1982 está marcado en mis recuerdos como el de mi debut en la Cinemateca, como entonces le llamábamos al actual cine Charles Chaplin. A partir de ese año desantendí por completo mi carrera como geógrafo, aunque logré graduarme en 1986, y me dediqué con ahínco a la adquisición de un background como periodista de cine y crítico de esa especialidad. Hace ahora cuarenta años de mi debut, y quise celebrarlos repasando para la Revista Cine Cubano algunos de los grandes titulares y acontecimientos cinematográficos de 1982. Rememorar aquellos filmes, cineastas y acontecimientos es como volver a tener diecinueve años, cuando comenzaba a abrir los ojos del conocimiento al mundo del cine, cubano y extranjero. Aquí va, mes por mes, la reconstitución cronológica de los grandes acontecimientos de un año colmado de grandes películas.
ENERO
En los Shepperton Studios de Londres fue rodada mayormente Britannia Hospital, que a principios de 1982 estaba ya en proceso de edición. Con la actuación de Malcolm McDowell sin sueldo, debido a lo escaso del presupuesto, y la dirección y el guion del inconforme y crítico Lindsay Anderson, concluye esta comedia negra, absurda, surrealista, con un final abierto que propone abrir un debate sobre la salud pública británica. El filme representa la última entrega de una trilogía protagonizada por el personaje de Mick Travis (en las tres películas, interpretado por McDowell) desde sus días en un internado escolar en If… (1968) y el itinerario como vendedor y luego estrella de cine en O Lucky Man! (1973).
Durante el primer mes del año se estrena en Nueva York One from the Heart, de Francis Ford Coppola, filmada en los estudios Zoetrope, que el director había adquirido hacía dos años, y ya estaban amenazados de cierre por los muchos acreedores del cineasta. Proyecto pantagruélico de musical hecho en estudio, One from the Heart costó quince millones de dólares, y después de una preview desastrosa en el Radio City Music Hall de Nueva York se negaron a distribuirla incluso la Metro y la Paramount, de modo que se quedaba momentáneamente sin exhibidores un filme realizado por uno de los cineastas más populares de todos los tiempos. Por lo menos así era considerado una década antes, cuando estrenaba la flamante segunda parte de El padrino. Recuerdo haberla visto en Cinemateca en una presentación especial, recién llegada de Estados Unidos, y ni subtítulos tenía.
El 8 de enero de 1980, justo dos años antes de que se exhibiera en Cuba y fuera elegida entre las mejores películas del año, se estrenó en Alemania Oriental Solo Sunny, codirigida por Konrad Wolf y Wolfgang Kohlhaase. A diferencia del severo cine predominante, esta es la historia, solo en apariencia frívola, de una cantante pop que sueña con el éxito, pero a duras penas puede sostener el equilibrio emocional ante los difíciles embates de la cotidianidad y las relaciones frustradas. Solo Sunny se situó rápidamente entre las escasas películas de Alemania Oriental de alto rango artístico, junto con Tengo 19 años (1968) —también dirigida por Konrand Wolf—, La leyenda de Paul y Paula (Heiner Carow, 1973), Jacobo, el mentiroso (Frank Beyer, 1974) y Siete pecas (Hermann Zschoche, 1978), que ocasionó cierto escándalo al presentar con toda franqueza una relación sexual entre dos adolescentes muy jóvenes en un campamento de verano.
FEBRERO
El primero de febrero se da a conocer que el Oso de Oro del Festival de Berlín ha sido conferido a La ansiedad de Verónika Voss, de Rainer Werner Fassbinder, protagonizada por Rosel Zech y Annemarie Düringer, y que se ambienta en Múnich en 1955, la época de auge del llamado «milagro alemán». El periodista Robert Krohn va descubriendo la vida de Verónika, una estrella en decadencia, sus miserias y frustraciones, y la total dependencia de una enfermera que le suministra frecuentes dosis de morfina. Con esta película, Fassbinder quiso mostrar la cara más turbia de una época dominada por la corrupción, el oportunismo, la droga y el dominio estadounidense. El relato toma la perspectiva de esta actriz, un personaje inspirado vagamente en Sybille Schmitz, estrella del estudio cinematográfico UFA que quedó sumida en el olvido a partir de 1945 y que acabó muriendo por sobredosis, diez años después. Así, el director consumaba la variante de su cine integrada por retratos femeninos alusivos al destino de Alemania, sobre todo en los años cincuenta, la llamada «era Adenauer»: El matrimonio de Maria Braun (con Hanna Schygulla, 1978), Lola (con Barbara Sukowa, y Rosel Zech en papel secundario, 1981) y Lili Marleen (también con Schygulla, 1981) forman parte de esta tendencia autoral.
En el mismo Festival de Berlín que premiaron a Fassbinder se alzaron, con el Oso de Plata (premio especial del jurado) y el premio FIPRECI, el filme polaco Pesadillas, de Wojciech Marczewski, prohibido de inmediato en su país, mientras que el Oso de Plata por logros extraordinarios se otorgó a la húngara Requiem, penúltima película de Zoltán Fábri, un director que solía trabajar a partir de relatos literarios, y si bien nunca alcanzó el prestigio internacional de sus compatriotas Miklós Jancsó e István Szabó, su filme de 1965 Veinte horas compartió el Gran Premio del Festival de Moscú con Guerra y paz, de Serguéi Bondarchuk, mientras que Los chicos de la calle Paul (1969) y Húngaros (1978) fueron nominados al Óscar como mejor producción en idioma extranjero. Precisamente de Hungría procedían Confianza y Mephisto, dos muy notables películas dirigidas por Itsván Szabó, seleccionadas entre las mejores exhibidas en Cuba en 1982.
Raras veces ocurre que un gobierno, o sus embajadores en países extranjeros, se tomen el trabajo de protestar por el contenido de una película, pero la excepción tomó cuerpo en la protesta de quien fuera embajador norteamericano en Chile, Nathaniel Davis, quien se reconoció entre los personajes del filme francés, hablado en inglés, Missing, de Costa-Gavras, que se refiere con toda claridad al papel de la CIA y del gobierno norteamericano en el derrocamiento del presidente Salvador Allende en el golpe militar de 1973. El filme muestra en concreto la misteriosa desaparición de un periodista norteamericano y la investigación emprendida por su padre y esposa (interpretados respectivamente por Jack Lemmon y Sissy Spacek) para esclarecer los hechos. Algunas de sus secuencias son estremecedoras, como el descubrimiento definitivo de los crímenes perpetrados por los militares en el Estadio de Santiago de Chile. Además de compartir la Palma de Oro en Cannes, Missing le valió el premio de interpretación a Jack Lemmon, además del Óscar como mejor guion a Donald Stewart. Nunca vi la película en pantalla grande, sino en televisión, en la «Tanda del domingo», que en esa época todavía hacía Mario Rodríguez Alemán, y que programaba dos películas, y vi en televisión muchos otros filmes extraordinarios de los que aquí recuerdo.
MARZO
Con guion y dirección de Blake Edwards, y basada en un filme alemán de los años treinta, la comedia musical Victor/Victoria se estrenó el 16 de marzo en Norteamérica, y un año después sería nominada para siete premios Óscar, de los cuales ganaría solo el de mejor partitura original, a cargo de Henry Mancini, con letras de Leslie Bricusse. Contaba con las actuaciones de Julie Andrews, James Garner, Robert Preston y Lesley Ann Warren, en una trama ambientada en el París de los años treinta, exactamente en el club Chez Lui, en el cual una soprano sin trabajo se disfraza de varón gay para convertirse en atracción principal. Fue de las películas que tardó siglos en llegar a La Habana, tal vez por el escozor que provocaba la presencia de varios personajes homosexuales, y del travestismo, aunque Tootsie, de este mismo año, y que comparte parcialmente el tema de la identidad sexual, se vio rápidamente, sobre todo por televisión.
En plena Amazonia peruana, en condiciones extremadamente difíciles, rodó Werner Herzog Fitzcarraldo, estrenado en Alemania el 4 de marzo, y dos meses después, laureado con el premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes. Desde las claves de la aventura épica, el héroe enloquecido es Brian Sweeney Fitzgerald (Fitzcarraldo), obseso de la ópera, quien desea construir un teatro en plena selva amazónica, y para lograrlo tendrá que hacer una fortuna en la industria del caucho. A la hora concreta, él aspira a transportar un enorme barco por el río y hacerlo pasar por encima de una pequeña montaña con la ayuda de los indígenas locales. La producción de la película fue arduamente realizada en la Amazonía peruana. Después de rodar juntos, en eterno conflicto, Aguirre, la ira de Dios, Nosferatu, el vampiro y Woyzeck, el actor Klaus Kinski y Werner Herzog completaron con Fitzcarraldo su cuarta colaboración, tal vez la más eficaz de todas.
El 8 de marzo se estrena el filme cubano Polvo rojo, ópera prima del escritor y cineasta Jesús Díaz, que en diciembre ganaría el tercer premio Coral y el premio al mejor actor para José Antonio Rodríguez en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Con cierta influencia de Octubre, de Serguéi Eisenstein, y también del realismo socialista, el filme canta la épica de la lucha revolucionaria, y además los primeros años después del triunfo, a partir de los conflictos personales y clasistas que acontecen en el pueblo minero de Moa, donde unos se van del país y otros se quedan colaborando a cimentar el desarrollo económico mediante la planta de níquel, generadora de uno de los principales recursos económicos del país. En el filme aparece un tratamiento bastante inédito de la emigración cubana posterior al triunfo de la revolución, un tema que el mismo cineasta había tratado en el elogiado documental de testimonio 55 hermanos (1978).
ABRIL
El Noticiero ICAIC Latinoamericano número 1071 dedica un reportaje a Baracoa, fundada en 1512, al Festival Internacional de Guitarra, y un homenaje a los ancianos por el Año Internacional de la Vejez. Y aunque la producción de cine de ficción estaba bastante deprimida, seguramente por la muy cara Cecilia, en 1982 se estrenan al menos cuatro documentales notables: los cortometrajes Jíbaro, de Daniel Díaz Torres, quien después versionó el mismo argumento en un filme de ficción; Algo más que una medalla, de Rogelio París; y Crónica de una infamia, docudrama de Miguel Torres, además del largometraje A veces miro mi vida, de Orlando Rojas, que entrevista y biografía al cantante norteamericano Harry Belafonte en una de sus visitas a La Habana. El filme de Rojas fue seleccionado entre los más significativos del año exhibidos en Cuba.
Tengo un claro recuerdo de haber visto en el cine Yara, con pleno aire acondicionado durante 115 minutos, el fastuoso espectáculo del París decimonónico en la coproducción franco-italiana La storia vera della signora delle camelie (1981), de Mauro Bolognini, que contaba la historia real de Alphonsine Plessis, una joven huérfana y analfabeta que ascendió de la miseria al lujo, hasta ser considerada la más famosa cortesana de su época, y su triste destino inspiró la reconocida novela La dama de las camelias, de Alejandro Dumas, hijo. Isabelle Huppert, que ya no le tenía ningún miedo a las escenas sórdidas o de desnudo, aparecía escoltada por una pléyade de actores importantes: Gian Maria Volonté, Bruno Ganz, Fabrizio Bentivoglio y Fernando Rey. Reconocido también entre los mejores filmes exhibidos en Cuba del año, esta versión lujosa y realista de La dama de las camelias contaba con eminente fotografía de Ennio Guarnieri y música de Ennio Morricone.
MAYO
En 1982, el jurado del Festival de Cannes creó el premio especial XXXV Aniversario, que recayó en el filme franco-italiano Identificación de una mujer, dirigido por Michelangelo Antonioni luego de siete años de silencio. También editado y escrito por Antonioni (en el guion lo acompañaron Tonino Guerra y Gerard Brach), el filme presenta a Tomas Milian en el papel de Niccolò, un cineasta cuya vida parece vacía y que conoce a una aristócrata con la que tiene un romance apasionado, aunque la tristeza y la incomunicación rigen toda la narrativa. El filme está considerado el último gran trabajo de Antonioni tras su regreso a Italia luego de 1964, cuando rodó Desierto rojo, y fue muy elogiado por la atmósfera y la cinematografía de Carlo di Palma, quien acompañó al director en algunos de sus mejores empeños.
Ese año, la Palma de Oro fue conferida ex aequo a dos filmes de denuncia política, el norteamericano Missing, de Costa-Gavras (de la cual ya hablamos antes), y la producción turca Yol, o El camino, codirigida por Şerif Gören y Yilmaz Guney, quien escribió el guion y además dirigió el filme a distancia, desde la cárcel, donde fue confinado por un delito de opinión. Goren era el asistente, y siguió las instrucciones del guionista y realizador, quien luego consiguió escapar con los negativos a Suiza. Allí editó este retrato ubicado en Turquía después del golpe de Estado de 1980, que muestra la realidad de cinco prisioneros en una semana de pase. Debido a la visión negativa sobre el país, sumido en una dictadura militar, Yol fue prohibida, y también influyó en la censura el uso del idioma kurdo, y de la cultura y música de este pueblo. En 2017 se estrenó una nueva versión del filme, donde se cortaron todas las alusiones a las dificultades de los kurdos en Turquía. En Cannes no solo ganó la Palma de Oro, sino también el premio FIPRESCI.
El Premio Especial del jurado en Cannes correspondió a la evocación del ajuste de cuentas entre partisanos y fascistas en La noche de San Lorenzo, producción italiana dirigida por los hermanos Paolo y Vittorio Taviani, quienes habían ganado la Palma de Oro y el premio FIPRESCI en 1977 por la neorrealista Padre Padrone. También llamada en algunos países La noche de las estrellas fugaces, La noche de San Lorenzo cuenta, en un tono de cuento de hadas cercano al realismo mágico latinoamericano, eventos laterales a la guerra en la Toscana de mediados de los años cuarenta, y los sucesos son vistos a través de los ojos de algunos humildes pobladores del lugar. Treinta años después de su triunfo en Cannes, los hermanos Taviani conservaban toda su vigencia y ganaron el Oso de Oro del Festival de Berlín por César debe morir.
Passion es una película francesa de 1982 dirigida por Jean-Luc Godard, que fue la segunda filmada después de su retorno al cine convencional en los años ochenta, un período al cual se refieren los exégetas de Godard como la «segunda ola». Como en todas sus películas de esa etapa, dispuso de un mayor presupuesto para el casting y la distribución. Su contenido está impregnado de la estética de la pos-nouvelle vague, incluso cuando incursiona en el video y la filmación de ensayos. La película marca la reunión del director con el fotógrafo Raoul Coutard, su colaborador más famoso durante la era de la nouvelle vague. La última vez que habían trabajado juntos fue en Week End (1967), que es usualmente considerado como el que fija el fin de la nueva ola, o al menos el fin de su primer período. Como la mayor parte del trabajo de Godard en los ochenta, fue filmado en color con una relación de aspecto de 1:37, y todo ello hizo que Coutard mereciera el Gran Premio Técnico por la fotografía en el Festival de Cannes. Passion está colmada de estrellas que, por cierto, hacen personajes que se llaman igual que ellas, como Isabelle Huppert, que es Isabelle; Hanna Schygulla, que se llama Hanna; Michel Piccoli es Michel, y el polaco Jerzy Radziwilowicz se apela Jerzy. En diciembre, Passion ganó el Gran Premio del cine francés compartido con Une chambre en ville, de Jacques Demy, otro resucitado de la nueva ola.
Además de Passion, Hanna Schygulla protagonizó este mismo año la coproducción franco-italiana de carácter histórico La nuit de Varennes, de Ettore Scola, libremente inspirada en los primeros sucesos de la Revolución francesa, con un reparto estelar que incluyó a Jean-Louis Barrault como Restif de la Bretone; Marcello Mastroianni en el papel de Casanova; Harvey Keitel como Thomas Paine, y Michel Piccoli como el rey Luis XVI, además de otros intérpretes muy destacados (Jean-Claude Brialy, Andréa Ferréol, Laura Betti, Daniel Gélin, Jean-Louis Trintignant). Hanna Schygulla encarna a la condesa Sophie de la Borde, dama de compañía de la reina, atrapada en el trance del ataque a la Bastilla y el escape de los monarcas a Varennes. El filme estuvo dedicado a Sergio Amidei, su guionista, fallecido durante el rodaje.
JUNIO
El 25 de junio se estrena en Estados Unidos Blade Runner, de Ridley Scott, que más tarde se convertiría en una película de culto y un clásico de la ciencia ficción. Sobre una novela de 1968 escrita por Philip K. Dick y titulada ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, uno de los temas dominantes es la fabricación de seres humanos sintéticos, conocidos como replicantes. Un grupo de estos, encabezados por Roy Batty (Rutger Hauer), se escapa de las colonias espaciales donde trabajaban, y regresan a la Tierra, con la intención de pedirle cuentas a su creador. Son perseguidos por el agente Rick Deckard (Harrison Ford), quien desgraciadamente parece estar enamorado de una replicante. Blade Runner fue elogiada por su complejidad temática y su extraordinaria visualidad y dirección de arte, aunque muchos señalaron su lentitud narrativa y su falta de acción física, además de clasificarla como un ejemplo de neo-noir y fundadora del subgénero cyberpunk dentro de la ciencia ficción. La banda sonora de Vangelis fue nominada al BAFTA y al Globo de Oro. Blade Runner despertó la atención de Hollywood por la obra de Philip K. Dick, y su narrativa inspiró superproducciones posteriores como Total Recall (1990), Minority Report (2002) y A Scanner Darkly (2006). Una secuela, dirigida por Denis Villeneuve y titulada Blade Runner 2049, se estrenó en 2017.
El mismo día que Blade Runner, el 25 de junio, se estrenaron en Estados Unidos E. T.: El extraterrestre, de Steven Spielberg, y La cosa (The Thing), de John Carpenter. Esta última se percibió como una inteligente combinación, al igual que su predecesora Alien, de ciencia ficción y horror. Es un remake del filme de Howard Hawks The Thing from Another World (1951), y ambas películas están basadas en la novela corta de John W. Campbell, Jr., ¿Quién anda ahí? Los miembros de una estación de investigación en la Antártida son alertados por sonidos de disparos y explosiones. Al examinar qué está pasando, descubren que un perro de raza malamute de Alaska está siendo perseguido por un grupo de noruegos que intentan matarlo. James Berardinelli, de Reelviews, destacó la atmósfera de paranoia que rodea a los personajes y la Chicago Film Critics Association la ubicó en el puesto número diecisiete de las películas más terroríficas de la historia.
Cuento de hadas y película de aventuras, con un ligero revestimiento de ciencia ficción, E. T.: El extraterrestre se convierte en el fenómeno cinematográfico del año, batiendo todos los récords mundiales de recaudación, en tanto el treinta por ciento de las entradas vendidas ese año fueron causadas por el éxito del filme. Además, estableció la preferencia de los espectadores del mundo entero por las aventuras fantásticas, y la escena de la carrera en bicicletas volantes, con la Luna Llena al fondo, se transformó en una imagen simbólica del cine y su poder de imaginación. De alguna manera, T.: El extraterrestre le da continuación al filme anterior de Spielberg, Encuentros cercanos del tercer tipo, donde ya se postulaba la posibilidad de un encuentro pacífico, armonioso, entre los terrícolas y otros habitantes del espacio cósmico.
El Noticiero ICAIC Latinoamericano número 1076, de junio, reporta los conciertos del cantautor argentino Alberto Cortez en el teatro Karl Marx, y comenta el cumpleaños 122 de Gregorio Ortega, el último mambí, además de mencionar los resultados del Concurso Nacional de Fotografía.
En junio también fue encontrado el cuerpo sin vida del cineasta alemán de solo 37 años Rainer Werner Fassbinder, que desde hacía semanas venía trabajando en el montaje de lo que sería su último filme, Querelle, estrenado mundialmente en el Festival de Venecia el 31 de agosto. Adaptación de una novela profundamente homoerótica de Jean Genet, y rodada completamente en estudio, remarcando la artificialidad de la representación, el filme muestra descarnadamente un mundo criminal y cruel en torno a un joven marinero en la ciudad de Brest. En más o menos una decena de años, entre 1969 y 1981, Fassbinder realizó cuarenta filmes para el cine o la televisión.
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