Imbuida del propósito de introducirse hasta el máximo en los personajes que ha de interpretar, Sadaise Arencibia, primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba, no se limita a la ejecución de las coreografías de ballets clásicos, sino que busca interioridades y logra renunciar a su condición humana, hasta devenir una criatura capaz de emprender vuelo, soñar y hacer soñar a los espectadores.
Su interpretación del segundo acto de El lago de los cisnes deslumbró en la gala de clausura del 24 Festival Internacional de Ballet recién concluido. Cubahora conversó con esta talentosa bailarina sobre su actuación en esta cita de la cultura.
ENTRE CISNES Y SÍLFIDES EMERGE SU LUZ
—Recientemente realizaste una actuación brillante en un programa concierto que podría considerarse como un preludio al Festival, ¿qué opinas al respecto?
—Fue mi retorno a las tablas, después de un año sin bailar, en Dido abandonada y el preludio de Las sílfides. Fueron funciones muy bonitas para mí, por lo que significan y por el cariño que me demostró el público, como ahora en el Festival, me alentó enormemente para seguir adelante.
—¿Además de la Odette en El lago de los cisnes, ¿cómo valoras los otros personajes que interpretaste en este evento?
—Son personajes que he interpretado con frecuencia, pero trato de encontrarle aristas nuevas en su recreación, como si fuera la primera vez que los caracterizo, como Giselle, en La magia de la danza y Dido abandonada. Poseen una gran riqueza de matices y los sigo descubriendo en cada actuación.
—Para algunos bailarines la técnica es la razón de ser de su arte ¿podrías decirme tu opinión en este sentido?
—Pienso que ambos aspectos se complementan. El dominio técnico es imprescindible porque permite deslindar los modos de expresión y la ejecución con el acabado que se exige de un bailarín del Ballet Nacional de Cuba.
“En cuanto a la parte artística, es uno de los aspectos más importantes para el intérprete, en cuanto a los detalles. La fluidez, el sentir cada movimiento que realiza como parte de su proyección escénica”.
—¿Y en cuanto al estilo?
—Es imprescindible para lograr la integralidad, que la actuación del bailarín se contemple como un todo, de lo contrario se resentiría su presencia escénica.
—En ti ocurre un desdoblamiento impresionante. Cuando apareces en escena parece que posees una luz interior que engrandece tu proyección, ¿cuál es tu clave?
—Realmente no estoy muy consciente de cuanto dices. Quizá sea parte de la personalidad, algo así como la estrella que uno lleva dentro. Eso no se estudia, nace con el artista. Es lo que uno siente, lo que irradia en el escenario y llega al público. Es esa empatía que despertamos los cubanos y que forma parte de nosotros, porque todos llevamos luz y la proyectamos.
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