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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Soñar a Cuba en azul

La instalación El cubo azul de Rachel Valdés en el Malecón habanero deslumbra al público por su magnetismo y sugerente propuesta...

Ada María Oramas Ezquerro en Exclusivo 06/06/2015
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El arte público tiene entre sus protagonistas en la XII Bienal de La Habana a Rachel Valdés, quien deslumbró al público en 2013 con sus fabulosos espejos, en su obra Felices para siempre. Este año su instalación El cubo azul posee un magnetismo que aglutina en torno suyo una gran afluencia de público.

—Rachel, ¿podrías referirte a tus aportes a la XII Bienal de La Habana?

—Estoy presentando dos piezas, una de ellas se titula El cubo azul, en el Malecón habanero, que forma parte del proyecto Detrás del Muro, y una pieza personal que titulé Composición infinita, en la sala bóveda A 13, que se encuentra en el complejo Morro Cabaña, en el megaespacio del proyecto Zona Franca.

“Ambas piezas forman parte de una serie que estoy trabajando desde hace unos años. Son instalaciones, y en ellas me baso para crear ambientes o atmósferas. Compongo espacios para poder llevar al espectador a una experimentación sensorial distinta de lo que es la realidad del entorno, para que pueda introducirse en ese espacio y adquirir una nueva dimensión de la vida. Y esos es prácticamente en lo que consiste la presente etapa de mi creación”.

—¿Cómo puedes definir la estética de tus instalaciones?

—Se caracterizan por ser atípicas. Es una línea eminentemente contemporánea, un medio bastante nuevo de instalaciones ambientales, conocido como environment. Realmente pienso que es un tipo de obra muy avanzada. Es muy futurista todo lo que hago.

—¿Cómo valoras tu participación en la Bienal de La Habana?

—Para mí es un orgullo tremendo. Ya participé el año pasado en Detrás del Muro con la pieza Felices para siempre, más conocida como El espejo. Es una oportunidad única de poder compartir con el pueblo cubano la idea que nutrió cada una de estas piezas.

“Aunque tengo compromisos internacionales para exponer en distintos países, esta confrontación es algo muy valioso para mí. Llega a ser imprescindible, porque me nutro de las vivencias, de la valoración que recibo en las palabras, en esas frases y expresiones inteligentes que demuestran conocer mis objetivos al crear cada pieza. Y esto es muy importante, porque los espectadores parecen haber entrado en mi mente, al demostrar que reciben los mensajes de cada una de estas piezas.

 ”Es muy hermoso que se establezca esa comunicación tan directa con quienes visitan y observan detenidamente mis obras. En El cubo azul he podido constatarlo y me he sentido muy recompensada, incluso, gratificada. En obras como esta, los espectadores forman parte de lo esencial, porque han de sentirse en el fondo del mar.

”En las profundidades se experimenta una total relajación. Es casi un ejercicio de concentración. El espacio también les pertenece y exige de quienes en él se introducen no solo atención sino especial cuidado al visitarlo.

”Aunque parece una obra de probada solidez, posee una fragilidad en el acabado que requiere, incluso, limpiarse a la entrada, en la alfombra, para evitar que partículas de piedra o polvo de arena puedan provocar ralladuras.

—¿Por qué el título El cubo azul?

—Porque el azul es un color que identifica a Cuba, por la intensidad de su cielo y de las tonalidades del mar que la rodea, y se inscribe en las listas de nuestra bandera. Además,  quise que compartieran conmigo la ilusión de pintar a Cuba en azul.


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Ada María Oramas Ezquerro

De larga trayectoria en el periodismo cultural. Premio de Oro, del Gran Teatro de La Habana y Miembro de la sección de la Asociación de Artistas Escénicas de la UNEAC


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