No hace 24 horas que el Festival Leo Brouwer de Música de Cámara cerró sus telones —esta vez para siempre—y ya extrañamos esa anticipación, esa seguridad de saber que al año siguiente se descorrerán las cortinas de otra edición de esta cita, probablemente el mejor evento musical en Cuba, (y no decimos el mejor para no pecar de absolutistas).
Un evento concebido y traído hasta nosotros por una leyenda viva de la música cubana, no podía ser menos que una oportunidad única para presenciar espectáculos que han hecho historia. Nada más que por reunir en un escenario a artistas que nunca pensamos estaríamos viendo de cerca, el Festival tiene que quedar en la memoria de todo melómano como un hito difícil de igualar.
Tomemos por ejemplo esta sexta edición, la última según se encargó de asegurarnos el propio Leo. Lo único que pudo disminuir el trago amargo de esta noticia fue la seguridad de que este año sería excepcional, no sólo por la cantidad de estrellas que compartieron cartel, sino por el cuidadoso trabajo de curaduría de cada uno de los espectáculos.
Lo que comenzó como una modesta celebración de las siete décadas del intérprete, compositor y director, se convirtió con el paso de los años en uno de los más esperados sucesos culturales del año en Cuba, al que dijeron sí artistas como el legendario guitarrista español Paco de Lucía –quien ofreciera uno de sus últimos conciertos en La Habana—, las hermanas y pianistas francesas Katia y Marielle Labèque, el laudista bosnio Edin Karamazov y el guitarrista vasco Enrike Solinis. Si pensábamos que no podíamos sorprendernos, la pléyade de artistas invitados a esta despedida nos probó lo contrario.
La apertura a cargo del cantautor cubano Pancho Céspedes fue un regalo para los miles de seguidores del autor de “Vida loca”, ausente de los escenarios cubanos desde hacía 24 años. Casi tres horas de reencuentro que se nos hicieron pocas para saldar la vieja deuda con este popular músico.
Fito Páez deleitó a los amantes de su obra con temas antológicos como “Carabelas de la nada”, “Un vestido y un amor”, “Mariposa teknicolor”, “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, y “Dar es dar”, versionados para orquesta de cámara y piano, en un espectáculo donde cantó además canciones de Silvio y Pablo, y recordó a grandes del rock y la trova latinoamericana como Luis Alberto Spinetta, Charly García y Santiago Feliú, a quien dedicó una emotiva interpretación de “Cable a tierra”.
Otro momento que nos será dificil de olvidar fueron las Palabras que Haydée Milanés le dedicara a Marta Valdés en el Teatro Mella, durante la presentación de su proyecto homónimo con versiones de piezas de esta autora, una de las voces más importantes de la cancionística cubana del siglo XX, pionera del filin. Un instante inolvidable y que tiene que quedar como uno de los recuerdos de este VI Festival: el abrazo de Pablo Milanés, Haydée y Marta sobre el escenario del Mella.
Ecos de un mundo ya desconocido nos revelaron el violagambista Jordi Savall, en su continuo esfuerzo por rescatar las melodías sencillas y humanas de la viola gamba, instrumento que por más de siglo y medio durmió el sueño del olvido; y los músicos argentinos de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías, que nos transportaron a la América precolombina a través de sus sonidos.
Vivaldi a guitarras eléctricas, el piano posmoderno de Jenny Q Chai, el concienzudo recorrido por las huellas del músico paraguayo Agustín Pio Barrios, Nitsuga Mangoré; Las Cartas a Julieta de Elvis Costello interpretadas por el prestigioso Cuarteto Latinoamericano y una muestra de los ritmos con los que bailaban las señoritas habaneras del siglo XIX, están entre las perlas de un Festival que comenzó con una exposición de pintura a cargo de Eduardo Roca “Choco” e incluyó en su programa talleres, sesiones teóricas, presentaciones de libros, ciclos de cine, funciones teatrales, subastas de cuadros y las Noches Blancas de la rumba, la trova, el jazz, el flamenco, el humor, y el son.
Punto y aparte merecen las dos últimas jornadas. El estreno de El Arco y la Lira, del Maestro Leo para Yo-Yo Ma y Carlos Prieto, considerados entre los mejores cellistas del mundo, fue uno de los mejores y más emotivos espectáculos de todo el evento. El carisma, el virtuosismo y la calidad de las obras interpretadas la hacen una noche difícil de igualar.
Otro tanto fue el cierre, este domingo 12 en el Karl Marx, donde tuvo lugar la premier mundial del Concierto de los Ancestros, dedicado a Chucho Valdés, quien tocó acompañado por la Orquesta de Cámara de La Habana, el Quinteto Ventus Habana y esos fuera de serie que son los Afrocuban Messengers.
No pudimos sentir más que una sensación de vacío a medida que el telón caía y los aplausos amainaban. Ya te extrañamos Festival Leo Brouwer, ojalá que como aseguró Pancho Céspedes “vengan otros proyectos, porque Leo no puede quedarse quieto”. Mientras, nos unimos a los gritos que desde la platea del Martí lanzó una señora: “Gracias, Leo, por este Festival”.
Raúl Quintana Fuentes desde FB
13/10/14 12:53
Grande el Maestro Leo,
se le echa de menos aquí en Córdoba, donde ya de pequeño con el colegio yo disfruté de algunos de sus conciertos.
Larga vida!
Ana Rosa desde FB
13/10/14 12:52
Precioso, yo estuve en la Clausura ayer!!!!
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