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sábado, 23 de noviembre de 2024

Entre vacunas y tabacos

Las industrias biotecnológica y tabacalera, segundo y tercer productos exportables del país, han llegado por caminos diferentes a ser pilares de la economía nacional...

Raúl Menchaca López en Exclusivo 09/03/2012
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Cuba, bandera y realidad.
Las industrias cubanas biotecnológica y tabacalera se erigen como pilares de la economia nacional.

Dos industrias tan distintas pero exitosas, como la biotecnológica y la tabacalera, se convirtieron por estos días en protagonistas en el complicado escenario económico nacional, necesitado con urgencia de generar ingresos en moneda fuerte.

Esos sectores, luego de un año de éxitos, organizaron por estos días el Congreso Internacional Biotecnología Habana 2012 y el Festival del Habano, encuentros que demostraron la pujanza de dos de los principales renglones exportables de la nación.

En primer término, hay que destacar a la joven industria biotecnológica cubana, que en tres décadas ha sido capaz de colocarse a la vanguardia del Tercer Mundo y a la altura de las naciones más aventajadas en ese costoso rubro, cuyo mercado está dominado por las grandes transnacionales, algunas de las cuales han reconocido el valor de ese sector en Cuba.

Nacido a partir de una idea de Fidel para obtener interferón, la industria ocupa en la actualidad el segundo lugar en las exportaciones de productos de la isla, con cifras cercanas a los 500 millones de dólares anuales, y sólo superado por las ventas del níquel.

Para botón de muestra baste citar al Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), ubicado al oeste de La Habana, que posee 231 registros sanitarios en 57 países, con más de 900 patentes, y obtuvo en los últimos dos años ingresos por más de 100 millones de dólares.

Los productos desarrollados por ese Centro, una de las instituciones científicas líderes de la isla, abarcan el diagnóstico y terapia de 26 enfermedades, una apetitosa cartera de negocios que envidia cualquier empresa.

Pero no es sólo el habanero CIGB, sino toda una tupida red de centros de investigación y producción que, a lo largo y estrecho de la isla, trabajan en función de la salud de los cubanos y de la economía nacional.

Varias vacunas contra diversos tipos de cáncer, que permiten transformar esa dolencia en una enfermedad crónica y mantenerla bajo control por largos periodos de tiempo con aceptable calidad de vida, son la novedad de esa industria que anunció también el inicio del ensayo de un fármaco contra el SIDA o de otro profiláctico contra el dengue.

De esa manera, la biotecnología cubana, a pesar de su juventud, pone la mira en el futuro con productos de un alto valor agregado y no simples materias primas exportadas con un mínimo de procesamiento industrial.

En el otro extremo, la industria tabacalera, a pesar de centrarse en la manufactura, ha logrado que sus productos pasen a ser casi la identificación automática del país, donde la siembra del tabaco fue la principal actividad económica durante 300 años, hasta que a fines del siglo XVII tomara auge el azúcar.

Los finos y caros habanos, una denominación que los especialistas sólo aplican a los tabacos torcidos en nuestro país, recaudaron el pasado año unos 401 millones de dólares, para un crecimiento del nueve por ciento en relación con 2010, cuando solo lograron crecer en dos por ciento.

Ese aumento de las ventas tuvo lugar en momentos que no podían ser más adversos para la industria, enfrentada a la multiplicación de las leyes contra el hábito de fumar y a una crisis mundial que parece no tener fin.

Sin embargo, una buena estrategia de mercadeo permitió que las restricciones al consumo en naciones como Grecia y España, dos países con fuertes leyes antitabaco y una severa crisis, fueron compensadas por incrementos en nuevos mercados, como Rusia y Brasil, y en otros consolidados como Alemania, Bélgica y Reino Unido.

Así, Habanos S.A., una empresa mixta a partes iguales entre la estatal Cubatabaco y Altadis, filial franco-alemana de la multinacional británica Imperial Tobacco, que se encarga de comercializar en el mundo los apreciados habanos, logró mantener su dominio sobre el 80 por ciento del mercado mundial de los tabacos “Premiun”, como se denominan también los torcidos a mano.

A pesar de que perdió unos 65 millones de dólares por no poder vender en Estados Unidos, por obra y gracia del bloqueo, la compañía no se detiene en lamentaciones y como tiene que convivir con esa injusta realidad ya ha puesto en marcha la estrategia para continuar la comercialización en 150 países, aunque este año se avizora complicado.

Como ha hecho hasta ahora, la compañía ha planificado una política comercial activa e inteligente para continuar abriendo las Casas del Habano, que ya tienen presencia en 65 países después de las dos inauguradas el pasado año.

Por otro lado, y como se mostró en el Festival del Habano, nuevos productos son la punta de lanza en esos planes, con la presentación de las vitolas “Romeo y Julieta Petit Churchills” y “Cohiba Pirámide Extra”, dos productos de primera calidad.

Desde posiciones diferentes, pero con éxito similar, las dos industrias han pasado a ser pilares de la economía nacional, gracias a la combinación de inversión, desarrollo y una acertada estrategia de ventas en todo el planeta, donde Cuba comienza a ser reconocida por sus vacunas y tabacos.


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Raúl Menchaca López


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