La sala del encumbrado palacete que una vez fue propiedad de uno de los hombres más ricos de Cuba y ahora recibe el pintoresco nombre de Casa de la Amistad retumbó al sonido de un acordeón, un violín, un banjo y un par de pies que parecían convertirse en tres, cuatro, cinco o seis, mientras su dueño se movía sólo de la cintura hacia abajo.
Fue como si la cabeza me diera vueltas y sintiera un impulso incontrolable de levantarme y bailar, me confesó mi compañera de asiento. Aunque me limité a seguir el ritmo con el pie, también reprimí las ganas de acompañar al bailarín, sólo por no pasar una mortal vergüenza frente a colegas que veo todos los días.
Así de contagiosos fueron los pocos minutos con que Mick Moloney, -alguien explicó que era como el Paul McCartney del folclor irlandés- y sus acompañantes: Athena Fergis (violín), Billy McCominskey (acordeón), Niall O´Leary (bailarín ex integrante de Riverdance), y Leni Sloan (cantante), nos tentaron a asistir a las presentaciones que darán en la Fábrica de Arte Cubano el viernes siete y el sábado ocho en el Teatro Miramar.
Un todos estrellas este conjunto. Apartando a Moloney, toda una institución y creador del célebre espectáculo itinerante The Green Fields of America, la trayectoria de quienes viajaron con él no es nada desdeñable. Athena es una de las violinistas del show Riverdance en Broadway, un miembro estable de The Green Fields… y es violín solista de la Filarmónica de Dublin.
McCominskey, originario de Brooklyn, Nueva York, fue nombrado “el mejor acordeonista irlandés de EE.UU.” y ha actuado con Moloney desde los 70`s. O´Leary y Sloan son dos destacados bailarines, reclamados por compañías y teatros por todo el mundo.
"Estamos honrados de estar aquí en este hermoso país, los irlandeses somos de alguna manera como los cubanos, fuimos colonizados durante muchos años y utilizamos el arte para resguardar nuestra identidad, y como ustedes, nos conocen en todo el mundo por nuestra alegría y lo buenos que somos cantando y bailando", sonrió Moloney a modo de presentación.
Mick, o Michael, como casi nadie ya lo conoce, se dio a conocer en la escena musical en Irlanda en los años 1960, cuando se experimentaba un revivir en la canción tradicional de ese país. En 1973 emigra a Estados Unidos, donde vive y trabaja aún hoy por la promoción de sus raíces irlandesas y da a conocer el sentir de emigrante a través de la música que se llevó consigo.
“La música que hacemos es la de los pobres, la del pescador, del campesino, del obrero, del emigrante que vio en el arte la única manera de expresarse libremente. Hoy en día la tocan, cantan y bailan todos, desde arquitectos, médicos, maestros, hasta pescadores, obreros y campesinos, tanto en Irlanda como en otros países por los que nos hemos diseminado. Es la voz de la gente común. Somos muchos irlandeses dispersos por el mundo y el espíritu de un pueblo no se limita a un lugar sino que está donde habite su gente.”
Por eso nos contenta tanto encontrar aquí en Cuba personas que cultivan esta tradición milenaria, la celta, que compartimos con muchos países de la región, comentó.
Un Premio Nacional de Patrimonio en Estados Unidos y el Reconocimiento presidencial del gobierno de su Irlanda natal están entre los lauros más sobresalientes en una carrera de más de cuarenta años, que acumula unas 60 producciones discográficas como productor e intérprete, así como también varios documentales y el favor de la crítica que ha señalado a varios de sus álbumes como los mejores de su categoría en los años en los que han sido publicados.
En Cuba, hasta el próximo día nueve, Moloney aprovechará para ofrecer además de conciertos, una serie de conferencias sobre el papel de la música en la experiencia del inmigrante irlandés y una informativa charla sobre la situación de los ritmos tradicionales irlandeses en los Estados Unidos.
Los irlandeses y los afronorteamericanos en algún momento compartimos la misma escala social en territorio norteamericano, quizá de ahí venga la solidaridad y los lazos que nos unen, tal es así que compartimos un instrumento como el banjo y la pandereta, y el tap tiene sus raíces en el baile tradicional irlandés, reveló a una audiencia sorprendida que tendrá que asistir en la mañana de este jueves seis a la charla programada en el capitalino Centro de Desarrollo de la Música.
Bailan sólo los pies, pero danza el alma entera
Yo trato de interpretar la música que siento y de alguna manera traducir eso que se escucha, mezclando técnicas tradicionales con algunas más contemporáneas, nos aseguró Niall O´Leary, aclamado coreógrafo y bailarín que dejó la carrera de arquitecto para seguir su sueño en los escenarios.
Hoy Niall es uno de los más solicitados intérpretes y creadores de obras para acompañar las pegajosas melodías con que los músicos enamoran a oyentes de todo el mundo. Nos explicó que se trata de una interpretación muy propia del espacio, del sentimiento, de la situación.
Hasta nos aclaró que zapatos se usan para lograr el sonido particular de acuerdo a las intenciones: unos con pequeños pedazos de fibra de vidrio más pequeños para los saltos, ejecuciones más ligeros; y otros un poco más pesados para cuando se necesita acentuar los toques en el piso, buscando más el efecto percutor.
Se baila sobre todo con los pies, pero se danza con el alma entera, nos aseguró el bailarín, y le creímos, sobre todo después de verlo en acción.
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