

Dos más a la cuenta de Müller para sellar un póker que no es la diferencia entre estas dos selecciones. Un póker para  estampar la segunda paliza ibérica de la semana. La de Brasil no está siendo una Copa feliz para la península aunque todavía quede mucho mundial.