Cuando caminamos una ciudad se nos escapan muchísimos detalles que nos hablan de costumbres, tradiciones y del espíritu del pueblo que la habita.
Con paciencia y perspicacia podemos descubrir historias detrás de cada uno de ellos. Alejo, mi profesor de Historia del Arte, nos decía que nos perdíamos la mitad de la ciudad porque nunca mirábamos para arriba. Y es verdad.
Al paso y con paciencia podemos admirar como se imbrica el pasado con el presente en los detalles de las puertas, por ejemplo. Las olvidadas aldabas, con la que llamábamos a los vecinos, hoy sustituidas por un timbre o simplemente por los nudillos de las manos.
El hierro y el cristal remplazando la madera de antaño. El tiempo y sus malos aliados carcomiendo la historia. Podría parecer indiscreto ir de puerta en puerta, y más con una cámara fotográfica en mano. Pero este no es el caso.
Y que mejor combinación que estas imágenes con los versos del poema Puertas, de Gabriela Mistral:
Iris
15/1/16 15:31
Como me ha gustado este artículo y el poema. Gracias Reno por algo tan lindo y tan olvidado, espero leer y ver otros escritos suyos.
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