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miércoles, 2 de abril de 2025

Detrás del cuento

Las opiniones más extendidas acerca de lo que se considera «ideal» dentro de las relaciones amorosas, hablan de la búsqueda incansable del complemento «el amor de la vida... 

Laura Fajardo Mastache, Laura Fuentes Medina en Exclusivo 16/02/2025
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Cuentos de hadas: la Bella durmiente
Cuentos de hadas: la Bella durmiente

Alguna vez se han cuestionado dónde aprendimos sobre el amor, ¿de dónde aprendimos la idea de lo romántico? En un intento de aclarar este cuestionamiento quizás despierten recuerdos sobre letras de canciones, tramas de telenovelas, pero por encima de todo, la mente navega por los cuentos de hadas y las películas.

El amor como lo conocemos viene acompañado de entrega, dolor y sacrificios en una tentativa por construir un mundo en común sin perder la individualidad y dotando de significado acciones que antes pudieran parecer ordinarias. Todo hasta ahí correcto, pero ¿quién decidió que fuera así?

Con la masificación del uso de Internet y la moda de los video blogs, muchos sujetos comparten experiencias de su vida personal, permitiéndole a quien consume identificar comportamientos similares en su propia existencia que conllevan a la necesidad de autoconocimiento.

Esta introspección genera cuestionamientos sobre las dinámicas de pareja, la profundidad y durabilidad de los sentimientos, el manejo de las emociones e incluso la sexualidad; dando lugar a la investigación del fallo que impide alcanzar maneras más sanas de relacionarse.

Las opiniones más extendidas acerca de lo que se considera «ideal» dentro de las relaciones amorosas, hablan de la búsqueda incansable del complemento «el amor de la vida» taquella persona que encajará con nosotros mejor que cualquiera en el mundo y cuya pérdida será irremplazable. 

El discurso del complemento obtiene una nueva forma con el símbolo de «la media naranja», aludiendo a que estamos incompletos desde que nacemos y que, una vez hallada la otra mitad-solo en ese momento- encontraremos la felicidad.

Preceptos así generan una conducta donde se asocia el estar soltero con el fracaso emocional; y encontrar una pareja con la plenitud. De modo que nos resistimos a romper la relación, aun cuando percibimos claramente que las cosas no funcionan, condenándonos a sufrir en relaciones tóxicas, todo un tormento auto-infringido.

Este comportamiento es fruto de la idealización-que es básicamente cuando tenemos definido de antemano como tiene que ser el duplo- que tiende a generar presión en nuestras parejas cuando desde el inicio le imponemos la camisa de fuerza del amor de película, sentenciando que, si no se ve o siente así, no sirve.

Comenzar un vínculo de esa manera constituye un error, pues le estamos dando el encargo al otro de convertirse en el tesorero de nuestros sentimientos, creando dependencia emocional y   causando decepciones que pueden tirar por la borda el esfuerzo.

 La idealización nace de lo que aprendimos sobre amar, que no es más que el producto de la construcción que se realiza alrededor de los patrones que la sociedad extiende en narraciones plasmadas en la literatura, el arte y la televisión.

Detrás del «Había una vez»

Los cuentos de hadas son el mejor ejemplo de ello, relatos para niños en edad de formación de valores, y que cultivan en su mente-de manera inocente-un ideal de relación amorosa, basado en un arquetipo superficial, que, en la mayoría de los casos, traen consigo, la belleza, el amor a primera vista o una pugna familiar como detonante de la historia.

«La Bella Durmiente» y «La Sirenita» tienen en común, además de ser princesas, padres sobreprotectores; «Cenicienta» y «Blanca-Nieves» tras el repentino fallecimiento de sus familiares más cercanos, quedan al cuidado de «madrastras» despiadadas y envidiosas de su apariencia y suerte. En cada caso se crea una justificación para el abandono del hogar natal, a favor de la creación de una nueva familia.

Entonces aparece de la nada un príncipe encantador –que se enamora de ellas con apenas un vistazo y sin reparar en su edad- para salvarlas y solucionar los problemas. «Afortunadamente» el hecho de ser príncipe suele ser garantía de su nobleza, buenos modales, amor verdadero y como no, acaban siendo «felices para siempre" y jamás conoció otra aspiración porque obviamente, no tuvo tiempo-fue comenzar la adolescencia, percatarse del mal a su alrededor y casarse-.

Pero ¿cómo pueden amarse por siempre? Está de más la disertación sobre la relatividad de la felicidad y el valor de los pequeños momentos, o de lo rutinario que eventualmente se volvería el ser perennemente felices, obviando el hecho de que jamás evaluaron otras opciones, y que tal vez no nacieron el uno para el otro.

El problema quizás radica en la concepción lineal de los personajes, cuando en realidad hombres y mujeres somos mucho más complejos. Estamos llenos de diferencias biológicas, culturales, sociológicas, intereses particulares e incluso, preferencias sexuales que fueron omitidas por los escritores, quizás en un intento de simplificar la comprensión de la moraleja a los infantes.

Películas para adolescentes

Entre tantas comedias románticas, para la realización de este trabajo, se decidió abordar filmes muy consumidos por su reconocimiento juvenil; la trilogía «After», la saga «Crepúsculo» y la icónica «A tres metros sobre el cielo». Relatos que resaltan por su hetero-normatividad, donde nunca igualan el papel en la relación y en su mayoría, es la mujer quien debe sacrificar parte importante de su identidad para encajar con el chico. 

¿Qué pasa entonces con los hombres, acaso ellos no se sacrifican? Sí, pero el sacrificio masculino está en crecer y madurar, alejarse de la falda maternal para construir una familia. Mientras la mujer por lo general gana un protector, un confidente; el hombre obtiene una terapeuta, una amiga, apoyo moral, y a veces un plan de vida.

La diferencia radica en lo que dejan atrás, el hombre casi siempre abandona sus instintos básicos, rabia, odio e inmadurez; en cambio la mujer suele enemistarse con su familia y hace de su «amor» el principal pilar de su vida.

A ellos los pintan de incomprendidos y construyen traumas de la infancia que justifiquen su actuar violento; ellas, son las salvadoras, la pieza ideal para que alcancen su máximo potencial y se rediman, en otras palabras, lo arreglan.

Otra trama bastante común entre estos audiovisuales destinados al consumo adolescente, es la condena del comportamiento asentado, la corrupción de la pureza, el desencadenamiento de un alma, se repite el rol liberador del príncipe del bosque, aunque este no se comporte como un caballero y recurra a la burla como vía para incitar los comportamientos descritos.

¿Y si empezamos de nuevo?

Amar y ser amado jamás será fácil-esto no quiere decir que se rinda o que vaya a morir en soledad-requiere de una madurez que muchas veces no tenemos, sobre todo si al pensar en ello mantenemos las mariposas en el estómago como señal del encuentro de la persona indicada.

Tampoco significa que no le hagas caso a tu cuerpo, pues sí da señales ante la atracción, sin embargo, debe tener en cuenta que es solo el organismo reaccionando a sustancias químicas y procesos hormonales de la ATRACCIÓN.

El amor a primera vista no existe, la media naranja tampoco. Es absurdo pensar que estamos incompletos, significa sentarnos a esperar a que nos quieran y nos llenen de felicidad cuando lo verdaderamente importante y duradero ya lo tenemos, lo llevamos dentro.

Estas palabras no pretenden armar una campaña en contra de los cuentos infantiles-ciertamente son necesarios para el aprendizaje del niño-solo constituyen una provocación para el cuestionamiento de un único tipo de amor, «el verdadero».

El objetivo tampoco es enseñarle cómo amar, ni cuándo, o a quién, este tipo de sentimientos no puede predeterminarse, pero si es importante atraer la atención sobre un argumento «sin oscuridad no hay luz, como mismo sin dolor no hay amor».

Por amar siempre se paga un precio ¿valdrá la pena?, eso lo decide cada quien. No existe nada malo en entregarse, pero si hay peligro cuando lo hacemos sin conocernos a nosotros mismos y desde la inseguridad de no tener claridad de lo que buscamos. Nunca se quite la oportunidad de recorrer el camino, siempre y cuando sea consciente de qué hay detrás del cuento.


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Laura Fajardo Mastache

Periodista con alma violeta interesada en los temas de género. Retoño de fotógrafa. Amante de la música y la tinta.

Laura Fuentes Medina

Periodista de Juventud Rebelde


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