Grandes expectativas ha creado el más reciente largometraje de Tomás Piard, titulado La ciudad, producido por RTV Comercial, con la colaboración del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y cuyo estreno está previsto para el mes de junio.
La dirección de fotografía del filme está a cargo de Raúl Rodríguez, la música es de Patricio Amaro, la banda sonora fue realizada por Dafne Guisado y Velia Díaz de Villalvilla, el montaje estuvo en las manos de Daniel Diez Jr. y el productor fue Ernesto García.
En este trabajo audiovisual, el también director de Los desastres de la guerra (2012) y Si vas a comer, espera por Virgilio (2013), discursa sobre la emigración, el amor y el desamor, entre otros temas; en un drama humano y espiritual muy actual, una película sobre el respeto a las diferencias, a la multiplicidad. En ella está presente la religiosidad, la diversidad sexual, el individuo como centro.
—¿Por qué decidió apostar por el tema de la emigración para su nueva película?
—Es uno de los temas más álgidos dentro de la sociedad cubana en las últimas décadas porque era un generador de conflictos muy grandes, sobre todo por el hecho de que cuando alguien decidía irse del país, por cualquier razón, desde la política se le consideraba un traidor. Eso generó muchas rupturas.
“Me parece que ha sido muy negativo para la sociedad cubana porque se dice que el núcleo de la sociedad es la familia y hay muchas familias incompletas y con divisiones. Eso nos ha perjudicado profundamente.
”La sociedad cubana ha cambiado notablemente, y desde el punto de vista político hoy en día ya no es un gran problema emigrar. Sí es problemático para las personas porque la emigración es algo que afecta mucho al ser humano.
”Yo tuve que irme de Cuba cuando me gradué de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) por problemas debido a mi tesis de grado. Todo el tiempo que viví fuera de Cuba —cinco o seis años— no me fue mal trabajando en una escuela de cine de España, donde pude hacer películas, pero no era el lugar donde tenía que estar, no era mi país. Cuando tú puedes hacer cosas útiles en tu lugar de origen todo es mucho mejor”.
—¿Es La ciudad una metáfora de la nación?
—La ciudad es una metáfora de Cuba en estos momentos. Como centro de la ciudad tomo el Capitolio Nacional, una representación de la República. Para mí, se crea una tensión entre los conflictos de los personajes y el hecho de que el Capitolio se está restaurando ahora mismo y en él va a radicar el Parlamento Cubano.
“Logro establecer un paralelismo y un símbolo de lo que es Cuba con el Capitolio, ahora, cuando se supone que todo se está restaurando. De alguna manera vamos a ser una República muy concreta”.
—En sus películas anteriores se ha respirado desde la dirección de arte y la fotografía cierto ambiente teatral. ¿Esa fue la intención también en este filme?
—Esta película no tiene nada que ver con el teatro. Si vas a comer, espera por Virgilio era una adaptación de una obra teatral y se desarrolla en un escenario. Este filme es sobre la gente viviendo sus problemas y conflictos en medio de la ciudad, pero también hay interiores. Se produce un paralelismo entre la vida en la ciudad y los interiores, que son completamente intimistas, donde los personajes tienen sus confrontaciones.
“El guion posee una estructura un tanto circular. Se compone por tres historias. El primer y el segundo cuentos tienen que ver con lo que significó la emigración en su tiempo: un motivo de ruptura entre los amigos, las familias. El tercer cuento es sobre los jóvenes que hoy también se ven enfrentados a la emigración pero sin que sea un conflicto ni una ruptura para siempre. La emigración se refleja desde un punto de vista mucho más amplio: como era antes y como es hoy día”.
—¿Qué valor tienen para usted dirección de arte y la fotografía?
—La dirección de arte y la dirección de fotografía tienen que ser la esencia de los espacios y de la caracterización de los personajes. Creo que esta es una película que va a tener una comunicación mucho más amplia con los espectadores que otras obras anteriores mías.
—En los últimos tiempos se ha visto una mayor presencia de estudiantes de la FAMCA en las más recientes producciones cinematográficas del ICAIC. En La ciudad usted trabaja con Leonardo Blanco, estudiante de quinto año de dirección y otros estudiantes de la facultad. Además, labora con egresados de la escuela como la sonidista Velia Díaz de Villalvilla y el asistente de dirección Maysell Bello. ¿Qué importancia le atribuye a la praxis de los estudiantes para su formación como futuros profesionales?
—En mis películas han intervenido en frentes realmente importantes los jóvenes, los estudiantes próximos a graduarse y otros no tanto. Me parece que la renovación es importante. Realmente me comunico mejor con ellos que con personas mayores, pues a veces traen muchos rezagos que no son bonitos.
“Además hay una lucha por el lugar y mucha gente piensa que los jóvenes representan un peligro para su desempeño profesional porque les van a quitar sus puestos de trabajo. No creo que sea así.
”Es muy importante la preparación porque contribuye al desarrollo económico, artístico, al éxito profesional. Hay muchas personas frenando el desarrollo de lo que se puede cambiar. Tienen una resistencia para que todo se quede igual. Los jóvenes representan el cambio tan necesario de la mentalidad y el pensamiento de nuestro país”.
—Se ha hablado de que La ciudad es una película intimista. ¿La presencia del diálogo es pequeña o significativa en el filme?
—En esta película se habla mucho. En algunos momentos no es necesario. La gente tiene que hablar, tiene que comunicarse. El primer sistema de señales es el diálogo.
“Una de las cosas más necesarias para la sociedad cubana actual es que la gente dialogue desde las dos orillas para que se comuniquen de manera profunda y lleguen a un acuerdo. La gente de la orilla de enfrente está negada a dialogar con nosotros y nosotros con ellos. Eso es algo que ha lastrado a Cuba en las últimas décadas”.
—Haciendo referencia a la palabra diálogo, usted mencionaba en entrevistas a otros medios de prensa la frase: “cosas del pasado que se han querido borrar de un palmazo”. ¿Pudiera decirse que también el diálogo hacia lo interno es muy necesario?
—También nosotros tenemos que dialogar, porque si no hablamos y nos encerramos cada uno dentro de un caracol no se produce el desarrollo necesario para nuestro país. Las personas tienen que abrirse, comunicarse y es eso es súper necesario”.
—¿Tiene en mente algún nuevo proyecto?
—Tengo dos proyectos en fase de desarrollo. El primero de ellos, tiene que ver con Hamlet, la tragedia de William Shakespeare. Es una deriva creativa porque he querido fundir la obra del más grande poeta inglés con la del más grande poeta cubano, que es José Martí. Utilizo los textos de Hamlet con textos de Martí y elementos de la cultura cubana, porque el drama se desarrolla en una isla que no se nombra, pero es Cuba.
“El otro proyecto tiene que ver con la ópera. Un tema que no se ha tocado en el audiovisual cubano. En ese sentido, todo gira en torno a un obrero con condiciones para ser cantante de ópera y lo vinculo a la obra Baltasar de Gertrudis Gómez de Avellaneda, que sería el argumento de la ópera donde el protagonista participa”.
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