Castillo de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua se llama la construcción Patrimonio de la Humanidad, Fortaleza para los locales. La comunidad abarca desde la Central Electronuclear (CEN) hasta El Perché, aunque los más cercanos al fuerte sienten más aquello de ser “castilleros”.
Una cosa no se puede separar de la otra. Desde sus inicios la fortaleza protegió la bahía de corsarios y piratas, posteriormente a la comunidad costera y en su interior se organizaban bailes de beneficencia a favor del pueblo. En la actualidad la fortaleza-museo ha logrado mantener esta interacción con sus pobladores mediante la realización de proyectos de desarrollo local que buscan el bien común.
La comunidad, al oeste del canal que le da entrada a la Bahía de Cienfuegos, descansa al pie de la mole de piedras. Casas cercanas unas de otras, cada una con su muelle, cada muelle con un bote. Sopa de pescado en el almuerzo (la de ahí lleva arroz). El macabí, el camarón y hueva también son tradición.
La corrida del pargo y el festival de mayo revuelven el salitre. Los pescadores a la mar, a traer peje. Los cocineros compiten con platos tradicionales, y los artistas y las tejedoras sacan sus creaciones. Todo para diversión de los castilleros, los de la CEN, El Perché y cualquiera que atraviese la bahía, da igual en bote o en la patana de Pasacaballo.
Abajo en los muelles están los extranjeros sentados en el restaurante de un pescador emprendedor. Entre sorbos de mojito, ven a los cienfuegueros preparando el pescado con medio cuerpo en el agua. Los niños que llegan de su escuela en la CEN lanzan sus anzuelos; ahí agarran peces pequeños: las carnadas que luego sus padres usarán para un mayor premio.
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