Chávez murió y América Latina se conmueve en sus raíces. La Historia tatúa en su costado, para la eternidad, el nombre de un gigante, y en cada pinchazo de tinta fulminante entrecorta el resuello, alza los ojos al cielo de los héroes y deja escapar una lágrima de hombre firme, de mujer guerrera, de espíritu consternado y santo.
La dimensión de la belleza no es un canto de gloria, ni el faro enhiesto que soporta el vendaval, ni la soberbia monumental de la naturaleza doblegando al alma humana. La dimensión de la belleza es el suspiro de un amigo cuando suelta ante las cámaras del mundo, cómo si se parara sobre un suelo incendiario, la muerte de su hermano, de su presidente.
Nicolás Maduro anunciaba la muerte de Chávez y yo, en mi televisor del Cerro habanero, sentí el reverberar bajo mi asiento del mítico volcán de la aflicción, de la inconformidad. No hubo forma que por par de minutos pudiera entender las palabras de Maduro en Telesur. La infografía me olía a absurdo vodevil, a conspiración bromista, a chiste imperdonable, pero nunca, nunca a realidad. Sin embargo, Chávez había muerto. Chávez murió.
Por unos segundos la noticia se filtró por “las venas abiertas de América Latina”, se presentó fulminante como bala de cañón sordo ante las puertas de la desolación, conmovió a naciones enteras y aun yo, como cuando muere un familiar querido, me negaba a esa posibilidad. Es más, confieso, nunca esperé o pensé en esa posibilidad.
El hombre de la unión latinoamericana voló a los brazos de su Dios, de mi Dios, y lo hizo con la constitución del pueblo y la biblia de la fe en sus bolsillos. Calló su voz definitivamente, calló su voz física, pero se levantará entre los muertos mucho antes del día final. Porque el Presidente de la Venezuela Bolivariana, el tipo duro del amor que une será, es la bandera flameante que se planta hoy sobre las lunas de una Revolución continental, antiimperialista, humana.
Apelar a los “recuerdo ahora…” sería hoy pecado imperdonable. No valen esas frases de añoranza y nostalgia cuando la Humanidad completa abre sus brazos en bienvenida a un comandante de sueños, a un comandante de locos que creen en las locuras de un mundo mejor, y que a golpe de locuras supo erigir formas de un mundo mejor. Harto sabido es que a los locos pertenecen los sonidos de lo eterno, las sendas del prodigio, las grandezas del arte, la dimensión de la belleza, la magia de FUNDAR.
Lo infinito es hoy un leve pedestal que se repliega, que abre paso a un cuerpo inmenso, un cuerpo que aun bajo tierra, echará raíces hasta levantar al continente por los cielos. Hoy, a tantas horas ya de tan atronadora noticia, un finísimo velo de estupor se discurre entre la gente, a cada paso, a cada minuto, alguien mira hacia las nubes y suspira sin reparos un dolor que por más que se expande no cede.
Cuando las letras se han convertido en negrísimos halos de adioses y voces enlutadas; cuando el mar no es camino insalvable para amor y el respeto, Chávez galopa sobre los pueblos y pide, rodilla en tierra, continuar, re-fundar en Dios a la Patria Grande.
Chávez, sin embargo, aún se mueve.
Alejandro Ulloa García
8/3/13 11:03
Chávez merece el canto de lo hermoso, no menos. Los hombres que saben vivir y morir por su patria, por su gente, son hombres más cercanos a la divinidad!!!
Magel
7/3/13 10:00
Ayer, en mi emoción no agradecí al cronista la expresión de tan bellos sentimientos hacia este HOMBRE, que como la materia, solamente se ha transformado. Ulloa, copié su crónica y la conservo junto a otros pronunciamientos hermosos que he encontrado en la prensa digital. Gracias.
jfncarretero
7/3/13 7:41
La obra de Chávez fue y es inconmensurablemente bella y revolucionaria, que cambió los destinos de Venezuela y de América Latina, como fiel seguidor de Simón Bolivar y de Fidel Castro. Sólo lo bello puede describirlo, como lo ha hecho el periodista Alejandro Ulloa
Roberto Arrebato Maura
6/3/13 13:45
Estas letras son símbolo inaudible de lo que significaba, significa y significará por siempre la figura del camarada Hugo Chávez. Ese legítimo venezolano, gran hombre y líder excepcional que hoy nos deja en el espacio terrenal pero no dimite; tras él un mar de pueblo enaltecido alza sus voces "Patria, patria, patria querida, tuya es mi alma, tuyo es mi amor..." evocando el Himno del Batallón de los Bravos. Esas letras que escuchábamos cuando por última vez sentimos sus palabras dando un mensaje a todo un pueblo, diciendo que la Revolución Bolivariana no se detenía, aun sin su presencia. Hoy los bravas y bravos de Venezuela toda, han de andar en cuadro apretado, unidos por Venezuela y por la patria grande. Guiados por la luz de quien nunca muere. Hoy miles de Chávez emergen de entre las multitudes; porque Chávez no era un hombre, Chávez es una idea, un sentimiento, un pueblo luchando por su libertad. Pa’lante Comandante, Uh, Ah, Chávez no se va!!!
Magel
6/3/13 11:51
Es una gran pérdida para América: EL OTRO LIBERTADOR. Chávez supo aglutinar pueblos con su amor y con su ejemplo. Yo no lo siento muerto lo siento vivo, en otra dimensión. Su desaparición física nos llega en un momento de definiciones: el pueblo venezolano lo dice en las calles, CHAVEZ LES ABRIÓ LOS OJOS, LOS DESPERTÓ, y eso es para siempre. Su muerte lo convierte en héroe de la patria, lo inmortaliza deviniendo en todo un símbolo para continuar la lucha. Chávez es el pueblo, es las mujeres, es los hombres, es los niños, los ancianos, los discapacitados; Chávez está más vivo que nunca y su pueblo no dejará perder las conquistas obtenidas. Ahora y siempre !!!VIVA CHAVEZ!!!
Ángela María González Laucirica
6/3/13 10:44
Este artículo es demostración de lo que siente y opina cada cubano que defiende las ideas y ansias de justicia de Chávez. Su muerte no borrará todo lo que construyó para América, y nos corresponde a quienes aun permanecemos en la Tierra, preservar lo que él inició e impulsó. Dondequiera que esté, está escuchando, orgulloso, el sentir de sus seguidores.
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