CIPRE crece robusto

Con el permiso de los lectores (que si lo desean pueden empezar a leer desde el segundo párrafo), dedico unas palabras a los editores: Gracias por exigirme que no escribiera sobre el aniversario del Centro de Información para la Prensa (CIPRE) con un recuento de cuando fue fundado el sábado 7 de febrero de 1987 a partir de buscar lo que publicaron el año pasado, lo cual a su vez también fue el fruto de otra indagación en fuentes anteriores y así sucesivamente.

Cualquiera hubiera pensado que mi segunda visita a la institución que hoy cumple 27 años, me había dejado tan cautivado que no me quería ir a pesar de que llevaba allí ya unas seis horas después de haber realizado las gestiones en apenas una y media, aunque nadie lo notó por la posibilidad de estar un rato en Tribuna de La Habana, otro en El Habanero, después en Juventud Rebelde y Trabajadores, hasta que finalmente subí a Granma Internacional y luego a los talleres del Poligráfico, todos por suerte en el mismo edificio al igual que en la Recepción y los custodios.

A nadie había confesado por qué no me había ido después de concluir las gestiones, pero repasaba una y otra vez mis palabras al llegar de Sancti Spíritus a La Habana: oye, ¿tú sabes bien dónde es el CIP?, mira que… y todas las veces la interrupción: sí, sí, chico, no te preocupes que te recojo allí, tan seguro que si se rompe este carro, va aquel.

Tranquilizado ante la imposibilidad de que se averiaran los dos vehículos, conversaba calmadamente con mi amigo el ya ausente Orestes González Quintana sobre cuando nos conocimos en 1971 en los cañaverales de un inhóspito lugar de Matanzas, y de cómo nunca más lo volví a ver aunque supuestamente ese era el preámbulo su ingreso a la carrera de Periodismo, tema inconcluso cuando le pregunté si era Centro de Información DE la Prensa o PARA la Prensa, lo cual me llevó a vertiginosas asociaciones de idea para asegurar que me estaban buscando en el CPI y no en el CIP.

Restablecido el contacto, este fue el diálogo:

- Chang, yo quisiera tenerlo  grabado, concho, tú me dijiste que era en el “cepei” y allí llevamos más de cuatro horas buscándote y esperándote.

- Yo te dije que era en el “ceipe” y además te quise explicar cómo llegar. ¿Qué voy  hacer yo en el “cepei” que es el Centro de Prensa Internacional?

Tras el incidente, a Orestes se le reforzó la convicción de que el nombre estaba mal puesto. Dícelo a Jesús de mi parte, que yo –expresé airadamente- me voy porque nos agarró la noche aquí en La Habana por culpa del ceipe y del cepei y todas esa siglas que inventamos en Cuba...

Pasando el tiempo, me entero que ahora es CIPRE aunque no esté generalizado, y yo desde entonces aclaro a secas: en el Centro de Información.  Así dije cuando llegué hace ya unos años al mismo tiempo en que llevaron un lote de computadoras ADM K6 en un horario de poca presencia masculina para servir de estibadores, por lo cual tuve que cargar cajas con el aliciente de que entre ellas estaría una para mi periódico Vanguardia, y que sería la primera de su propiedad, aunque ese mismo día supe que había una tendencia a que fueran entregadas como préstamo, lo cual finalmente no fructificó quizás ante el razonamiento de que tendrían un gasto en mantenimiento y reparación.

Con esos equipos el hoy CIPRE abrió un camino para desempeñar su labor en beneficio de los profesionales de la prensa que no podían recibir ninguna información si no disponían de una computadora, aunque meses después en un determinado medio de prensa de Matanzas me pareció ver un artefacto parecido en oficinas de la administración donde por supuesto no trabaja el personal periodístico. Cuando se lo comenté a Jesús Hernández (director fundador del CIP), con pasmosa y triste tranquilidad me dijo que no era el único lugar donde ocurría tal desaguisado.

Además de facilitar ese equipo, costearon cuentas conmutadas que a alguien en el antiguo INFOCOM se le ocurrió que los usuarios fueran cip más un número que indicaba si tenía navegación en internet, en la intranet o solo correo electrónico con salida internacional o no.

En cierta ocasión una emisora local impidió que les habilitaran ese servicio, por lo cual me invitaron a ser una especie de traductor para convencer a su dirección de que no tendrían que pagar y, además, se trataba de un valioso instrumento de trabajo. Tras mi infructuosa mediación, el CIPRE continuó su dura, difícil e incomprendida labor hasta fructificar en el presente, cuando todos reclaman más y más ancho de banda.

Gracias a este Centro ya son menos a quienes sucede como a aquellos hombres primitivos que morían ateridos de frío encima de un yacimiento de petróleo, sin saber que tenían tan cerca una fuente de energía.

A esta institución debemos también que en los medios de prensa “el archivo” vaya dejando de ser el lugar más apartado y lúgubre a donde va a parar todo lo que se pierde, hasta la venta de viandas y otras mercancías de los terrenos de autoconsumo agrícola como sucedía en cierto medio de prensa, donde hoy se precian de estar creando una Unidad de Información con varios centros de documentación y archivos.

El trayecto de ese colectivo no está desbrozado del todo, pues todavía hay quienes escribimos sin suficiente información, sin saber que el CIPRE tiene entre sus funciones elevar la cultura informacional  en el sector de la prensa, hacernos comprender que necesitamos datos, que ellos la buscan y la facilitan y agradecen que los usemos por el bien de la profundización del periodismo cubano.

Muchos aniversarios faltan todavía felicitando al CIPRE para que nos cobije a todos. Ojalá pronto los podamos felicitar no solo por un onomástico, sino por hacernos comprender la necesidad de esa cultura para el quehacer de los medios de prensa.

Aunque CIPRE no es el árbol ciprés, sí va creciendo robusto en sus 27 años de vida.

Portada del nuevo Directorio de Comunicación Nacional.