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sábado, 16 de noviembre de 2024

Carta desde Maputo. Metamorfosis.

El contexto no es sencillo y, en medio de las dificultades que corren, apostar por el egoísmo puede estar condenándonos a la postre a la metamorfosis indefinida, fatal, indeseada...

Mario Héctor Almeida Alfonso en Exclusivo 06/06/2021
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¿Quién no se ha sentido Gregorio Samsa? ¿Quién no ha tenido algún que otro sueño de cuyo despertar resulta el sobresalto? Hermosa novela La Metamorfosis. Y triste. Y traumática. Franz Kafka nos regaló una obra invaluable que sobrevive al tiempo y gana vigencia.

Desde hace algunos días, estaba con la idea de releer el libro. Me entusiasmaba buscar el símil con una situación actual. Era tal vez mi escaso recuerdo sobre la obra que finalmente terminé releyendo de un tirón, en la aparente y corta calma de una guardia en la Unidad de Cuidados Intensivos.

En la gran parábola que representa la vida, definitivamente todos vamos transformándonos. Las diferentes etapas de nuestro desarrollo así lo confirman.

Si la obra del escritor austrohúngaro presentaba de alguna manera el clima que daría pie a la Primera Guerra Mundial con todos sus horrores, hoy, un siglo después, la humanidad sufre una de sus peores catástrofes sanitarias, lo que por supuesto influye en los comportamientos sociales, en nuestros modos de relacionarnos y percibirnos.

La pandemia llegó hacia finales del 2019 y lo cambió todo. Los rostros humanos a veces no logran descubrirse debajo de las mascarillas y llegamos a convivir durante buen tiempo con personas cuya fisionomía apenas conocemos.

Al igual que Gregorio –¿para qué negarlo?–, hemos sido presas del miedo y el aislamiento. Y no solo me refiero al necesario aislamiento relativo a la preservación de la salud; he visto cómo muchos prejuicios vinculados con la pandemia provocan el rechazo de determinado colectivo hacia alguna persona en particular, quien, necesitando apoyo, recibe lo inverso.

El contexto no es sencillo y, en medio de las dificultades que corren, apostar por el egoísmo puede estar condenándonos, a la postre, a la metamorfosis indefinida, fatal, indeseada…

Acá en Maputo, las salas de UCI, como comenté, solo tienen aparente calma. En solo unos minutos se descompensa algún paciente ya internado o es recibido otro que necesita de todo nuestro esfuerzo. La sala es grande, cuenta con cinco cuartos de cuatro camas cada uno que habitualmente están ocupados.

La pandemia definitivamente nos ha cambiado. Nos ha obligado a cambiar. Cabría preguntarse en qué sentido se ha originado dicha “metamorfosis”. ¿Nos estaremos dejando vencer por las distintas hostilidades del entorno? ¿Estaremos formando parte de las huestes de algún tipo de hostilidad? ¿Nos estaremos reinventando en pos de que nadie vuelva a sentirse insecto y como tal se deteriore? ¿Seremos la “cucaracha” de sensible piel?

De todo se está viendo ahora mismo a lo largo del mundo y bien conocemos los cubanos, por cuanto lo sufrimos, del “talento” de otros para aislar. En nuestras manos está el escoger en qué nos convertimos tras el confeso afán de enajenarnos.

Metamorfosis para bien, debe ser nuestra premisa. Me aferro a ello, creyendo firmemente en el mejoramiento humano que anunciaba José Martí e infiriendo, entonces, que un mundo mejor es posible. El esfuerzo colectivo siempre conllevará a mejores resultados. Y aquí estamos para demostrarlo.


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Mario Héctor Almeida Alfonso

Médico cubano miembro del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias "Henry Reeve" que colaboró en Perú . Actualmente se encuentra en Mozambique en el enfrentamiento a la Covid-19.

Se han publicado 1 comentarios


Elena Salazarte Fernández
 6/6/21 10:31

Hola, como siempre me encanta leer sus experiencias, anécdotas. Todas llenas de sentimientos y Elena salazartefea@gmail.com

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