“¡No siempre han de ser inútiles la honradez y el valor!”
José Martí
Ya había levantado la mañana del día 25 de abril. Corría el año 1967 y en la selva boliviana un destacamento de hombres se empeñaba en continuar escribiendo la historia de los pueblos latinoamericanos. Al frente de ellos el Guerrillero Heroico, que dejaba atrás sus sueños de constructor socialista, para desde la raíz andina, hacer crecer el fruto de la Revolución continental y lograr la segunda independencia…
Entre los jóvenes de la tropa se destaca Eliseo Reyes, que con solo 26 años se convierte en Rolando y en el Comisario Político de la guerrilla. Nació en un poblado homónimo de la actual provincia Santiago de Cuba, y el Che lo conoció en El Hombrito, un campamento ubicado en las profundidades de la Sierra Maestra. Hasta allí llegó Eliseo, con sus 17 años, junto a unas decenas de campesinos más para incorporarse a la lucha que se libraba desde diciembre de 1956. A partir de entonces sería conocido como San Luis.
Como no había armas para todos, y el muchacho parecía ágil y avispado, el Comandante argentino lo hizo mensajero. En una guerra todas las misiones son honrosas y útiles, y la de mensajero, San Luis la cumplió a cabalidad.
El argentino tenía buen ojo. San Luis era rápido y responsable, además de inteligente. Antes de incorporarse a la guerrilla, había vencido la enseñanza primaria a golpe de tesón, alternando las lecciones con el trabajo, pues era el cuarto de once hermanos. Por eso el Ché no dudó en sumarlo como miembro de la Columna Invasora Ciro Redondo que se dirigía al Escambray. En las montañas del centro del país, San Luis alcanzó su primer ascenso militar de manos del propio Che y poco tiempo después ya era, con solo 18 años, el Capitán San Luis.
Después del triunfo de enero, sus experiencias como mensajero y combatiente, y sus dotes de mando y organización, facilitaron su trabajo en la Dirección de Inteligencia G-2 del Estado Mayor del Ejército Rebelde, bajo las órdenes del Comandante Ramiro Valdés. Pronto se le asignarían nuevas misiones de vital importancia para la vida de la joven Revolución.
En 1962, el Capitán San Luis, con solo 22 años, asumió el mando del Ministerio del Interior en Pinar del Río, la provincia más occidental del país, escogida por la contrarrevolución para desarrollar una parte considerable de sus acciones. Con un talento singular, San Luis desbarató uno a uno los planes subversivos, las infiltraciones por las extensas costas pinareñas, y los sabotajes; y combate con éxito las bandas que intentan hacerse fuertes en la cordillera norte de la provincia.
Combatió también la exclusión que impone la incultura, y con el ejemplo personal, sentó a sus compañeros de uniforme en las aulas nocturnas que creó para la superación. No descuidó ningún frente como jefe, como guía, como cuadro, y superó con sus resultados el prejuicio de la edad que aún corroe.
El 3 de octubre de 1965, el Capitán San Luis estaba entre los miembros del recién constituido Comité Central del Partido que escuchaban la carta de despedida del Che, leída por Fidel para todos los cubanos. El Ché, el argentino, su primer jefe, anunciaba la entrega de sus esfuerzos a otras tierras del mundo. Es imposible saber qué pensaba San Luis mientras el líder de la Revolución hacía pública aquella carta.
La respuesta no tardó en llegar. En julio de 1966 el Capitán San Luis es escogido para formar parte del destacamento internacionalista guerrillero que iniciaría la lucha armada en Bolivia para hacer la Revolución en América Latina. Después de meses de entrenamiento en Pinar del Río, partió para Bolivia, vía Praga y llegó a la selva boliviana en noviembre de 1966…
Pasaban las 10 de la mañana. Le faltaban solo dos días para cumplir 27 años. La emboscada se preparó con prontitud. Rolando y otros ocupan un lateral para atacar por el flanco al enemigo que se acerca rápidamente. Comienzan los disparos. Avisan que Rolando cayó herido. Se desangra. Rolando, el Capitán San Luis, Eliseo Reyes...
Cuentan que hubo lágrimas mientras el plasma trataba de revivir al soldado, al Comisario Político de la guerrilla. Cuentan que se vio al jefe sacar un pañuelo de su bolsillo.
El Ché se refugia en su diario para recordar a Rolando y despejar la sombra que por minutos provoca la muerte de los héroes. El mejor hombre de la guerrilla y uno de sus pilares había muerto, escribió el que siempre se caracterizó por ser escueto y seco en elogios. Compañero mío y seguro jefe del eventual segundo frente, subrayó el paradigma de Hombre Nuevo.
La metálica forma de un capitán valiente, cantada por Neruda en sus versos, y retomada por el Ché en su homenaje a San Luis, se extendió sin dudas en lo inmenso y en lo eterno. Bien lo supo al Ché al escogerlo, al confiar en su responsabilidad, en su juventud. Bien lo supo al presagiar que cristalizaría, en un futuro ya no hipotético, sino seguro.
Ni la honradez de Eliseo, ni la valentía de San Luis, fueron inútiles. Rolando vive, trascendida su metálica forma, en los jóvenes que se empeñan en defender la revolución que sienten como suya, sin temor al sacrificio, como no temieron Antonio, René, Gerardo, Fernando y Ramón, capitanes del presente, y pilares también de nuestra obra y nuestros sueños.
Anita Gianelli
29/4/18 11:33
Homer para esos grandes y consecuentes revolucionarios.
NUREYA
26/4/12 11:11
BIEN POR CUBAHORA, RECORDANDO A LOS JOVENES QUE A LO LARGO DE LA HISTORIA CUBANA, HAN ESTADO A LA VANGUARDIA DE LAS MEJORES IDEAS. TRISTE QUE NUESTROS MEDIOS NO REFLEJEN EN SERIES Y/O AVENTURAS, ESTAS HISTORIAS, Y QUE NUESTROS NIÑOS SEPAN MAS DE BATMAN, BEN10 O CUALQUIERA DE ESOS PERSONAJES, QUE DE LA VIDA DE SERES HUMANOS TAN VALIOSOS COMO EL CAPITAN SAN LUIS Y DE OTROS QUE COMO ÉL , HAN HECHO POSIBLE LA PERFECTIBLE UTOPIA CUBANA.
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